Dabid Lazkanoiturburu

Andalucía: el coto de caza del PSOE y la podredumbre del sistema

Los resultados de las elecciones andaluzas certifican la jugada maestra del PSOE, concretamente de la presidenta de la Junta Susana Díaz, que afianza su liderazgo más allá de Andalucía e incluso en dirección a Madrid.

La baronesa de la sucursal más importante del partido socioliberal ha matado no dos sino tres pájaros de un tiro. De un lado, logra para IU los peores resultados de su historia después de haber ninguneado como nadie a la formación, a la que acusó falsamente de deslealtad para justificar precisamente su atinado adelanto electoral. IU es víctima por partida doble.

En segundo lugar, logra frenar en seco el avance de Podemos, que ve diluída su condición de alternativa en la primera de las tres grandes citas electorales del Estado español en 2015. Al  obligar a la nueva plataforma política a medirse prematuramente y además en un terreno no propicio, arroja dudas sobre la virtualidad de esta nueva experiencia política de cara a las elecciones generales de fin de año. El PSOE ha contado además para ello, y seguirá contando, con la inestimable ayuda mediática de cabeceras como El País, que lleva meses embarcado en una campaña diaria de difamación que no conoce límites. Una campaña que, vistos los resultados, se augura larga y, si cabe, aún más despiadada.

Finalmente, Susana Díáz logra que se visibilice el descalabro electoral del PP, que hace cuatro años acarició la mayoría absoluta logrando 50 diputados y el domingo perdió la friolera de 17 asientos.

Con todo, se puede calificar la derrota del PP si no de dulce sí como un tanto pírrica. Y es que cuesta pensar que la derecha española aspirara a ganar con un candidato desconocido y anodino como Juan Manuel Moreno. En Génova estaban dispuestos a darse con un canto en los dientes si el PP se quedaba en 35 escaños. Al final se queda en 33 (una pequeña pérdida). Si a ello sumamos la campaña del defenestrado presidente Rajoy en Andalucía –un gran favor para el PSOE–, resulta hasta sorprendente que el PP haya logrado mantenerse como primera fuerza en casi todas las capitales de provincia (solo ha perdido su primacía en Sevilla y Huelva).

Más allá de los resultados –es evidente que la irrupción de Ciudadanos ha abierto un boquete en su electorado–, la reacción pausada y tranquila de los dirigentes del PP es la mejor muestra de lo aceptable de los resultados en clave de sistema, que es a la postre, bipartidismo o cuatripartidismo al margen, lo que verdaderamente importa al PP y al PSOE.

Que este último partido logre mantener sus escaños y vuelva a ser la fuerza más votada (perdiendo poco más de 100.000 votos) cuando sus últimos barones, Chaves y Griñan, están imputados por el escándalo de los EREs, da una idea de lo instalado que está el clientelismo político, en Andalucía, en Valencia y más allá… o acá.

El sistema está podrido. Pero a lo que se ve la podredumbre tiene una inmensa capacidad de supervivencia.