Dabid Lazkanoiturburu

Sinrazones, y razones, de unos y de otros

La delegación rusa llega al encuentro de Ginebra.
La delegación rusa llega al encuentro de Ginebra. (Denis BALIBOUSE | AFP)

No es fácil desasirse de tantos prejuicios y a prioris a la hora de analizar la crisis en torno a Ucrania o, lo que lo mismo, a las tensas relaciones entre Occidente, liderado por EEUU, y Rusia.

No le falta razón a Moscú cuando se siente cada vez más cercada. Ya no es solo que los países del Pacto de Varsovia y que las repúblicas bálticas exsoviéticas formen parte de la OTAN (y de la UE).

Con Moldavia en el limbo por la pica rusa en Transnistria, Georgia, Ucrania y Bielorrusia, incluso Kazajistán estos días, han vivido, con desigual suerte, escenarios de protestas vistos por Rusia como una amenaza directa.

Pero lo que no puede el Kremlin es arrogarse un derecho supraestatal a contar con un cinturón de países satélites, ni siquiera con Ucrania, por mucho que apele a cuestiones milico-históricas como al Rus de Kiev, cuna de la Rusia eslava.

 

Convendría que EEUU dejara de tratar con esa mezcla de  superioridad y desprecio a Rusia. Y que esta se dejara de ínfulas y se centrara en sus déficits internos, que afectan al fin y a la postre a su extranjero cercano

 

EEUU, por su parte, tan dado, y criticado por ello, a reivindicar –a sojuzgar– al continente americano como su patio trasero y su espacio vital, debería ser más sensible a la aprensión de Rusia. Lo sería si aprendiera de la historia y recordara su furibunda reacción al plan de la URSS para instalar misiles en Cuba en plena Guerra Fría, que estuvo a punto, si no hubiera sido por la marcha atrás de Moscú, de provocar una crisis bélica de consecuencias incalculables.

Otro tanto ocurre con la cuestión del desarme. Rusia insiste en vincularlo a cuestiones geográficas (repliegue del armamento nuclear a los silos de cada país) mientras EEUU pone el acento en el arsenal de ojivas, superior en el caso de Rusia. Pero Washington vuelve a olvidarse de que fueron los EEUU de Bush junior, y no Rusia, los que se retiraron hace 20 años del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM).

Convendría, quizás, que EEUU dejara de tratar con esa mezcla de superioridad, desaires, y desprecio a Rusia.

Y convendría, quizás, que Rusia dejara de jugar al órdago en política internacional y se centrara más en sus déficits internos, que la confirman como una potencia menor, regional y geográficamente inmensa, pero menor. Porque si lo hiciera, y encarrilara problemas como el de la modernización de su economía y el de la corrupción oligárquica, sería sin duda más atractiva  en su extranjero cercano. En Kiev y en Tblissi.

Va a resultar, al fin y al cabo, que estamos ante la manifestación de una crisis doble: la de un imperio fallido como el de Rusia (personificado en su día en la URSS) y la de un imperio, el estadounidense, venido a menos y que insiste en mostrar músculo ante un rival menor mientras es cada vez más incapaz de frenar el ascenso de su principal amenaza: China.