Beñat ZALDUA

El Tripartit y su Estatut: de aquellos polvos, estos frutos

Entre las tradiciones políticas que confluyen el 27S tiene un papel destacado aquella que apostó por un centroizquierda nacional capaz de disputarle la hegemonía a Convergència, a la que ahora acepta temporalmente como compañera de viaje. Lejos ya de la primera línea, Josep-Lluís Carod-Rovira mira el 27S con optimismo.

Lo que nosotros defendíamos, seguramente con cierta ingenuidad, era que el objetivo de la independencia solo era defendible desde posiciones de izquierda. Después, con el paso del tiempo hemos visto que, sobre todo en el mundo occidental, los procesos de emancipación nacional se dan desde todas las ideologías democráticas, porque una nación se construye desde todas ellas». Así habla, con la perspectiva que da el tiempo y la distancia que ofrece el retiro político, el que fuera líder de ERC y vicepresidente de la Generalitat, Josep-Lluís Carod-Rovira. Y añade: «Precisamente uno de los elementos que explica la mayoría independentista, al menos ambiental, es la pluralización ideológica del independentismo».

No es corto el viaje que Carod-Rovira y muchos como él han realizado en las últimas cuatro décadas. Un viaje que empezó con una temprana militancia antifranquista en el PSAN, para pasar después al intento de construir un proyecto electoral independentista creíble. Tras fracasar, a principios de los 80 entraron en tromba en ERC. «Eran unas siglas llenas de memoria histórica que en aquel momento necesitaban savia nueva», recuerda. «Lo hicimos virar del federalismo al independentismo», añade.

Y así fue. En ese intento por construir una izquierda nacional capaz de disputarle la hegemonía a Convergència, Esquerra optó en 2003 por dar apoyo al Tripartit. «Catalunya no tenía un gobierno de izquierdas desde el año 1939», recuerda ahora Carod-Rovira, uno de los protagonistas del acuerdo con el PSC e ICV-EUiA. Sigue defendiendo aquella coalición como una necesidad «de higiene democrática» y reivindica que «las izquierdas hicimos entonces aquello que no se había hecho en 23 años». En efecto: la reforma del Estatut. «Era una jugada ganadora», asegura el exlíder republicano: «Si se aprobaba, nos aproximaba al objetivo final de la independencia. Si no, como finalmente ocurrió, abriría los ojos a mucha gente». Resulta difícil llevarle la contraria cuando dice que «sin todo el episodio de destrucción sistemática de los avances estatutarios, no se habría producido la toma de conciencia que se produjo, y ahora no estaríamos aquí».

Pluralidad independentista

Discreto desde que dejó la militancia, Carod-Rovira declina entrar a valorar la estrategia de sus excompañeros, pero considera la fórmula de Junts pel Sí «respetable». «Personalmente siempre he pensado que eran mejor tres listas electorales que dos», explica, añadiendo que «en cualquier caso, no hay excusa para que los independentistas digan que no tienen un referente electoral». Él prefiere no mojarse y asegura que «personalmente» confía en los cabezas de lista de las dos candidaturas independentistas, Raül Romeva y Antonio Baños: «Creo que son personas serias y responsables que tendrán la capacidad de sumar y que tendrán la capacidad de ilusionar».

Pero el presidente será Mas. «Pese a no haber coincidido nunca ideológicamente con él, creo que ha hecho un paso sincero e irreversible hacia el independentismo y sí, creo que es un activo para el proceso», explica. «Otra cosa es que en su partido, en todo su conjunto, exista la misma sinceridad», advierte, recordando que, en cualquier caso, «las siglas están comprometidas con el proceso de independencia».

Y no es poco, reconoce un Carod-Rovira que se afirma optimista: «No tengo duda de que habrá mayoría independentista este domingo. Lo único que deseo es que el 28 de setiembre no pase lo mismo que el 10 de noviembre, es decir, nada. Espero que sea la hora de la verdad y se cumplan los compromisos adquiridos públicamente».