Iker Fidalgo
Crítico de arte

Activar la memoria

Una de las capacidades del arte es la de hacer de lo íntimo algo compartido y, en consecuencia, colectivo. La obra, muchas veces creada desde lugares introspectivos o por necesidades expresivas, acaba convirtiéndose en un cuerpo capaz de conectar diferentes percepciones. En esta cualidad reside el poder de entrelazar sensibilidades superando cualquier intento basado en la objetividad. Poner en valor la mirada propia fortalece la veracidad de aquello a lo que nos enfrentamos y nos ayuda a formar parte de una misma cosa. En la reseña de hoy hablamos de una pieza que, desde su intimidad, nos invita a dialogar con ella y a entender la pulsión que disparó su proceso creativo.

A finales de marzo, el Museo Artium presentó ‘San Simón 62’, un documental realizado por Mirari Echavarri (Iruñea, 1988) e Irati Gorostidi (Eguesibar, 1988) en 2022 y que podrá disfrutarse hasta el 18 de este mes. La película supone un nuevo capítulo de la programación de Sala Z. Un espacio que, desde el año 2021, acoge esta línea del museo gasteiztarra creada con la pretensión de dar visibilidad a aquellos trabajos que conviven entre las capacidades de lo cinematográfico, lo artístico y lo expositivo. En el marco de Punto de Vista, el Festival Internacional de Cine Documental de Nafarroa y de su programa X Films en la edición del 2021, Gorostidi y Echavarri iniciaron un proceso de creación fílmica en torno a una investigación sobre la Comunidad del Arcoiris establecida en Lizaso durante los años 80.

Un proyecto comunitario que sirvió como punto de encuentro para jóvenes de diferentes procedencias que se reunieron con la idea de proponer y practicar otras formas de vida desde la espiritualidad, la experimentación con el cuerpo o la meditación. El camino de realización del film es a su vez una inmersión en la biografía de las autoras, pues sus familias formaron parte de la comunidad, y particularmente en el duelo aún presente por el fallecimiento de las madres de ambas cineastas. De hecho, la Sala Z nos recibe, antes de la oscuridad de la proyección, con una pequeña fotografía de las protagonistas de esta pieza.

La película, que dura aproximadamente media hora, no trata de construir una narrativa documental y objetiva respecto a la comunidad. En realidad, no se entretiene apenas en la puesta en situación del contexto social o de las fechas en las que sucedió todo. Prácticamente desde el principio nos sitúa en un lugar en el que entendemos que vamos a formar parte de una búsqueda, a rescatar una memoria o a encontrar respuestas a preguntas que no pudieron llegar a ser planteadas. Las directoras asumen papeles protagonistas, apareciendo en los planos y dejando sus voces presentes en los diálogos. Junto con ellas nos acercamos en coche a una casona donde vivía la comunidad y que hoy, convertida en convento de clausura, es imposible de visitar. En este traslado hablamos con vecinos y vecinas del pueblo que nos comparten sus recuerdos y sus opiniones respecto a todo lo que allí sucedía. En otra línea paralela, Echavarri y Gorostidi entrevistan a personas que vivieron en la comunidad y que conforman algunos lazos afectivos, aún vigentes, de sus familias. A través de ellas comenzamos a entender la vida que abrazaron y sus recuerdos, así como sus dudas, contradicciones e incluso arrepentimientos. Todo ello salpicado con varias imágenes de archivo, metraje que se acerca a las publicaciones originales y grabaciones sonoras.

El proyecto camina a través de un desarrollo formal muy cuidado. La textura de la imagen granulada y con un color que tiende a la baja saturación, permite el registro de la luz y de las atmósferas de una manera muy sensible. El sonido de las voces en cada conversación se desprende muchas veces de la propia imagen, proponiendo una experiencia perceptiva que acompaña todo el montaje.

Podemos entender que ‘San Simón 62’ es en muchos aspectos una película sobre el amor y un homenaje a su memoria. Una manera de entender la vida de aquellas que nos trajeron al mundo y de cuyas decisiones hoy somos resultado. No cae en nostalgias desactivadoras, sino que rodea la necesidad de agarrarse a la presencia de un relato fragmentado que se reconstruye en cada secuencia.