Maite Ubiria

Los alumnos de Ipar Euskal Herria pasan hoy de las clases a distancia a las vacaciones en casa

Los escolares de Nafarroa Beherea, Lapurdi y Zuberoa inician esta tarde unas extrañas vacaciones de Pascua. Mientras, la fecha de la eventual reapertura de los centros escolares, a partir del 11 de mayo, divide a la comunidad educativa. Anne Bisagni-Faure, rectora de la Academia de Burdeos, se muestra confiada. Profesores y padres no tanto.

Escuela del céntrico barrio baionarra de Arènes, cerrada por la crisis sanitaria. (Guillaume FAUVEAU)
Escuela del céntrico barrio baionarra de Arènes, cerrada por la crisis sanitaria. (Guillaume FAUVEAU)

La reapertura de guarderías y centros escolares de primaria y secundaria, que se producirá, si se cumple lo anunciado el lunes por el presidente francés, Emmanuel Macron, de forma progresiva, obliga a la Academia de Educación, con sede en Burdeos, y de la que dependen los centros escolares vascos, a agilizar los preparativos.

No parece fácil si se tiene en cuenta que hoy comienzan unas extrañas vacaciones de Pascua. Efectivamente, durante las próximas dos semanas los semiconfinados alumnos de Ipar Euskal Herria pasarán de las clases a distancia a las vacaciones en casa.

El 4 de mayo volverán a las clases on line y el 11, si se mantiene el anuncio conjugado, eso sí, en condicional, por el presidente francés, algunos volverán a pisar el colegio. Se entiende que, para impulsar, a su vez, a los progenitores a la vuelta al trabajo presencial.

Profesores y padres expresan en las redes las dudas que les plantea ese objetivo marcado por Macron de abrir las aulas «si la situación en la lucha contra la pandemia lo permite».

Ante la bronca, el Ministerio de Educación matiza al presidente y evoca una vuelta a las clases presenciales «voluntaria» y, entre unos y otros, el Consejo Médico desautoriza la apertura de los centros escolares. La ceremonia de la confusión se instala definitivamente.

Seguridad sanitaria por encima de todo

La rectora Anne Bisagni-Faure prefiere centrarse en destacar las lecciones positivas. En una rueda de prensa telefónica con periodistas se mostraba satisfecha con la respuesta dada por el cuerpo educativo a la excepcional situación planteada por la alerta sanitaria. Y añadía: «De la misma forma que hemos sabido adaptarnos, sabremos estar preparados» para esa cuanto menos inquietante vuelta a las aulas.

En este fin de curso tan especial, en el que no habrá exámenes de «brebet» –prueba que se realiza antes de pasar al bachillerato– ni de «bac» –examen equivalente a la selectividad– al haberse optado por la evaluación contInua, las dos semanas de vacaciones que figuran en el calendario escolar van a tener que utilizarse, según la rectora, para preparar los centros escolares para esa vuelta a las clases a partir de mayo.

Bisagni-Faure anuncia reuniones para acordar los dispositivos concretos con el cuerpo de enseñantes, las familias de alumnos y con el comité de higiene y seguridad, a fin de dar respuestas a las preocupaciones sobre el retorno a las aulas.

¿Vuelta no obligatoria?

Mientras, en los foros de internet se debate sobre si se va a dejar a madres y padres decidir si envían a sus hijas-hijos de vuelta al pupitre.

Con una pandemia que nadie espera que para el 11 de mayo esté superada, muchos se preguntan si merece realmente reabrir las aulas a menos de dos meses de que se acabe el curso, el 3 de julio.

La rectora reconoce que están a la espera de conocer la directrices de París para abordar los preparativos concretos para garantizar un regreso a los cursos presenciales «que tendrá como prioridades la seguridad sanitaria y la justicia educativa».

Más allá de las buenas intenciones, sus palabras aportan, hoy por hoy, pocas certezas.