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Supervivientes alertan: la manipulación y el control, primeros pasos hacia el feminicidio

Las muertes por violencia machista no son una casualidad con la que se topan estas mujeres de repente, sino un océano que va llenándose a lo largo del tiempo y que comienza con el control y la manipulación, una realidad que atestiguan cientos de supervivientes a esta lacra.

Ana Delgado y Elena Malaguilla han relatado su experiencia a estudiantes de Zizur Nagusia.
Ana Delgado y Elena Malaguilla han relatado su experiencia a estudiantes de Zizur Nagusia. (NAFARROAKO GOBERNUA)

Dentro de los actos del 25N, supervivientes de la violencia machista han alertado de que la manipulación y el control son los primeros pasos hacia el feminicidio. Entre ellas figuran Elena Malaguilla y Ana Delgado, dos supervivientes al intento de darles muerte de sus exparejas que han querido narrar este viernes sus experiencias ante los alumnos de Secundaria del IES Zizur BHI para concienciarles sobre esta realidad y mostrarles la importancia de detectar y no consentir una violencia de género muy presente entre los jóvenes.

«A las mujeres se nos controla a través de la culpa y la vergüenza», ha advertido Malaguilla recordando cómo ella no entendía por qué aguantaba los continuos gritos y descalificaciones de su entonces pareja, algo que le provocaba una intensa vergüenza que le impedía contárselo a nadie, porque «esa manipulación te hace sentirte culpable».

Esto, ha señalado, se dio desde el principio de una relación que ella consideraba normal, pero en la que él empezó a aislarle hablando mal de sus amigos y con un «maltrato psicológico que en aquel momento normalizaba con posesiones, manipulación y mentiras» materializadas en forma de celos y control que en aquel momento ella interpretaba como amor.

Siempre va a más

«El maltrato siempre va a más», ha advertido, señalando que después de tener hijos se fue acentuando en su caso hasta que un 1 de enero y tras 13 años de relación intentó matarla, propinándole «una paliza de hora y media» de la que consiguió escapar «por los pelos».

«Yo ahora, después de 14 años, empiezo a estar bien», ha reconocido Malaguilla, que en la actualidad imparte cursos de autodefensa feminista a los que ha llegado tras un proceso «muy complicado y muy largo» en el que fueron fundamentales sus años de terapia individual y grupal, y su asistencia a un curso de defensa personal para mujeres.

Ana Delgado es uno de esos ejemplos de que la violencia machista no entiende de posiciones socioeconómicas ni intelectuales. Ella, enfermera y él, profesor con un doctorado, pero «muy narcisista» y que «se lo quería llevar todo a su terreno».

A su juicio, es muy importante que se lleven a cabo acciones de sensibilización de esta realidad con los jóvenes para que conozcan de qué se trata y que «ninguna mujer sufra violencia de género», con la esperanza de que testimonios como el suyo ayuden a «reflexionar sobre la importancia de que hombres y mujeres nos relacionemos en igualdad».

Al igual que Malaguilla, es un milagro que Delgado pueda contar lo que le sucedió, ya que incluso los médicos y familiares pensaron que iba a morir, puesto que «tenía señales de ensañamiento» y la pared quedó llena de marcas.

Según ha relatado, lo que recuerda es que la mañana del 20 de febrero del 2021, cuando se iba a levantar de la cama, él entró en la habitación armado con una vara con forma de cruz y comenzó a golpearle perdiendo ella el conocimiento, algo que, ha asegurado, fue una suerte, porque impidió que él acabase con su vida.

En su caso, ha señalado, llevaban mucho tiempo en proceso de separación, pero él «no quería separarse» ni «desprenderse de nada» y «no hacía caso a los acuerdos» que les proponían los abogados.

A causa de este ataque, ha comentado, sus funciones fisiológicas y mentales «están entorpecidas» y ahora se encuentra a la espera de que se celebre el juicio contra su agresor y solo espera que «se haga justicia».

«La lucha se lleva a cabo todo el año»

El relevo lo toman ahora los jóvenes, alumnos como Aïcha Abahli y Aimar Remesar, que han ejercido de portavoces para dejar claro que «la lucha feminista se lleva a cabo todo el año» y no es una moda, un pensamiento que ya de por sí, han señalado, es violencia.

La violencia, han aclarado, no es solo física y deja marcas en la piel, sino que también puede ser sexual, económica o psicológica y para terminar con ella, «lo primero que hay que hacer es reconocerla».

«Ser feminista no significa que pensemos que las mujeres necesitan derechos especiales, sino que merecen los mismos», han manifestado subrayando que «no se lucha por ser más», sino «por ser igual».

En el acto también ha participado la directora gerente del Instituto Navarro para la Igualdad, Eva Istúriz; el vicepresidente y consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior, Javier Remírez, y el consejero de Igualdad, Carlos Gimeno, quienes han coincidido en la importancia de luchar por la igualdad a través de la educación.

En el mismo sentido se ha expresado el director del centro educativo, Patxi Ozkoidi, quien ha considerado que «la formación integral del alumnado es imprescindible» y ha puesto en evidencia que la celebración del 25N es necesaria, porque «queda mucho por cambiar» teniendo que dar también los varones «pasos en firme, tomar consciencia y responsabilidad».