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Irungo Harrera Sarea atendió a más de 3.000 personas en 2019

Irungo Harrera Sarea ha atendido a más de 3.000 personas en 2019 a través de sus diferentes grupos de trabajo, «cubriendo las carencias de una acogida digna e integral».

Voluntarios de Irungo Harrera Sarea atienden a varios migrantes. (Gorka RUBIO/FOKU)
Voluntarios de Irungo Harrera Sarea atienden a varios migrantes. (Gorka RUBIO/FOKU)

Irungo Harrera Sarea (IHS) ha atendido en 2019 a más de 3.000 personas, en su mayoría hombres (%82), mujeres (%10) y mayoritariamente procedentes de Guinea Conakry, Costa de Marfil y Mali, hasta un total de 18 países de África y Asia, según ha informado en un comunicado.

De esta manera, sus grupos de trabajo de ropero, acogida e información y «gautxori» han cubierto «las carencias de una acogida digna e integral».

IHS se ha referido en su nota al dispositivo de control desplegado ayer en Biriatu por la Policía francesa para la prensa, en colaboración con la Policía española, y al hecho de que el adjunto al prefecto de los Pirineos Atlánticos, Christian Vedelago, señalara que el Estado francés acoge a todas aquellas personas que pueden solicitar asilo. Ante ello, Irungo Harrera Sarea constata que París «continúa aplicando diariamente su política de expulsiones ilegales en frontera y vulnerando los derechos humanos». Pone como ejemplo que el pasado 12 de enero esta red ciudadana atendió a doce personas «que habían sido expulsadas de manera ilegal por la Policía gala».

«Las y los migrantes continúan dando testimonio de abusos policiales durante el viaje, racismo institucional y cómo se ven obligados a pagar miles de euros a traficantes de personas y jugarse la vida, al negárseles vías seguras y legales para migrar. Resultado de todo ello es la situación de vulnerabilidad añadida, especialmente para menores y mujeres, que corren también el riesgo de ser secuestradas por redes de trata», ha advertido en su nota.

Para IHS, con demostraciones policiales como la de ayer «comprobamos a diario que tanto el Estado español como el galo prefieren colaborar en el lucrativo negocio del control y la tecnología militar, antes que en la salvaguarda de los derechos humanos».