Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

«The Sparks Brothers»

Es muy bueno cuando en una misma película se juntan un director y unos protagonistas que por separado están en la cresta de la ola, que es lo que les ocurre a Edgar Wright y al dúo Sparks. Vamos a empezar por el británico, que acaba de triunfar en la Mostra de Venecia y en el festival de Sitges con su thriller terrorífico ‘Last Night in Soho’ (2021), una película más seria de los habitual en él, que recoge el ambiente del London Swinging de los años 60, pero mostrando su lado más oscuro y criminal. Le supone el ascender un peldaño más en su exitosa filmografía, máxime cuando viene de superarse al otro lado del Atlántico con la trepidante e irresistible ‘Baby Driver’ (2017), y ya prepara también en Hollywood su primer largometraje de animación para DreamWorks titulado ‘Shadows’ (2022). Pero si por algo es famoso el bueno de Edgar es por su ‘trilogía del cornetto’, con la que jugaba en casa, y que la forman ‘Shaun of the Dead’ (2004), ‘Hot Fuzz’ (2007) y ‘The World’s End’ (2013). Siendo tan british representa muy bien la admiración que en las islas sienten por los angelinos Sparks, a los que en EEUU nunca han reconocido con el mismo entusiasmo, hasta el punto de que sin ellos y su concepto del rock operístico no hubiera existido el fenómeno Queen.

El documental musical ‘The Sparks Brothers’ (2011) es una celebración de los 50 años de carrera como el dúo Sparks, si bien en realidad empezaron antes de 1971, ya que tuvieron un grupo anterior fundado en 1966 con el nombre de HalfNelson. El relato sigue su evolución a modo de guía discográfica álbum por álbum, que son muchos, pero deteniéndose en las canciones que resultan claves para lo que se quiere contar. Los testimonios de sus colaboradores demuestran que siempre han trabajado con los mejores, desde sus inicios hasta la actualidad. Se ríen de los documentales que utilizan a los llamados bustos parlantes, pero a sabiendas de que están haciendo lo mismo con todo el descaro del mundo.

Lo que más llama la atención es que con el paso de los años no solo no han perdido su sentido del humor, sino que todavía lo han afinado más. Si sus letras son irónicas, no digamos ya sus embromadas declaraciones. Ron Mael (75 años) es el que más se presta al gag, caracterizado por su eterno bigote tomado prestado de Chaplin en su parodia de Hitler, mientras Russell Mael (73 años) sigue muy activo, con esa energía bailona que transmite en los conciertos en su condición de front man, mientras su hermano, sentado al piano, desarrolla todo su extravagante repertorio gestual. Se compenetran a nivel de imagen, al igual que musicalmente el falsete de la voz se ve arropado por un manto pianístico constante.

Pero, a pesar de su apariencia cómica, son muy serios en su trabajo, y sus colegas les consideran unos genios de la composición, que llevan revolucionando el mestizaje musical de las partituras clásicas con el rock, el jazz y el pop desde siempre. Así lo confirman los grandes músicos que les han producido sus discos, como Todd Rundgren, Tony Visconti o Giorgio Moroder.

Otro tanto cabe decir de cantantes e instrumentistas que han tenido la suerte de trabajar con ellos, y en el documental aparecen Beck, Björk, Steve Jones (Sex Pistols), Flea (Red Hot Chili Peppers), Jane Widelin (The Go-Go’s), Pamela Des Barres (The GTO’S), Gillian Gilbert (New Order), Stephen Morris (Joy Division), Alex Kapranos (Franz Ferdinand), Thurstone Moore (Sonic Youth), Andy Bell (Erasure), Vince Clarke (Depeche Mode), James Lowe (The Electric Prunes), o Nick Rhodes y John Taylor (Duran Duran), etcétera, etcétera.

Y por el lado de los comediantes que se identifican con su talento humorístico están Mike Myers, Patton Oswalt, ‘Weird Al’ Yankovic, Jason Schwartzman y, cómo no, la pareja cómica de las películas de Wright que forman Nick Frost y Simon Pegg.

Hay más hallazgos, como otras óperas rock que han hecho antes de ‘Annette’.