Según el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, los hechos tuvieron lugar sobre las 4.20 de aquel día cuando, tras haber cenado con unos amigos, la víctima, de 47 años, acudió en solitario a un pub, donde consumió distintas bebidas y entabló conversación con algunas personas, además de bailar «con varias chicas».
El documento añade que, sobre las 4.50, el hombre decidió subir a un reservado en el que se encontraban la novia del agresor y otra mujer, que no ha podido ser identificada, con la que acudió a la barra para pedir una consumición.
Al regresar, ambos se toparon en el mismo lugar con el procesado, de 25 años, en cuya presencia la víctima «incitó» a bailar a su novia. Esta circunstancia motivó un «cruce de palabras» entre los varones, en el que el inculpado pidió al otro hombre que «se separara» de la chica.
Este abandonó el lugar, pero regresó poco después, en un momento en el que el novio había acudido al aseo. Al regresar, el procesado se mostró «alterado y agresivo» y pidió a su pareja que «se fuera sola a casa».
El escrito explica que, en esa coyuntura, la chica temió que su novio fuera a «pegarse» con alguien, por lo que consiguió llevárselo del bar, tras lo que ambos se dirigieron al domicilio del acusado. Allí, este «se cambió enteramente de indumentaria», tomó «un cuchillo de grandes dimensiones de un solo filo» y regresó al pub.
Ocultando su rostro con una capucha, el encausado localizó «inmediatamente a su objetivo», describe el texto del fiscal, habló durante un minuto con él, se dirigió a la salida del establecimiento e hizo un gesto a su víctima, quien le siguió «tambaleándose» debido «al alto grado de intoxicación etílica que sufría».
En la Plaza Cataluña
Seguidamente ambos caminaron hasta la Plaza Cataluña, donde la víctima pidió «perdón» al acusado, quien, «aprovechándose de la merma de las facultades físico-psíquicas» y de la «nula capacidad de defensa» de su oponente, comenzó a apuñalarlo «guiado por un evidente ánimo de matar».
La víctima recibió «hasta 41 cuchilladas», la mayoría de ellas en la espalda mientras se encontraba «en un plano inferior, tendida en el suelo e intentando defenderse».
El Ministerio Público añade que la novia del acusado, al que conocía desde hacía dos meses, lo vio al regresar a la vivienda con el arma y sus ropas «manchadas de sangre». Este le dijo que «había un tipo muerto en la calle», tras lo que se desnudó y metió sus prendas «en varias bolsas de plástico».
Cuando más tarde fue interrogada por la Ertzaintza ella «guardó silencio» y persistió en su actitud «pese a ser informada de que podría incurrir en un delito de encubrimiento».