Víctor Esquirol
Crítico de cine

Jonás Trueba: ‘Quién lo impide’ no es un himno revolucionario, es una llamada a la acción»

Entra en la sala donde se celebran las ruedas de prensa del Kursaal buena parte del equipo de ‘Quién lo impide’.

El director y actores de ‘Quién lo impide’. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)
El director y actores de ‘Quién lo impide’. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Este impresionante proyecto colectivo está representado por uno de sus productores, Javier Lafuente, por el director Jonás Trueba, claro, y también por muchos de los actores, o «sus amigos»: Candela Recio, Pablo Hoyos, Silvio Aguilar, Pablo Gavira, Claudia Navarro, Marta Casado, Rony-Michelle Pinzaru, Javier Sánchez.

A todos ellos, se les pide que intenten sintetizar su joven generación en una sola palabra, y ahí va la batería de respuestas: «Contracorriente. Cambio. Complicada. Expresiva. Reinventar. Milagro. Novedoso». Y por último: «Pifostio».

Jonás Trueba, ahora sí, toma la palabra, y nos lleva al nacimiento de la película: «Estuvimos aquí con Candela [Recio] y Pablo [Hoyos] hará 5 años, presentando ‘La reconquista’, a ellos y a otros de los que también están aquí, les conocí en el proceso de casting para aquella película, cuando apenas debían tener 13 años. Han pasado 7, desde entonces. Evidentemente hemos cambiado mucho, y aunque sigamos siendo fieles a nosotros mismos, también noto que hemos cambiado… será por la experiencia acumulada».

Hablando de cómo cambiamos en el tiempo, sigue: «Hay que tener en mente que este es un proyecto que ha necesitado 5 años para concretarse. Considero que es muy difícil mantener el estado anímico con el que se empieza un trabajo, más aún si este se alarga durante un lustro. Recuerdo que al terminar ‘La reconquista’ me embargaba un fuerte sentimiento de melancolía. Pero este, evidentemente, fue disolviéndose. Es normal que en ‘Quién lo impide’ se vean reflejados altibajos anímicos».

Hablando de la relación que ha establecido con el joven elenco actoral, Jonás Trueba parece tener solo palabras de agradecimiento: «Han sido todos muy generosos conmigo. Han confiado en algo que no era nada evidente, que no estaba nada claro que fuera a concretarse en una película. Ahora visto en perspectiva todo parece más claro, pero cuando empezamos con ‘Quién lo impide’ no sabíamos hacia dónde nos llevaría. Agradezco también a la organización de Zinemaldia que haya creído en nosotros».

Los amigos del director corroboran la complicidad entre ellos y el cineasta: «Estoy estudiando dirección de cine y foto porque él me ha contagiado este amor por el arte. He crecido junto a Jonás, intento empaparme de sus métodos de trabajo, de cómo es el. Es único, le tengo como un referente absoluto», afirma uno, «la experiencia ha marcado cómo nos relacionamos con el cine. Es por esto que no nos hemos podido despegar de él. Yo ahora mismo estoy estudiando interpretación», declara otra.

Y hay más: «Gracias a Jonás, sé cuál es mi pasión, le estoy muy agradecida por esto». Y más: «Jonás tiene le don de transmitir mucha paz». Y más: «Su cine se cimienta en la confianza. Lejos del set, Jonás se interesaba mucho por nuestros proyectos. Han sido cinco años en que siento que nos lo hemos contado todo». Y más: «A mí Jonás nunca me ha pedido que actuara, nunca he sentido que tuviera que fingir algo. Siempre sentí la libertad de ser yo mismo».

El «profesor» retoma la palabra, y cuando le preguntamos por sus referentes cinematográficos, lo tiene claro (como todo lo demás): «Javier Rebollo, Félix Viscarret, Andrés Duque, Virginia García del Pino, Carla Simón… cineastas muy diferentes pero a los que respeto y admiro porque hacen las películas que quieren. De hecho, creo que mi generación ha sido muy posibilista, y por esto nosotros hemos sentido la necesidad de hacer cine muy ajustado a la realidad, a lo que teníamos».

Y conecta con el que ahora es su objeto de estudio: «Quería hablar de una generación marcada por dos grandes crisis, una en su infancia y la otra en la adolescencia, quiero ver si ellos son capaces de transformar las dificultades en posibilidades». Y como la respuesta está a esto en el aire, añade: «Siento que no he cerrado la película, que en un momento dado la abandoné, es por esto que creo que queda suspendida. Como si estuviera abriendo una pregunta».

Homenaje a Rafael Berrio

Y hablando de preguntas, «¿Quién lo impide?»: «Hemos resignificado el título, con el tiempo lo convertimos en una especie de mantra… hasta confirmarlo como una llamada a la acción, pero de manera tranquila. No es un himno revolucionario». Por último, se acuerda de otros colaboradores, de los que están, y de los que no: «Entre otras muchas cosas, la película podría ser un homenaje a Rafael Berrio; él siempre fue muy generoso con nosotros, siempre estuvo muy presente en mi carrera, y por supuesto, en este proyecto. Le debemos mucho».

Y respecto a la crucial labor de montaje: «Al final han quedado 3 horas y 40 minutos, pero detrás hay un gran trabajo de destilación. Puede ser que en un futuro volvamos a retomar todo el material y la montemos de manera distinta, pues es una película abierta, con muchas posibilidades. Marta Velasco, mi montadora, es excepcional. Podemos trabajar juntos, durante horas, sin apenas hablarnos; tenemos una grandísima sintonía y afinidad. Siento que sin yo estar allí, en la sala de montaje, ella daría con el resultado exacto que tenía en mente. El montaje con el que nos hemos quedado es muy intuitivo: permite que la película respire, como respiramos nosotros durante todo el rodaje. Al mismo tiempo, respeta y plasma las dudas y arrebatos que marcaron la producción».