Pello Guerra

Tutera puede albergar la mayor necrópolis islámica del norte de la Península Ibérica

Con entre 5.000 y 6.000 enterramientos, Tutera puede albergar la mayor necrópolis islámica del norte de la Península Ibérica. Localizada en un monte ubicado en el casco urbano, ya se han excavado más de 400 fosas datadas entre los siglos XI y XVI, y donde se han encontrado piezas singulares.

Algunas de las tumbas que forman parte de la necrópolis islámica de Tutera, que puede ser la más grande del norte de la Península Ibérica.
Algunas de las tumbas que forman parte de la necrópolis islámica de Tutera, que puede ser la más grande del norte de la Península Ibérica. (GOBIERNO DE NAFARROA)

En un monte ubicado en pleno casco urbano de Tutera, se está excavando la que puede ser la mayor necrópolis islámica del norte de la Península Ibérica, ya que, según las previsiones de los expertos, puede albergar entre 5.000 y 6.000 enterramientos.

Con motivo de la ampliación del colegio Torre Monreal, en 2019 comenzaron unas obras que dejaron al descubierto una serie de enterramientos. Su aparición no fue una sorpresa, ya que «se tenían ciertos indicios, porque aparecían restos óseos en la zona, pero se situaban en la francesada o en un centro colérico ubicado en la zona», según ha explicado el arqueólogo Óscar Sola Torres en una charla ofrecida en la UPNA titulada ‘La muerte en la Tudela islámica: investigaciones arqueológicas en la necrópolis de Torre Monreal’.

Sin embargo, los trabajos arqueológicos realizados en la zona evidenciaron que lo que se había localizado era una necrópolis islámica, más concretamente mudéjar, y cuya utilización se prolongó entre los siglos XI y XVI.

Tutera estuvo bajo dominio musulmán hasta el año 1119. (Lander F. ARROYABE/FOKU)



Según detalla Sola, entre el siglo VIII y 1119, Tutera estuvo bajo dominio islámico, con una población que contaba con una necrópolis en una zona extramuros pegada a la ciudad medieval y que correspondería con la actual calle Herrerías. Esa zona fue excavada entre 2005 y 2006, y se encontraron enterramientos múltiples debido probablemente a una epidemia. Esa necrópolis, que Sola denomina andalusí, se mantuvo en uso hasta aproximadamente el año 1050, cuando fue abandonada.

Pocos años más tarde, concretamente en 1119, el rey de Iruñea y Aragón Alfonso el Batallador conquistaba la ciudad para las armas cristianas. A la población musulmana de Tutera se le obligó a elegir entre tres opciones: recibir un salvoconducto para trasladarse a territorio bajo dominación islámica, otra pasaba porque se convirtieran al cristianismo y la tercera consistía en que les daban un año para abandonar sus viviendas para instalarse en una zona al oeste del recinto medieval de la ciudad.

Ese último espacio terminó convirtiéndose en el barrio de la Morería, donde vivieron los musulmanes tudelanos hasta 1516, cuando las autoridades españolas que habían conquistado Nafarroa pocos años antes prohibieron a los mudéjares conservar sus creencias y ritos, por lo que debían abandonar el territorio o convertirse a la religión católica.

Tres tipos de tumbas

Por lo tanto, durante 400 años, los musulmanes que permanecieron en la Tutera cristiana fueron enterrados en una zona que actualmente es casi una isla dentro del casco urbano, ya que consiste en un monte con zonas de pinos en la que se levantan la Torre de Monreal y unos pocos edificios.

En ese lugar, las excavaciones arqueológicas realizadas desde 2019 han dejado al descubierto un total de 441 tumbas, que se dividen en tres grupos diferentes atendiendo a sus características. Como detalla el arqueólogo, en concreto están «la simple, la tumba con una subfosa en la que se encajaba el cuerpo en decúbito lateral derecho, y la que tiene cubeta lateral y escalón, que es la más habitual y que es la primera vez que la hemos visto en Navarra».

Sola achaca esta «variación excepcional» a la «evolución en la forma de enterrar que experimentó la comunidad musulmana» en Tutera, aunque en todas, la persona fallecida era enterrada sin ataúd, con el rostro o el cuerpo mirando a la Meca, y el cadáver se protegía con tierra o lajas de piedra.

