Ane URKIRI

Unión feminista y generacional para fortalecer a la mujer campesina

Resolver problemas globales partiendo de las soluciones locales y contagiar la soberanía alimentaria al movimiento feminista «popular» fueron algunos retos de las cerca de 70 campesinas que participaron en las jornadas de Etxaldeko Emakumeak en Sarria (Araba).

El feminismo es una propuesta política que quiere construir una sociedad sin violencia y de soberanía alimentaria». Fue la conclusión que sacó la paraguaya Belén Romero al término de la mesa redonda en la que fue una de las ponentes junto a compañeras de Indonesia, Andalucía, Estado francés y Euskal Herria.

Las cinco ponentes, primero, y todas las participantes en las jornadas “Uzta Jasoz” de Etxaldeko Emakumeak, más tarde, expusieron durante algo más de tres horas cantidad de términos, ideas y planteamientos para tratar de buscar alguna salida que mejore la situación de las mujeres campesinas, así como para fortalecer el movimiento feminista «popular». Y es que, tal y como reafirmó la campesina Inma Idáñez, vecina de Almería e integrante de COAG y Ceres –Asociación de Mujeres del Área Rural del Estado español–, son ellas las que tienen que contar la realidad del mundo rural al resto de mujeres, «porque lo pueden imaginar pero no sabrán cómo es el verdadero día a día».

La rutina diaria cambia exponencialmente de una nación a otra, incluso no comparten una idéntica realidad dentro de un mismo territorio. En Indonesia, por ejemplo, según informó Siti Inayoh, están intentando usar las semillas locales frente a las fuerzas transnacionales. Es un movimiento a nivel local pero opina que esas fórmulas locales o familiares hay que implementarlas a niveles estatales. Tiene un rol de responsabilidad en el área de la mujer del sindicato SPI. «Tengo tres niños y mi nivel de implicación ha ido disminuyendo, pero todavía tengo responsabilidades», enfatizó.

«El movimiento de las mujeres es único, porque consiste en soberanía alimentaria, defender nuestras semillas y luchamos por la libertad de las campesinas», prosiguió. Y se mostró orgullosa porque sus reivindicaciones se hayan escuchado en la ONU, que en setiembre admitió una declaración que defiende la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres en el ámbito rural. «Es muy importante porque nos han hecho caso pero, ¿cómo podemos llegar a implementar esa declaración a nivel local?», se preguntó. Ya tenía la respuesta preparada: «Con el movimiento feminista campesino».

Movimiento que «molesta»

«Tenemos que unirnos para enfrentarnos al sistema que nos oprime, como son el neoliberalismo, la globalización y el mercado libre. Ya tenemos las razones fundamentales», opinó la militante de Indonesia, a la vez que explicó que quieren que el hombre trabaje en la tierra, porque en su nación es la mujer la que gestiona los ingresos y las semillas: «Los hombres se están convirtiendo en trabajadores en otros países y si les perdemos tenemos un problema».

La expropiación de las tierras fue el problema fundamental que recalcó la paraguaya Belén Romero, indígena guaraní que dijo, entre bromas, haber echado en falta la traducción instantánea de su lengua materna. Miembro de Conamuri –asociación de las mujeres campesinas de Paraguay– y coordinadora de Latinoamérica en la Vía Campesina, expuso dos estrategias que han elaborado tras tantas asambleas y después de sufrir los intentos de boicots e insultos por parte de sus compañeros. «La gente está esperando el fin de nuestro movimiento porque molesta», se apresuró a señalar pero, visto su empeño, por ahora parece que tiene mucho recorrido por delante.

Defienden la soberanía alimentaria, el principal eje de acción de la Vía Campesina, para enfrentarse al capitalismo y para promover la agroeconomía. Todo ello mediante el feminismo «campesino y popular», y ve indispensable formarse para liderar. «Nuestra lucha es de clase, de género y de etnia. Convive con hombres y con la clase trabajadora, y vemos el feminismo como herramienta principal».

«El espacio formado con Conamuri era necesario porque en las reuniones mixtas aportábamos mucho pero faltaba reconocimiento políticamente. Por ejemplo, si una aportaba una idea no se tenía en cuenta; sin embargo, si un hombre decía lo mismo, sí», relató la de Paraguay. Actualmente participan 300 mujeres en la asociación de las mujeres campesinas y para Romero el feminismo es revolucionario. «Sin feminismo no hay socialismo», exclamó, recordando el lema que tanto se escuchó en la asamblea de mujeres de Vía Campesina de hace un año.

Veronique Leon, de la Confédération Paysanne del Estado francés y participante de la Vía Campesina desde hace diez años, afirmó que los problemas en Europa son los mismos exceptuando que hay menos violencia. «Tenemos problemas con las tierras, con la lucha de clases, con el género», y añadió una más: «la coordinadora europea es más pequeña». Y más descoordinada, según afirmó la andaluza Inma Idáñez.

Cotitularidad

«Desde hace cinco años he visto que hay más mujeres que quieren participar en áreas políticas», comentó Leon, que defendió la paridad pero señalando que no solo «tienen que considerarnos durante las elecciones». Asimismo, criticó la Política Agrícola Común (PAC) porque no hay reivindicaciones específicas y porque financia a los que tienen muchas hectáreas.

