Antonia es una ama de casa de sesenta y cinco atrapada por la monotonía y las constantes tareas del hogar que la llevan a estar ocupada todo el tiempo. Gracias a su ajetreada vida, descubre que los baños son los únicos lugares seguros en los que puede estar tranquila sin que nadie la interrumpa para pedirla nada, por lo que allí empieza a desarrollar su verdadera vocación: la literatura.
Así, Antonia aprovecha cualquier momento para fugarse a baños de todo tipo de sitios: cines, discotecas, centros comerciales y lugares de mala muerte en los que ella no se puede sentir más cómoda.
Una historia que toma como inspiración los escritos de Virginia Woolf –a quien el título homenajea–, y en particular un pasaje de ‘Una habitación propia’ que impactó profundamente a la directora. En él, Woolf narra cómo, en el mismo año en que se aprobó el Sufragio Universal (1916), recibió una modesta herencia. La autora afirmaba que, entre el derecho al voto y el dinero, prefería lo segundo. Esa idea sirve como punto de partida para que Lucía Casañ explore, en su ópera prima, una reflexión personal y contemporánea.

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