Al inicio de películas antiguas como 'Peter Pan' (1953) o 'Los aristogatos' (1970), Disney introduce un aviso de descargo donde advierte de la presencia de escenas ofensivas para colectivos o minorías, un anuncio similar al que informa de que en el metraje aparece tabaco, violencia o palabras malsonantes.

El mensaje de Disney alertaba de que «este programa incluye representaciones negativas y/o maltrato de personas o culturas. Estos estereotipos estaban equivocados entonces y lo están ahora. En lugar de eliminar este contenido, queremos reconocer su impacto dañino, aprender de él y generar conversación para crear juntos un futuro más inclusivo».

El jueves pasado, la web Axios adelantaba que la compañía norteamericana ha decidido restar peso a la advertencia y dejarla, simplemente, en que «este programa es presentado como fue originalmente creado y puede incluir estereotipos o representaciones negativas». Como si el racismo o el ataque a las minorías, de repente, no fuera igual de grave.

Algunas de las escenas que denotaban esta advertencia en Euskal Herria son difíciles de apreciar. No hay indígenas que se sientan atacados por la caricatura de 'Peter Pan', ni asiáticos que se identifiquen con el siamés de los gatos-jazz de 'Los aristogatos'. En 'Dumbo' los cuervos que ridiculizaban a los negros fueron doblados con acento andaluz, buscando un cliché denigrante que equivaliera al de los afroamericanos.

Estas advertencias se vinculan a ficciones antiguas. Disney fue evolucionando desde que 'Blancanieves' se estrenara en 1937. A lo largo de las décadas, la empresa de animación de mayor éxito en el mundo acertó a crear iconos amerindios como Pocahontas (1995) y asiáticos como Mulán (1998), una princesa negra como Tiana (2009) y siguió adelante con historias tan brillantes como Encanto (2021), cuya protagonista es una chica hispana de gafas.

Una nueva generación de princesas

En paralelo, sus princesas dejaron de ser bellezas pusilánimes que requerían de ser rescatadas por príncipes azules (con tropiezos horrorosos como 'La sirenita', 1989).

Delicia Aguado, doctora en Comunicación e investigadora sobre estereotipos en producciones culturales, fija el punto de inflexión en lo referente a roles de género en Enredados (2010).

«Rapuntzel tiene un background muy bonito, de una princesa en una torre. Utiliza muchas armas, todas muy femeninas: su empatía, su pelo largo para subirse a los árboles... y enarbola una sartén, que es un elemento del espacio privado. Pero, aun siendo todo bastante tradicional, lo usa para apropiarse del espacio público», señala Aguado.

«Las princesas Disney nunca tienen madre. La compañía evitó siempre mostrar una relación madre-hija», subraya Aguado

Después vendrán las dos películas más destacadas de Disney como referentes igualitarios: 'Brave' (2012) y 'Frozen' (2013).

«En Brave una princesa escocesa se rebela contra su rol y la trama gira en torno a reconstruir la relación con su madre, lo que es toda una novedad. Las princesas Disney nunca tienen madre. La compañía evitó siempre mostrar una relación madre-hija», prosigue la investigadora.

Con 'Frozen', una amistad queda por fin por encima del amor romántico y, además, una reina demuestra que puede gobernar sin tener a ningún hombre a su lado.

Cambios internos en la compañía

Lo que se trasladaba al público a través de sus películas respondía a la propia estructura interna de la empresa, que desarrollaba programas DEI (siglas en inglés, de diversidad, igualdad e inclusión) con unidades especializadas en promover la presencia de minorías y romper con los estereotipos, así como generando un sistema de primas para la creación de argumentos inclusivos y diversos.

Junto con el cambio en la advertencia, la compañía está reemplazando estos incentivos por otros dirigidos a lo que han denominado como «estrategia de talento».

