Aritz INTXUSTA

La mano en la sombra de Esparza se hunde en una balsa de purines

Patxi Pérez, número dos de Javier Esparza durante su estapa como consejero, se ve envuelto en graves problemas con la justicia tras la decisión de la Cámara de Comptos de llevarle ante la Fiscalía por su gestión de la planta de biogás a base de purines en Ultzama.

Un informe tan agresivo con la gestión de un alcalde como el que emitió la semana pasada la Cámara de Comptos a petición de Bildu y Aralar-NaBai no se recuerda en los últimos años. El ente fiscalizador navarro se caracteriza por un formalismo rayano en lo periodísticamente exasperante, y eso que le ha tocado auditar todos los grandes fiascos de Nafarroa de la última etapa de UPN. Sin embargo, con Patxi Pérez Comptos no ha tenido ese «tacto». Facturas falsas, concursos evidentemente amañados y un sinfín de irregularidades han obligado a los auditores no solo a sacar los colores a Pérez por su gestión al frente del Ayuntamiento de Ultzama, sino a llevarlo «derechito» a la Fiscalía.

Pérez ha sido un engranaje clave dentro de la carrera política de Esparza. El actual líder de UPN comenzó a hacerse un nombre durante su etapa de alcalde de Agoitz como el tipo duro que defendía el pantano de Itoitz. Su partido después le premió con la golosina de dirigir el Instituto Navarro para el Deporte, que Esparza quiso llevar un paso más allá, afrontando las obras del Pabellón Navarra Arena. Cumplida esta etapa, Yolanda Barcina vio en Esparza un digno delfín y, también, la oportunidad de reconciliar su perfil urbanita con las esencias rurales de UPN. De ahí que le eligiera como consejero de Desarrollo Rural para que recorriera los pueblos saludando a militantes. Más que entender de campo, Esparza tenía como principal mérito haber sido portero del Promesas, que no es lo mismo que saber llevar una cosechadora, pero que en la Nafarroa más caciquil gusta mucho. Es en ese momento cuando Javier Esparza y Patxi Pérez cruzan sus caminos.

El exalcade de Ultzama se había convertido en el gurú de las renovables de UPN por haber llevado a cabo el proyecto de la planta de biogás con unas balsas de purines con las que pretendía, supuestamente, solventar el problema de los ganaderos con las heces de sus animales. La idea es procesar los purines, obtener el metano y, con él, generar electricidad. Pérez utilizó al Ayuntamiento de Ultzama como percha para conseguir subvenciones y encargó el proyecto a un amigo suyo checo, Jiri Bezdicek. Se movieron bien, logrando el apoyo de los ganaderos, y más de tres millones de euros en subvenciones del Departamento de Desarrollo Rural (entonces dirigido por Begoña Sanzberro), del Ministerio y avales de Sodena.

El problema es que la fastuosa planta de biogás de Iraizotz, supuestamente pionera, resultó ser poco más que un montón de chatarra, cosa que quedó en evidencia al poco tiempo de ponerse a funcionar, llegando incluso a contaminar el río con vertidos. De hecho, Comptos constata que jamás obtuvo la licencia de apertura. Y es más, los auditores apuntan que se duplicaron facturas para acceder a tantas subvenciones. La Cámara no se atreve a achacar irregularidades a Desarrollo Rural, pero sí que constata que pudo haber «sobrefinanciación». Y lo peor es que, al haber implicado Pérez al Ayuntamiento, se obligó al valle a rescatar la planta cuando el desastre ya no tenía arreglo.

Un informe de 2014 desveló que, además de fraude en las ayudas, todo era una chapuza. Los inspectores denuncian que todo estaba sucio, averiado y corroído, que la canalización de biogás se hallaba rota dejando escapar el gas y que la caldera estaba «reventada». Además, dicen que no hay licencia de apertura y falta documentación para obtener la autorizción ambiental. En líneas generales, los ingenieros subrayan que está todo «en pésimo estado» y que para volver a poner en marcha la planta hacen falta como mínimo otros 900.000 euros (un informe posterior indica que, aun desembolsando esa cantidad, hay «dudas razonables» de su viabilidad debido a su deficiente diseño).

Lo sorprendente del caso, a la espera de lo que pueda deparar el futuro, es que Esparza defendiera el proyecto después de ese informe en una comparecencia parlamentaria como consejero. Y, sobre todo, que mantenga a Pérez como hombre de confianza en la actual Ejecutiva del partido que, tras las guerras cainitas del final del Barcinato, está relativamente rejuvenecida y «limpia».