En el Estado español, hace cinco años, se aprobó una ley que permitía la cotitularidad de la tierra: «Hasta entonces el titular era el hombre, y la mujer ayudaba sin cotizar». Por ello, Idáñez considera que ha sido un paso importante antes de seguir su análisis: «Ha habido muchos problemas de gestión y de desinformación. En Andalucía fuimos a la administración competente y no conocían el procedimiento. ¿Qué ha pasado? Que nadie se ha sumado a la ley porque hasta hace dos semanas no habilitaron la gestión de una ley que se aprobó hace cinco años».

Nadia Ayuso, en representación de Etxaldeko Emakumeak, expuso el problema de la precariedad en la vida rural, así como la falta de tiempo para acceder a la militancia: «Tenemos que producir, reproducir y, a veces, cuesta participar en asambleas. No trabajamos en una oficina y la labor está precarizada». Además de ese obstáculo, quiso hacer hincapié en que tienen dificultades para que se incorporen al movimiento aquellas mujeres que «no se sientan tan identificadas con el feminismo por desconocimiento», como pueden ser las personas de más edad –una cuestión que volvieron a abordar cuando se dividieron en cinco grupos–.

«Contagiar la soberanía alimentaria al movimiento feminista». Ese es el reto que se pusieron las baserritarras. Una de ellas relató lo que para ella es lo más importante para conectar la ciudad con el mundo rural: «Poner cara a las mujeres que producen estos alimentos». E instó a que dicha proposición esté ya en la agenda feminista para tomar conciencia y para formarse.

Desconexión

Las protagonistas sienten desde ya la desconexión que existe entre el sector agrario y la vida urbana, así como la desconexión intergeneracional. Siti Inayoh se atrevió a dar algunas pautas para relanzar la unión entre mujeres de distintas generaciones y mencionó que en Indonesia invitan a las jóvenes a tomar café y transmitir la tradición del cultivo del arroz. «Y también organizan eventos con grupos de música de heavy balinés para tejer puentes», detalló una vasca que compartió dicha experiencia en Derio.

Preocupadas por la constante migración a las ciudades, las baserritarras cerraron la sesión convencidas de que las auzolanak pueden ser una buena estrategia, así como poner huertas comunes en los pueblos para la participación popular –iniciativa llevada a cabo, por ejemplo, en Durangaldea–.

 

Etxaldeko Emakumeen bigarren topaketa

Etxaldeko Emakumeak elkarteak bere bigarren topaketa egin zuen ostegun eta ostiralean Sarrian (Araban, Zuiako udalerrian). Bigarrena da izatez –Arbizun egin zuten estreinakoa– baina antolatzaileek ziurtatu legez, halako zabalkundea hartu duen aurrenekoa da. 70 emakume batu ziren bi egunez antolatu zituzten ekintzetara, eta Euskal Herriko baserritarrez gain Argentina, Japonia, Peru, Paraguai, Indonesia eta Estatu frantses zein espainolekoak gerturatu ziren Gorbeiako magalera.

2015ean sortu zen Etxaldeko Emakumeak ekimena, Etxalde mugimendu mistotik abiatuta. «Espazio propio» bat izateko eta baserritarren mugimenduaren erdian emakumeen eskubideak jartzeko beharrak bultzatuta hartu zuten emakume hauek elkartea sortzeko erabakia.

Euskal Herriko Emakumeen Mundu Martxa paraleloki hartuta elkartu ziren emakume baserritarrak, atzo guztiek Feministon Herria mobilizazioan parte hartu zutelarik. Ostegunean, arratsaldeko mahai-inguru eta eztabaidez gain, goizean harrera ekitaldia eta tailer praktikoak izan zituzten gazta freskoarekin, hartzigarriekin, pasta zein fruituak lehortuz. Otordu guztiak bertako elikagaiekin prestatu zituzten eta gauean “Gau kulturala” egin zuten, kultura eta herrialde ezberdinetako baserritarren arteko harremanak saretzeko.

Saretzea –beste mugimendu, sindikatu, feminismo zein beste herrialdeekin– da elkartea burutzen ari den hausnarketaren puntu garrantzitsuetako bat. Horregatik, hain zuzen, ostiraleko mahai-ingurua itaun honen bueltan egin zuten: «Nola saretu? Nola jarraitu?». Autodefentsa, gatazken kudeaketa, eraldaketako legearen malgutzea eta zigiluen afera landu zituzten ostiral goizeko jardunaldian egindako tailerretan.

Via Campesinako azpen topaketa Derion egin zuten 2017ko uztailean eta oso presente egon zen aste honetako solasaldietan. Gainera, bertan lan egiteko modua kontuan hartuta, bi egunez eztabaidatu den guztiarekin dokumentu bat osatuko dutela aurreratu zuten Etxaldeko emakumeek, ondoren parte-hartzaile bakoitzari helarazteko.

Jardunaldi hauek mugarri izatea nahi dute eta, esaterako, Perutik etorri ziren bi baserritarrek hori zuten helburu: bi egunez Murgian ikasi eta hausnartutakoa beren herrietara eramatea.A.U.A.