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La población mundial de elefantes cae de 12 millones a 400.000 ejemplares

Coincidiendo con el Día Mundial del Elefante, que se conmemora este martes, WWF ha alertado del proceso de desaparición de esta especie en el presente siglo. En concreto, la población de estos paquidermos ha pasado de unos doce millones de ejemplares a apenas 400.000.

Una manada de elefantes acude a beber de una charca en el parque nacional keniata de Tsavo.
Una manada de elefantes acude a beber de una charca en el parque nacional keniata de Tsavo. (DENIS-HUOT Michel & Christine | AFP PHOTO)

La población de elefantes ha descendido de unos doce millones a apenas 400.000 ejemplares en el último siglo, una caída que refleja el «drama» que atraviesan estos animales, según ha alertado Luis Suárez, Coordinador de Conservación de WWF, en el marco del Día Mundial del Elefante, que se conmemora este martes.

De acuerdo con los datos publicados por esta asociación conservacionista en 2024, de las tres especies de elefante que existen –dos africanas (elefante de sabana y el de bosque) y una asiática–, en solo 30 años ha desaparecido el 90% de los elefantes de bosque, y en medio siglo, el 60% de los de sabana.

Por su parte, la población de elefantes asiáticos ha caído a menos de 40.000 ejemplares, con casos críticos como los elefantes de Borneo, de los que únicamente quedan unos mil. Suárez ha explicado que el tráfico ilegal de marfil, junto con la destrucción de los ecosistemas, se encuentran entre las principales amenazas que están acelerando la desaparición de estos mamíferos terrestres.

A pesar de la prohibición del comercio internacional de marfil en 1989, dictada por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), se estima que «los cazadores matan alrededor de 20.000 elefantes al año para extraer sus colmillos», según datos de World Animal Protection. Suárez indica que la demanda de este producto como símbolo de lujo en países del sudeste asiático ha provocado una nueva oleada de caza ilegal desde 2008.

Agustín López Goya, director de Biología del Zoo Aquarium de Madrid, comenta que este nivel de caza está generando un efecto incluso a nivel genético, pues «se cazaban los ejemplares con los colmillos más grandes», y esta es la razón por la que estudios indican que «el tamaño actual de los colmillos cada vez ha sido inferior».

Asimismo, Suárez manifiesta que, aunque «algunos países apliquen bien las normativas del tráfico internacional y de control en aduanas, siempre hay rutas abiertas», como en Mozambique o Uganda. Por ello, se necesita «imponer sanciones más severas».

«No puede ser que en algunos países comerciar con especies salvajes salga prácticamente gratis o merezca la pena el riesgo, frente a otros comercios, como puede ser el de drogas y el de armas. Hay que seguir trabajando en la sensibilización», reclama Suárez.

Los jardineros del ecosistema

De acuerdo con los expertos, los elefantes son importantes para la salud de los ecosistemas, pues son conocidos por ser «podadores naturales en los bosques» y «dispersores de semillas». «Los llamamos como los grandes jardineros por esa capacidad que tienen, a veces de destruir, pero también de volver a plantar y de renovar los ecosistemas», dice Suárez.

López Goya coincide en su importancia ecológica y alerta sobre el caso del elefante de Sumatra, una subespecie asiática que conservan en el zoológico madrileño, de la que quedan entre 2.400 y 2.800 ejemplares. «Estas son cifras muy alarmantes porque es aproximadamente un 50% menos del número que había en el año 1985. Es una disminución bastante drástica, sobre todo debido a la pérdida de hábitat», detalla.

Los seis ejemplares que se encuentran en el Zoo Aquarium de Madrid forman parte del Programa Europeo de Especies en Peligro (EEP), una estrategia para mantener «una población genéticamente viable a medio largo plazo». Ambos expertos remarcan la importancia de conservar esta especie emblemática: «Si no somos capaces ni siquiera de proteger a estos grandes colosos, cómo vamos a ser capaces de proteger a otras especies que pasan más desapercibidas», concluye Suárez.