
Empieza Daniel Monzón, hablando sobre el origen del proyecto: «Leí la novela de Javier Cercas del tirón, en una sola noche. Me obsesionó. Quería llevarla a la pantalla porque sentí que me concernía mucho. Me recordó mucho a ‘Érase una vez en América’, de Sergio Leone; pensé mucho en esa epopeya dividida entre la juvemtud y la edad adulta, en ese barranco hacia la tragedia… Al principio creía que tendríamos que hacer dos películas, esto es algo a lo que le di vueltas durante mucho tiempo, pero al final optamos por la unificación, para plasmar mejor el recorrido vital de su protagonista».
El guionista Jorge Guerricaechevarría nos habla de su labor como adaptador: «Se suele decir que las buenas novelas no lo son para adaptarlas, y que las malas son aquellas que deben se adaptadas,pero esto es algo con lo que no estoy de acuerdo, menos aún después de este trabajo. Una buena novela es una historia con buenos personajes, como es el caso. Y a los hechos me remito: fue un trabajo de adaptación fácil, porque lo disfrutamos mucho».
Vuelve Daniel Monzón: «Admito que tenía cierto miedo a lo que fuera a pensar el autor de la novela. Pero por suerte, cuando Javier Cercas vio por fin la película, no paró de aplaudir y nos abrazó al terminar la proyección. Considero que para ser fiel al espíritu de la novela, tienes que ser infiel a la letra, esto es algo que tanto Jorge como yo nos aplicamos siempre que tenemos que llevar a cabo un proyecto de estas características».
Los actores Marcos Ruiz, Begoña Vargas y Chechu Salgado nos hablan de la que ha sido su primera gran experiencia cinematográfica: «Lo único bueno del confinamiento fue que nos dio el tiempo suficiente para que primero nos fuéramos conociendo, Daniel nos invitó a hacer muchas sesiones de zoom y a usar el grupo de Whatsapp que creamos para que fuéramos creando un auténtico sentimiento de banda. Después pudimos hacer nuestras propias investigaciones para irnos introduciendo en aquel mundo quinqui. Vimos muchas películas de la época, pero también muchos programas televisión de aquellos años, leímos muchos fancines temáticos… Eran unos deberes fantásticos».
Daniel Monzón da más detalles sobre esa etapa de la producción: «Me interesaba la frescura de un reparto que antes no se hubiera enfrentado al cine; esta autenticidad, esta calle que destilan. Cuando ya tuvimos el casting confirmado, o "la banda", como nos gustaba llamarles, a partir de aquí, lo que quisimos es que se creara camaradería real entre ellos. Fue muy importante aprovechar el impasse del confinamiento para ir cimentando esta relación. Ese tiempo quería que lo aprovecharan empapándose de títulos como ‘Asignatura pendiente’, ‘La escopeta nacional’ o, por supuesto, algunos de los grandes clásicos de Eloy de la Iglesia».
Y sigue con esto: «En este contacto que les propusimos, sentimos que se iban contaminando los unos a los otros, en el mejor de los sentidos, claro. Quería que la pantalla destilara la verdad de esas relaciones humanas que no se pueden falsear. Quería que ‘Las leyes de la frontera’ hablara de un cariño real, pero también de un sentimiento de melancolía sobre un pasado que podría haber sido y no fue».
Y ya que sale la referencia del cine quinqui, Daniel Monzón explica: «Ese cine de los 70/80 es una cosa muy especial, muy encapsulada. Era algo casi documental, pues la mayoría de películas estaban interpretadas por la gente que salía-de y que vivía-en esas realidades. Ahora no creo que exista un cine que se parezca a aquel, pero porque aquello era muy particular. Nuestro acercamiento a estas películas no tenía que ser manierista, por esto adoptamos el punto de vista del protagonista de la historia, un chico de clase media que se acerca a este mundo. Hay una cierta distancia en ello, un punto de estilización del género, o de vitaminación, en nuestra voluntad de añadirle una mirada contemporánea».
Un detalle revelador, respecto a este acercamiento al género: «Usamos muchas canciones de la época, pero también, dentro de esa estilización de la época, descubrimos a un grupo maravilloso, de nombre aún más espectacular: Derby Motoreta’sBurrito Kachimba, unabanda de rock progresivo sevillano, una mezcla entre Triana y Led Zeppelin. Les pedí que hicieran sus propias versionas de algunos grandes hits de la época, y el resultado fue fantástico».
Daniel Monzón sigue hablando del cine quinqui: «Es evidente que nosotros hemos trabajado con más presupuesto del que tenían aquellos directores, pero el cine quinqui tiene un espíritu suidica (un brío, un lanzarse a rodar a la brava) con el que no se puede rivalizar. Esa autenticidad es irreproducible. Para mí, el género quinqui es como la versión ibérica del western; acierta mucho al retratar los claroscuros de la sociedad española. No en vano, los quinquis eran la cara B de ese relato luminoso de la Transición».
Por último, el director reflexiona sobre su ya dilatada filmografía: «Yo me meto en cada proyecto casi de manera irracional: cada uno me llama desde dentro; siento que me palpita. Me cuesta ver las direcciones que a lo mejor ha ido describiendo mi carrera, porque voy siempre película a película. Ya de pequeño me di cuenta que no me gustaba vivir una sola vida. Para mí, hacer cine es vivir muchas vidas. Cada vez que hago una nueva película, me meto en una nueva vida».

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