Otro elemento que ha llamado la atención de los expertos es que algunos enterramientos aparecen cortados por otros realizados posteriormente. Una posible explicación consistiría en que «tal vez la necrópolis estaba delimitada, en un área restringida, y al no poder crecer en extensión, reutilizaban espacios».

De hecho, se han encontrado dos osarios en los que se depositaban los restos que aparecían al excavar nuevas fosas en lugares donde ya había un enterramiento y que habrían comenzado a entrar en uso a mediados del siglo XII.


Una de las piezas más singulares localizadas en la necrópolis es este medallón de oro. (LA MUERTE EN LA TUDELA ISLÁMICA)



Objetos que denotan poder adquisitivo

La maqbara de Tutera también se caracteriza porque han aparecido diversos objetos en una veintena de fosas, cuando «lo habitual es la austeridad y ausencia de ajuares en las necrópolis islámicas».

En concreto, se han encontrado piezas como collares, anillos y pendientes, e incluso un conjunto de 28 monedas contenidas en una bolsa de cuero junto con una llave que portaba un individuo, «un caso singular y excepcional». Son monedas aragonesas y una escocesa del siglo XIV.

La pieza más singular hallada es un medallón de oro aparecido en un enterramiento infantil y también destacan los llamados entorchados, que consisten en hilos de seda o lino que están envueltos con hilos metálicos de oro y plata. Aparecen en la zona del cráneo y podrían estar relacionados con almohadas o cofias.

Los collares y entorchados han aparecido en las tumbas de individuos no adultos, los anillos principalmente en adultos y los pendientes tanto en adultos como en no adultos. Son objetos que «denotan un poder adquisitivo» y algunos podrían ser utilizados «para proteger contra el mal de ojo», resalta Sola. Los restos localizados fueron trasladados al almacén de Arqueología del Gobierno de Nafarroa.

Por el momento se han excavado 364 fosas en la ampliación del colegio Torre de Monreal y otras 77 en un solar de la avenida del Barrio, a una cierta distancia. En este último lugar se hizo una intervención arqueológica en junio y julio de 2021, y se localizaron esas tumbas datadas en los siglos XIII y XIV. Este espacio podría ser una ampliación de la necrópolis a consecuencia de «la adquisición de tierras o de que se les da derecho a enterrar», ya que no se produce la reutilización de espacio que sí ha aparecido en otros lugares.

En ese solar se realizaron las excavaciones después de que un año antes se hubiera llevado a cabo una serie de sondeos para intentar determinar las dimensiones reales de la necrópolis. Se hicieron 46, de los que 24 dieron resultado positivo.

Como siete campos de fútbol

Atendiendo a los sondeos, los expertos calculan que la extensión original de la necrópolis pudo alcanzar los 32.500 metros cuadrados, «como seis o siete campos de fútbol», compara el director de las excavaciones.

De ese total, en unos 21.100 metros cuadrados se conservarían restos y serían la zona para realizar trabajos arqueológicos, con un área intacta de unos 10.500 metros cuadrados. En este último espacio podrían conservarse «en torno a los 5.000-6.000 enterramientos», a los que se sumarían los que podrían permanecer «en el subsuelo bajo las viviendas, colegios y viales-calles existentes en la zona, que suman un total de 21.000 metros cuadrados y subirían a 7.000-8000 enterramientos».

Área de 21.000 metros cuadrados de la maqbara de Tutera. (LA MUERTE EN LA TUDELA ISLÁMICA)


Como concluye el arqueólogo, estos datos dan muestra «de la envergadura de la maqbara, siendo una de las mejor conservadas y extensas del norte de la Península».

Teniendo en cuenta su importancia, el Ayuntamiento de Tutera ha iniciado las gestiones para solicitar la declaración de la necrópolis islámica como Bien de Interés Cultural, lo que dotaría al yacimiento de protección ante posibles desarrollos urbanísticos en esa zona.

Además de proteger la necrópolis, Sola aboga por ponerla en valor, como se ha hecho en otros lugares, con fórmulas que podrían pasar por identificar las tumbas con una delimitación de cada una de ellas y con el apoyo de paneles informativos. O incluso la posibilidad de instalar una cubierta que proteja esas fosas que nos acercan un episodio fundamental de la historia de Tutera.