Alberto PRADILLA

Doce horas de delirio y confusión en Ferraz

Confusión y tensión tanto en el interior como en el exterior de Ferraz. Mientras que dentro los miembros del Comité Federal eran incapaces de acordar cuándo comenzar el cónclave, en la calle decenas de personas secundaban a Pedro Sánchez y clamaban contra los «barones» a los que tildaron de «golpistas».

Que la jornada iba a ser tensa pudo comprobarse desde las ocho y media de la mañana, cuando los primeros dirigentes del Comité Federal llegaban a Ferraz rodeados por militantes fieles a Pedro Sánchez que abucheaban o vitoreaban dependiendo de la filiación del recién llegado. A veces, como ocurrió con Eduardo Madina, no había dudas. «¡Navajero!», le gritaban. En otros casos, cuando el miembro del cónclave no era tan conocido, tenía que venir alguien más enterado a sisar al oído si se trataba de alguien «de los nuestros» o partidario de Susana Díaz, convertida en blanco de todas las iras. Las doce horas que transcurrieron desde el supuesto comienzo de un Comité Federal que no llegaría a constituirse oficialmente hasta la dimisión de Sánchez transitaron entre el esperpento y la tragedia.

La verdad es que había gritos ingeniosos. Entre ellos, un inmenso «¡Felipe, burgués, PSOE no es PP!» o el ya tradicional «¡fuera golpistas del Partido Socialista!». La dirección había hecho un llamamiento expreso a que sus partidarios no se concentrasen en Ferraz para evitar enfrentamientos, pero la petición cayó en saco roto. Decenas de personas rodearon la sede del PSOE y añadieron dramatismo a una jornada ya de por sí esperpéntica. El argumentario de los manifestantes demuestra que la estrategia de Sánchez de intentar enfrentar a las bases con los «barones» fue exitosa, aunque no le salvase de la quema. Todos coincidían en un mensaje: si el secretario general no continuaba al frente estaba más cerca un Gobierno del PP.

Si en el exterior todo era confuso, con los manifestantes cantando La Internacional y un cordón de antidisturbios rodando precariamente Ferraz, en el interior no le desmerecía. Además, aunque la reunión fuese a puerta cerrada, resulta imposible mantener la privacidad en la era de los teléfonos móviles. Casi a tiempo real llegaban whatsaps, audios y fotografías del caótico cónclave. Probablemente la más representativa es una en la que aparecen, en medio del tumulto, diversos corrillos de dirigentes del PSOE gritándose mutuamente. Todo un símbolo.

Tampoco podía faltar la rumorología. Hasta llegó a afirmarse que Sánchez había sido agredido por un afín a Susana Díaz, lo que fue rápidamente desmentido por ambos bandos. A última hora, cada vez eran más los manifestantes que rodeaban Ferraz clamando contra sus propios dirigentes.