Ramón Sola

Pelillos a la mar en Santander, Canarias y Teruel, tras la crispada investidura de Sánchez

La ajustadísima investidura de Pedro Sánchez provocó alta tensión política en puntos dispares del Estado como Santander, Canarias y Teruel, pero las heridas no han tardado en cerrarse. Con apenas 1.000 euros ha saldado CC la desobediencia de su diputada.

Oramas conversa con Sánchez tras anunciar su no. (Pierre Philippe MARCOU | AFP)
Oramas conversa con Sánchez tras anunciar su no. (Pierre Philippe MARCOU | AFP)

Ni el acuerdo de Gobierno cántabro se ha roto, ni la diputada Oramas ha sido expulsada del partido, ni Teruel ha pagado los malos humos de la derecha. Sin pasar aún una semana de la investidura de Pedro Sánchez, entre domingo y lunes esas tres heridas se han cosido de tal modo que ahora todo pareció ser una tormenta en un vaso de agua.

Primer escenario: más pacto en Cantabria. La decisión del PRC del ínclito Miguel Angel Revilla de cambiar la abstención por el no a Sánchez en protesta por el acuerdo con ERC puso el Gobierno cántabro en el alero. El PSOE aseguró que respondía rompiendo los pactos en Cantarbia. Pablo Casado no tardó en ofrecerse al rescate desde la tribuna del Congreso, prometiendo al PRC que si era preciso el PP le garantizaría la gobernabilidad. Pero no ha hecho ninguna falta: ni el voto del diputado del PRC fue decisivo ni el PSOE ha sido vengativo.

Este lunes, ambas formaciones no solo han confirmado el pacto de legislatura 2019-2023, sino que lo han fortalecido con nuevos compromisos económicos que tendrán encaje en los presupuestos de Pedro Sánchez y ante los que el diputado cántabro José María Mazón votará a favor (ni no, ni abstención; sí). Se trata de infraestructuras básicamente: Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, tren Santander-Madrid, estudio de conexión AVE Santander-Bilbo y estación intermodal para el centro logístico de La Pasiega.

Segundo escenario: 1.000 euros en Canarias. En una intervención en que rozó el llanto, la diputada Ana Oramas mantuvo el martes pasado su desplante a su partido, Coalición Canaria, sin aclarar medianamente los motivos por los que votaría no en vez de abstenerse. Oramas es una veterana muy influyente en CC, con 40 años de militancia y más de una década en el Congreso, así que su formación ha optado por poner poco más que una tirita para sellar la herida que abría esa rebeldía.

A ello ha ayudado, obviamente, que al final tampoco ese rechazo de Oramas fuera determinante para la investidura de Sánchez. Pese a calificar su acción como «indisciplina muy grave», en apenas seis días los órganos disciplinarios de CC la han saldado con una multa de apenas 1.000 euros, insignificante.

Tercer escenario: 100 personas en Teruel. En el fin de semana previo a la votación decisiva, la derecha dirigió toda su presión sobre el diputado de la nueva Teruel Existe, hasta el punto de que denunció amenazas al móvil, pintadas en su pueblo, tuvo que pernoctar fuera de casa por consejo policial y se le impuso escolta.

En las redes se activó incluso una campaña de boicot a la provincia. Pero pasado el martes, solo Vox ha mantenido la bandera en alto... hasta caer en el ridículo. La concentración convocada el domingo en Teruel bajo el lema ‘‘España existe’’, como en otros puntos del Estado, contaba con la presencia del número dos de la formación, Javier Ortega Smith, en una auténtica declaración de intenciones. Sin embargo, solo se le unió un centenar de personas. Otro insignificancia.