En un artículo, ‘The New York Times’ asegura haber visto ya un correo corporativo firmado por Sonia Coleman, la vicepresidenta ejecutiva, avisando a sus empleados del abandono de las primas DEI.

‘The New York Times’ asegura haber accedido a un correo que anuncia la supresión de las estructuras DEI de Disney

El golpe de timón no sorprende. El actual CEO de Disney, Robert A. Iger, había manifestado en 2022 de que algunas de las ficciones que había generado su compañía se habían vuelto «demasiado políticas» por elegir como protagonistas a personas LGTBI.

En 2021, la anulación de la serie 'La casa búho' fue denunciada como un veto a la relación sentimental entre sus protagonistas femeninas. También levantó polémica la cancelación de un episodio de 'Moon Girl and the evil dinosaur' en el que aparecía un personaje trans.

El producto más arriesgado al respecto lo constituye 'Strange world' (2022), la superproducción que siguió a 'Encanto'. En esta obra coral, el hijo del protagonista está enamorado de otro chico. Si bien, esta relación sentimental constituye una subtrama y no el argumento principal.

Disney en la nueva era Trump 

La eliminación de unidades DEI y el modelo de primas favorable a la generación igualitario dentro de Disney apunta como una forma de congraciarse de la compañía con el nuevo gobierno retrógrado de Trump. Aunque, a diferencia de la boutade de cambiar el nombre del Golfo de México, el presidente no ha exigido nada a Disney en público.

Lo que resulta innegable es que la compañía referente de la animación está haciendo esfuerzos por estrechar relaciones con el nuevo mandatario. En diciembre pasado, el canal de noticias ABC, propiedad de Disney, decidió dejar de pleitear contra Trump y abonar 15 millones de dólares al presidente por una declaración de unos de los presentadores de informativos, George Stephanopoulos, en la que se asegura que Trump había sido declarado responsable de violación.

Según ‘The New York Times’, la ABC tenía motivos para creer que perdería en los tribunales. Sin embargo, este medio asegura que había también miedo de que Trump saboteara informativamente a su cadena, al igual que lo ha hecho con AP por seguir llamando Golfo de México al Golfo de México.

El peso de los estereotipos

«Las conquistas sociales tardan mucho en conseguirse y se pierden en un momento. El de Disney es un cine, un relato, que está generalizado en el mundo, que llega a donde no llega nadie más, y crea referentes», sostiene Marian Moreno, profesora especializada en coeducación y una de las madres de Skolae, el programa premiado por la Unesco como el mejor del mundo en 2019 para la educación en igualdad.

«Si tus referentes son machistas, xenófobos y racistas, es más fácil que tú aceptes ese tipo de mensajes. Ahora bien, si tus referentes no son así, tu mente se abre a que hay otras formas de ser, de amar y de estar en la vida», prosigue Moreno.

Moreno y Aguado comparten la tesis de que Disney no está ahora dando marcha atrás forzada por presiones externas, sino que la dirección de la compañía comparte las creencias reaccionarias. En este sentido, consideran que fue la sociedad la que demandó que las princesas evolucionaran y que la empresa cambió para que sus películas funcionaran en taquilla.

«La sociedad ya no es lo que era, por mucho que los ultras griten más y mira que aquí gritan también», dice Moreno. De ahí que un volantazo brusco hacia las princesas del pasado corra el riesgo de encontrar un mal resultado mercantil.

Las expertas recuerdan que existen otras animaciones que se asientan sobre estereotipos más avanzados que Disney y con calidad análoga.

Aguado reseñó a la japonesa Studio Ghibli y Moreno confirmó que, cada vez se llevan más películas de Ghibli a las aulas para trabajar los estereotipos, así como ciertos cortos de la primera etapa de Pixar, cuando Disney aún no la había adquirido.

Sin embargo, Moreno lamenta que «aunque hay alternativas, Disney es como el Google de la animación y se lo come todo, la que está en todas partes y la que acaban viendo niños y adultos».