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Brasilandia, zona cero de una enfermedad que todavía mata más por cuestiones racistas

Brasilandia, el barrio de Sao Paulo más afectado por el Covid-19, concentra el 30% de los fallecidos de dicha ciudad. Y guarda una estadística demoledora: una persona de raza negra tiene cuatro veces más riesgo de morir por coronavirus que una blanca.

Situada al norte de Sao Paulo, Brasilandia es la barriada más castigada por el coronavirus.
Situada al norte de Sao Paulo, Brasilandia es la barriada más castigada por el coronavirus.

La pandemia no ha hecho sino acrecentar las diferencias por cuestión de raza hasta llevarlas a un plano vital. Brasil, y especialmente algunos de sus barrios de favelas, son buen ejemplo de una desigualdad que tiene efectos devastadores, incluso computados en una estadística demoledora. Un afrodescendiente tiene hasta cuatro veces más riesgo de morir por coronavirus.

No se trata de una cuestión de genética, sino del grado de protección sociosanitaria. Brasilandia, uno de los barrios de Sao Paulo con mayor concentración de población de raza negra, es el más azotado por el Covid-19. Con más de 200 muertos hasta el momento, concentra el 30% de los fallecidos en dicha ciudad, considerada la zona cero de la enfermedad en el país sudamericano.

Ubicada en el extremo norte de la urbe más populosa de América y junto a otros cinco humildes distritos, esta barriada es fiel reflejo de la histórica marginación basada en el color de la piel. Claudio Rodrigues, presidente de la Asociación de Residentes de Brasilandia, refrenda que «el coronavirus solo vino para potenciar un problema que ya existe hace décadas. Brasilandia siempre tuvo problemas en materia de salud pública y siempre sufrió con la ausencia del Estado».

Tras perder a su madre a comienzos de mayo como consecuencia del coronavirus y tener a su padre ingresado por el mismo motivo en un hospital de campaña desde hace casi un mes, este representante vecinal de un suburbio con cerca de 300.000 habitantes alerta de las carencias de dicha comunidad y de que la situación es «crítica». La práctica totalidad de los vecinos depende exclusivamente de los concurridos hospitales públicos y el hacinamiento en sus hogares no ayuda para nada a evitar la expansión de los contagios.

La Universidad PUC-Río ha analizado a fondo la cuestión. Su Núcleo de Operaciones e Inteligencia en Salud (NOIS) ha elaborado un estudio que confirma que una persona de raza negra sin escolaridad tiene cuatro veces más posibilidades de morir de coronavirus en Brasil que un individuo blanco con enseñanza superior, pese a que el número de infectados sea mayor entre la población blanca.

Mayor tasa de mortalidad

Ciñéndose a la tasa de mortalidad, en lo que se refiere al primer grupo se evalúa en un 55%, que desciende al 38% en el segundo. Para dichos investigadores, la progresión de contagios en Brasil ha estado influenciada «también por los factores socioeconómicos», más allá de la «dinámica de contagio propia de una epidemia».

«La mortalidad en negros es siempre superior a la de los blancos, incluso analizando pacientes de la misma franja de edad o escolaridad», lo que demuestra que «la tasa de mortalidad en Brasil es influenciada por las desigualdades en el acceso al tratamiento», afirma con rotundidad Silvio Hamacher, coordinador del NOIS y uno de los redactores del estudio.

Nina Silva, fundadora del movimiento de empoderamiento negro Black Money, ratifica que el Covid-19 «ha dejado más evidentes todas las mayores desigualdades sufridas por la población negra». Esta representa algo más de la mitad de la ciudadanía brasileña –56%–, pero de ella, el 75% se encuentra en índices de pobreza y el 67% debe ser atendida en un precario sistema público de salud.

«Hablamos siempre de desigualdad social en lugar de desigualdad racial, pero nos olvidamos que esta última es determinante para todas las demás», sostiene Silva. Así, enumera que las personas de raza negra son «las primeras en perder sus empleos» o, en todo caso, son forzadas a mantener sus trabajos como «vigilantes, empleados domésticos o porteros», oficios que aumentan los riesgos de infección.

En otros casos, ni siquiera disponen de una actividad laboral remunerada y su subsistencia se basa en donaciones o programas sociales de alimentación. Solo en Brasilandia, la citada Asociación de Residentes ya ha repartido más de 10.000 comidas y casi 1.100 cestas de alimentos en poco más de un mes, una cifra «muy superior» a la esperada como consecuencia del aumento del desempleo en medio de la pandemia.

Un ejemplo de ello es Ana Maria da Silva, empleada doméstica que perdió su trabajo a raíz de que la familia a la que atendía se infectase durante un viaje y que ahora depende del reparto gratuito de comidas. «Aunque todos se habían recuperado, mi jefa me pidió suspender el trabajo por unos meses. Y así, de repente, me quedé sin nada», relata otro caso más de indefensión social que no es atendido por las instituciones brasileñas.