Maitane Aldanondo

Somaprobes prepara un innovador método de detección de infecciones

La joven empresa se encuentra en una fase preclínica de un método que reduce el tiempo de diagnóstico de las infecciones. Avanza gracias a los premios y partners que consigue, y ahora busca inversores para traspasar los laboratorios y llegar al uso clínico.

SOMAprobes desarrolla un agente de contraste para el diagnóstico y la detección precoz de infecciones bacterianas a través de resonancia magnética (RM). Sabedores de que la transferencia de conocimiento de los laboratorios a la práctica clínica es muy larga o no llega nunca, Frank y Luiza Hernández crearon la sociedad limitada en noviembre de 2014 para llevar a cabo esta investigación. Él es doctor en bioingenería y ella doctora en química analítica y experta en el desarrollo de terapias para el cáncer. En los laboratorios de la Bio Incubadora del Parque Tecnológico de Miramon avanzan en el primer producto de la empresa, Infectoscan, que hará realidad el sueño de los dos investigadores: «Hemos invertido la vida en algo que al menos será útil para alguien». El tercer miembro de la sociedad, Miquel Mulet, es el responsable de trazar la estrategia financiera y el posicionamiento de la empresa. Su apoyo es vital para los investigadores. «Nosotros somos los científicos y él pone esto en un contexto diferente para el que no estamos preparados».

El diagnóstico de infecciones como la osteomielitis -infección de hueso- no ha variado en las últimas décadas, razón por la que se lanzaron a buscar nuevos marcadores que facilitaran su detección. Infectoscan es un contraste que «se inyecta y recorre todo el cuerpo buscando marcadores de esa bacteria específica y se ancla allí. Si la bacteria está presente da una señal en la RM, si no, se libera y el paciente no está expuesto a un medicamento inútil, como pasa ahora». Su ventaja es que permite la detección en fases iniciales, acortando el plazo de diagnóstico de días a una hora en el caso de las infecciones localizadas, y de semanas a tres días, en el de los implantes de prótesis. Esto aumenta la probabilidad de cura y de rescate del implante, reduciendo gastos. El producto costará en torno a los 300 euros y expertos en la materia como Simon Brider o Javier Cobos han mostrado interés en participar en la etapa de prueba. Hernández explica que de tener éxito será la primera de otras sustancias diagnósticas y terapéuticas. «El objetivo es conseguir una plataforma para desarrollar productos con un potencial de diversificación muy amplio». Calculan que necesitarán al menos otros 5 años para lograr la certificación de la Agencia Médica Europea para su uso en humanos, pero prevén que en 2 años tenga usos veterinarios y de investigación. Así, evaluarán la eficiencia del producto en otros ambientes y dispondrán de recursos a la hora de buscar fondos.

SOMAprobes está quemando etapas y evoluciona más rápido de lo planificado. A esa buena marcha ha contribuido el interés suscitado por el proyecto y premios como el Manuel Laborde de Innovación en 2014 o el premio tecnológico de Toribio Echevarría en 2015. Junto con la cuantía de los galardones, el programa Txekintek-Ekintzaile les ha dotado de recursos para la primera fase del prototipo del producto. A eso hay que sumarle el capital social y un préstamo ICO concedido por el Banco Sabadell. En total han conseguido cerca de 70.000 euros con los que han llegado hasta donde están.

La falta de recursos propios les ha llevado a buscar colaboradores. Hernández cree que esto ha beneficiado los resultados al obligarles a convencer a los mejores. La Universidad y el Hospital Central de Copenhague ha sufragando la mayor parte de los 100.000 euros de la prueba piloto que han realizado en agosto y ha arrojado resultados prometedores. «Lo hemos desarrollado nosotros pero lo compartimos con las universidades para poder acceder a tecnología vanguardista. Cambiamos conocimiento por recursos». Cuentan con dos partners que les ayudan en el ensamblaje del producto permitiéndoles avanzar si invertir mucho. De este modo han logrado una producción más reproducible y suficiente para las fases preclínicas. También Bic Berrilan les ha apoyado en su idea y en palabras de Hernández «ha sido un pilar fundamental, en especial, la manager del proyecto Laura Espin». Para afrontar el futuro necesitan encontrar inversores, objetivo que se han fijado para el próximo ejercicio. Esperan participar en programas como Basque Fondo o NEOTEC, y lograr la ayuda que la Unión Europea las pymes, lo que les aportará nuevos recursos.

 

el control sobre la investigación, una de las claves para su ubicación

Frank Hernández es colombiano y su esposa Luiza, rumana; y aunque ambos han desarrollado gran parte de su trayectoria investigadora en Estados Unidos, escogieron Donostia para crear SOMAprobes. Habían colaborado con la Universidad del País Vasco relacionándose con investigadores y comprobaron que aquí había posibilidades para su proyecto. «Estamos muy felices de haber encontrado un espacio donde nos permiten hacer ciencia. Y si esto funciona, será ciencia de muy alta calidad», afirma Hernández. En Estados Unidos podría avanzar más rápido, pero esta ubicación les ofrece mayor control y el poder conservar los derechos intelectuales e industriales.