
Exagerada, sangrienta, impactante: la película ‘La matanza de Texas’ cumple 50 años este viernes. Se estrenó el 11 de octubre de 1974 después de una larguísima búsqueda de distribudores.
Obra maestra del cinema del terror, mito en sí misma más allá de la calidad efectiva del producto, su importancia está sobre todo en haber creado una especie de «franquicia del miedo» a través de un villano inolvidable (Leatherface, ‘Cara de cuero’) y escenas que a pesar de una realización bastante artesanal se han quedado en la memoria de los aficionados y hasta de las personas que nunca han visto esta peli pero han convivido con algunas imágenes.
El miedo al lo desconocido
Tiene una motosierra pero no es Milei: se trata de Leatherface, el protagonista indudable de la película. De hecho, el título original iba a ser simplemente ese, ‘Leatherface’.
Hay pocos rostros más reconocibles en la historia de la industria cinematográfica que el de este asesino enmascarado que casi disfruta matando a sus víctimas mediante aquella herramienta normalmente usada para cortar troncos. Desde entonces se ha hecho tan familiar que ha acabado hasta en disfraces de Carnaval.
Lo damos por interiorizado pero el personaje es la traslación a la gran pantalla de un verdadero asesino en serie uno de los más terroríficos (él sí) de la historia del crimen estadounidense: Ed Gein, una especie de proto-Dahmer, con el cual comparte curiosamente el lugar de nacimiento, el Estado de Wisconsin. Alguien que despellejaba y descuartizaba a sus víctimas.
Si este nombre no les dice mucho, añadimos los términos ‘Psycho’ y ‘El silencio de los corderos’, el título de dos películas, y así seguro que se les hará reconocible. Ya sea Norman Bates o Jame Gumb, los villanos tienen algo que recuerda a Gein: la obsesión por la figura de la madre (Bates) y la voluntad de despellejar a las víctimas para luego hacerse un nuevo cuerpo de mujer con sus pieles (Gumb).
Ed Gein, Norman Bates o Jame Gumb comparten algunas características como la obsesión por la figura de la madre y el deseo de despellejar a las víctimas
‘La matanza de Texas’ tiene como «excusa» a Leatherface, y por consecuencia a la historia de Gein, pero su verdadero objetivo es hurgar en nuestros miedos más ancestrales, en el terror de encontrarse de repente perdidos en un lugar desconocido con alguna urgencia, intentando buscar ayuda con el riesgo obvio de acabar en una pesadilla. «La más antigua y poderosa emoción humana es el miedo, y el miedo más antiguo y poderoso es el miedo a lo desconocido», sentenciaba H.P. Lovecraft, escritor de historias del terror ya en el siglo XIX.
La película de Tobe Hooper se inspira exactamente en esto. El director eligió el Estado de Texas, su lugar de nacimiento, «porque hay mucha diferencia entre las grandes ciudades y los sitios del interior, muy aislados». Las carreteras largas, las gasolineras aisladas con los distribudores automáticos de refrescos: todo es un estereotipo aquí, en un 1974 en que todavía había grupos medio hippys moviéndose en grandes furgonetas.
Un éxito incomparable
De ‘La matanza de Texas’ lo sabemos casi todo. A pesar de ser una peli de puro terror conocemos prácticamente cualquier detalle sobre la realización, las grabaciones y cuanto costó, entre 120.000 y 140.000 dólares, que comparado con hoy serían en torno a 700.000.
Conocemos casi todo gracias al libro (‘Chainsaw confidential’) que decidió escribir el actor que interpretó a Leatherface, el islandés Gunnar Hansen, un chavalote que simplemente estudiaba en la misma universidad donde se estaba produciendo el casting de la peli y logró el papel. «Es todo verdadero», subraya uno de los capítulos de su libro, para remarcar así la leyenda que envuelve al film.
La película vino a costar unos 120.000 dólares de la época y acabó recaudando 30 millones solo en Estados Unidos
Si ‘La matanza de Texas’ es una peli que da casi más asco que miedo, con aquel ambiente asqueroso y podrido, es probablemente porque los mismos actores sintieron aquel mismo asco: escenas rodadas en habitaciones cerradas con luces a tope y un calor agobiante, vestidos reutilizados y sucios porque no había suficiente dinero para limpiar la ropa, heridas reales y hasta las risas finales de la única que ha sobrevivido.
Sin olvidarse de los detalles macabros de los cuerpos descuartizados, los animales muertos o la sangre que chorrea. Con un pequeño esfuerzo se podría hasta percibir el olor inaguantable del matadero al principio de la historia o el sudor goteando en la escena-madre de la cena, la más conocida.

Treinta millones de dólares solamente en Estados Unidos: este fue el tremendo éxito taquillero de ‘La matanza de Texas’. Pocas pelis han tenido un resultado comparable, y eso teniendo en cuenta que fue prohibida a los menores de edad.
Con ello resultaba inevitable la creación de una especie de franquicia sobre este tema, cabalgando sobre el boca a boca, un negocio que en Estados Unidos ha funcionado siempre. Leatherface al final se ha convertido casi en un acompañante más, para muchos hasta un amigo, con su motosierra y sus tendencias extrañas: está en otras pelis, en videojuegos, en máscaras de Carnaval... Un Leatherface que Gunnar Hansen no pudo interpretar en la secuela, porque le ofrecieron solamente el salario básico y él, por supuesto, quería más.
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