Mariona BORRULL

«O corno», la culpa que nos carcome y la paz que nos espera

‘O corno’ se ha hecho con la Concha de Oro de Zinemaldia. Este es la crítica de la película de la donostiarra Jaione Camborda publicada este domingo en 7K, antes de conocerse el galardón.

Janet Novás recoge cornezuelo en un fotograma de “O corno”, película de la donostiarra afincada en Galiza Jaione Camborda.
Janet Novás recoge cornezuelo en un fotograma de “O corno”, película de la donostiarra afincada en Galiza Jaione Camborda. (NAIZ)

‘O corno’ empieza como un cuento de terror y continúa como uno de aventuras, aunque si la describieras, nunca recurrirías al cine para explicarla. Estrenada en el prestigioso Festival de Toronto, ‘O corno’ es una película de cuerpos que se bambolean, de la culpa que nos carcome y de la paz que nos espera tras cada decisión tomada, de veras, por nuestra cuenta.

Esta es la historia de María (Janet Novás), una marisquera de A Illa de Arousa, allá en 1971. María también es una partera muy querida en la comunidad de mujeres de la isla, en parte porque ayuda a aquellas quienes acuden a ella para abortar de forma clandestina. Cuando finalmente algo sale mal, María se verá obligada a huir por las rutas de contrabando a Portugal, solo con harapos y mala conciencia por compañeras. La película de Jaione Camborda trata sobre cómo la red de cuidados entre mujeres se extiende y nos acoge, allá donde vayamos.

Es el gran canto a la maternidad como concepto blando de Jaione Camborda, directora y guionista donostiarra afincada en Galiza que debutó en el largometraje con ‘Arima’ (2019), Premio a Mejor Dirección en la sección Nuevas Olas del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Antes, Camborda llevaba ya un corpus bien nutrido de cortometrajes rodados en celuloide (‘Proba de Axilidade’, ‘Nimbos’, ‘Lilit’, ‘Rapa das Bestas’), todos en el seno de su productora Esnatu Zinema.

Por mucho que ‘O corno’ sea una segunda película, en realidad, por temática y tacto puede entenderse como hija aventajada de todos ellos. A la actriz Janet Novás, la otra gran constructora de María, la conocemos por su faceta como bailarina y coreógrafa (premio El Ojo Crítico de Danza).

El título de la película toma su nombre del ‘corno do centeo’ o cornezuelo, un hongo que se encontraba en las espigas del centeno y que fue muy utilizado en Galiza por su poderoso principio activo. Explica Camborda que «este proyecto nace de la necesidad de explorar la relación de nuestro cuerpo y nuestras decisiones ante la capacidad innata que tenemos las mujeres para concebir y alumbrar vida». El parto y el aborto son conquistas sobre la vida de cada una, defiende la cineasta, que ha querido «plantear una relación más física y mamífera del parto alejada de las formas de representación hegemónicas donde el parto suele adquirir una dimensión psicológica e incluso histriónica».

En unos años llamarán a la película ‘nuevo rural gallego’ por destilar la fortaleza de las relaciones en los márgenes del Estado español moderno, eso sí, sin quedarse en los rasgos que formaron al Novo Cinema Galego instaurado por Eloy Domínguez Serén, Diana Toucedo o Lois Patiño. Igual que ‘Matria’ de Álvaro Gago con María Vázquez, antes que nada ‘O corno’ es cine de fronteras y hermanas, y nace queriendo ser libre de etiquetas.