Suelta de camiones de la limpieza tras el paso de los toros en el encierro
Una vez que los toros ya están descansando en los corrales de la plaza de toros tras protagonizar el encierro, tiene lugar una nueva suelta, pero esta vez de camiones de la limpieza de la Mancomunidad de Iruñerria, que vienen a completar el trabajo ya realizado antes de la carrera.
Con el encierro ya finalizado, comienza una segunda suelta, pero esta vez de camiones de limpieza de la Mancomunidad de Iruñerria, que se encargan de completar el trabajo de los primeros equipos que se han ocupado de despejar el recorrido de suciedad antes de que arranque la carrera.
Subiendo por la cuesta de Santo Domingo una hora después del encierro, lo que se ve correr es el agua enjabonada que baja a toda velocidad después de ser expulsada por la manguera que sujetan con fuerza los empleados de limpieza de Iruñerria.
Los viandantes tienen que echarse a un lado, ya que se trata de dejar trabajar a los profesionales que velan por que las calles de la ciudad aparezcan limpias en medio de la marabunta, especialmente la registrada el pasado fin de semana de arranque festivo.
Ese camión es el primero de los muchos que aparecen distribuidos por el recorrido. En la plaza del Ayuntamiento, otro más se encarga de dejar como la patena la plaza Consistorial. El chorro de agua se lleva residuos de todo tipo, que posteriormente otros operarios van recogiendo en canastos una vez agrupados de esa manera.
Más camiones aparecen en la zona de Mercaderes, mientras otro baja por Txapitela y algo parecido sucede en la Estafeta.
En realidad, se puede decir que baldean prácticamente sobre mojado, ya que una operación similar ha tenido lugar unas horas antes y más centrada en el recorrido del encierro para que esté en las mejores condiciones.
Entre semana resulta relativamente más sencillo, pero el día 7 y para más señas, domingo, la tarea se complicó notablemente, hasta el punto de que un camión de la limpieza todavía andaba por Estafeta a las 7.30 horas despejando el recorrido de suciedad entre unos corredores que esperaban ansiosos y nerviosos protagonizar la primera carrera de las fiestas.
Ese trabajo de limpieza se procura escalonar y arranca sin que haya salido el sol, que hay mucho tajo, a pesar de que los vasos reciclables intentan frenar esa oleada de residuos que genera la fiesta.
Así que se va prolongando a lo largo de toda la mañana, con los operarios, manguera en ristre, limpiando los más diversos rincones de Alde Zaharra, donde aflora sin parar la basura.
Una vez despejadas y regadas las calles, ya llega la recogida de los contenedores, con más camiones deambulando por las calles iruindarras en compañía de trabajadores en verde y amarillo que se encargan de despejar el terreno para que la gente siga disfrutando de las fiestas de la manera más limpia posible.
Por el momento, no se han hecho públicos datos de cuánta basura se ha llegado a recoger en unos sanfermines iniciados en fin de semana y con la ciudad abarrotada. Todo apunta a que probablemente se superarán las cifras del año pasado, cuando se recogieron 326 toneladas de residuo.
De esa labor se encargaron entonces 300 personas y 70 máquinas, que vivieron un aumento de la basura de barrido, pese a la colocación de contenedores rojos de 1.000 litros en Plaza del Castillo y en la campa de la Vuelta del Castillo, en el entorno de los fuegos artificiales.
Siempre es una tarea titánica, ya que no parece tener fin y no para de surgir más basura que seguir retirando de las calles iruindarras. Es uno de los lados oscuros de la fiesta, pero que también se combate con ganas y dedicando los medios que sean necesarios.

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