
El 8 de septiembre, los diputados de la Asamblea Nacional francesa «van a elegir entre el lado del caos o el de la consciencia y la responsabilidad». Así lo manifestó ayer el primer ministro, François Bayrou, que dentro de 12 días se someterá a una cuestión de confianza con el único apoyo de centristas y conservadores. Dos fuerzas que carecen de mayoría absoluta en una Cámara dividida en tres bloques: los partidos que apoyan al Ejecutivo, y que suman 210 diputados; la extrema derecha de Marine Le Pen (Rassemblement National), con 123 escaños; y las fuerzas que formaron el Nuevo Frente Popular, liderado por La Francia Insumisa, tercer partido con 71 representantes. El PS tiene 66; los ecologistas, 38 y los comunistas, 17.
«Este es el momento de la clarificación y la verdad, espero que los diputados que buscan la clarificación no se conviertan en los artesanos del caos», apuntó Bayrou en una intervención ante el principal sindicato del Estado francés, el CFDT. Un acto en el que volvió a defender un plan que tiene por objeto recortar el gasto público en 44.000 millones para reducir un déficit que cerrará este año en el 5,4%. París quiere finalizar 2026 en el 4,6% y llegar a 2029 con un déficit del 2,8%, por debajo del 3%, el tope establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea.
En su discurso ante el CFGT, Bayrou lanzó un guiño a la izquierda, hablando de un «esfuerzo específico que se pedirá a los ingresos más elevados, en concreto los que optimizan su fiscalidad». «Las exenciones fiscales que disfrutan en primer lugar los hogares abastados y las grandes empresas serán suprimidos cuando constatemos que son injustos e inútiles», señaló el primer ministro, que no reparó en las medidas que generan más controversia, como son la congelación de ciertas prestaciones, los tijeretazos en programas sociales y la supresión de dos días festivos.
EL «NO» DE LA OPOSICIÓN
Estos últimos aspectos suscitan un amplio rechazo político y social, y, de hecho, ya están convocadas movilizaciones para el día 10 de setiembre. Dos días antes, Bayrou se someterá a una cuestión de confianza que tiene pocos visos de salir adelante, ya que RN y LFI adelantaron el mismo lunes su «no». «Solo la disolución permitirá a los franceses decidir su propio destino, y esa es la recuperación que propone Rassemblement National», aseveró la propia Marine Le Pen en redes sociales.
La jefa de filas de LFI en la Asamblea Nacional, Mathilde Panot, destacó que, con el anuncio de la moción de confianza, «François Bayrou nos ha dado la fecha de su caída». Y ayer Jean-Luc Mélenchon apuntó más alto, a Emamnuel Macron. «Si hay un responsable, es el presidente de la República», subrayó en una entrevista concedida a France Inter. El excandidato presidencial de LFI declaró que el 23 de septiembre plantearán una moción de destitución contra el jefe de Estado, un complejo trámite que, para salir adelante, debe primero pasar por comisión y luego recibir el visto bueno de dos tercios de los miembros de ambas Cámaras.
El PS, partido que salvó a Bayrou en enero al abstenerse en la votación de la primera moción de censura en contra de su Ejecutivo, también confirmó ayer que votará en su contra el día 8. En una entrevista al canal BFM TV, el jefe del PS en la Cámara de diputados, Boris Vallaud, explicó que durante los últimos meses y semanas «François Bayrou no ha optado por el diálogo, sino por la liquidación». Además, al igual que Mélenchon, Vallaud hizo hincapié en que la situación financiera del Estado francés, con una deuda pública de 3,5 billones de euros, que suponen el 114% del PIB, es culpa de las medidas implementadas por el presidente: «La situación en la que estamos es el balance de Emmanuel Macron».
La postura del PS pone contra las cuerdas a Bayrou, que podría ser el segundo primer ministro cesado por una moción en la Asamblea en menos de un año, tras la salida de Michel Barnier en diciembre de 2024.
RESPUESTA DE LOS MERCADOS
Y la posible marcha de Bayrou es una hipótesis que los mercados se han tomado en serio. El índice general de la Bolsa de París, que el lunes ya había sufrido una caída del 1,59% con el anuncio de la cuestión de confianza, aceleró ayer su descenso. Después de cerrar en 7.843,04 puntos, el CAC-40 abrió con 7.726,24 puntos y la situación se agravó durante la primera hora, con una caída del 2%. El indicador de tendencia se situó por debajo del umbral simbólico de los 7.600 puntos, y los valores bancarios fueron los que más se resintieron dentro del selectivo. Basta con señalar que a las 10.00 horas el CAC-40 perdía un 2,14%, un 8,03% Société Générale, un 7,07% BNP Paribas y un 6,53% Crédit Agricole.
Asimismo, a primera hora de la mañana, la prima de riesgo francesa -el sobreprecio que paga el Estado para financiarse en los mercados a diez años en comparación con Alemania, que sirve de referente internacional- repuntó a 77,2 puntos básicos, frente a los 75,2 puntos alcanzados al cierre de los mercados el lunes. Y eso que el tipo de interés al que se cotizan los títulos de deuda francesa a diez años bajó muy ligeramente al 3,5%, frente al 3,507% registrado el lunes, lo que se explica por una caída mayor para los bonos alemanes.
A preguntas sobre la eventualidad de que se desencadene una crisis de deuda y una intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI), el ministro francés de Economía, Eric Lombard, respondió que «es un riesgo que queremos evitar, que tenemos que evitar, pero no voy a decir que el riesgo no existe».
En una entrevista a la emisora France Inter, Lombard aseveró que «Francia es un país extremadamente sólido» y que está «exactamente en línea con nuestra trayectoria» para cumplir el objetivo de reducir el déficit público este año al 5,4% del producto interior bruto, tras el 5,8% en 2024. «Por tanto, haremos todo lo posible para que, si hay un voto desfavorable el 8 de septiembre (...) se encuentre una solución rápida. Pero eso corresponde en ese momento al presidente de la República, de forma que hay continuidad», añadió el ministro.
Los diputados vascos votarán «no»
Los diputados vascos presentes en la Asamblea Nacional francesa no tienen ninguna duda: el próximo 8 de septiembre votarán en contra de la moción de confianza anunciada por el primer ministro francés, François Bayrou, que a día de hoy carece de apoyo suficiente para continuar en el cargo.
Según publicó ayer Mediabask, el diputado del PS Iñaki Echaniz no se anduvo con rodeos, calificando la cuestión de confianza de «falso sacrificio o una completa evasión».
En un comunicado enviado a los medios de comunicación, afirmó que el plan presupuestario del primer ministro, «irreal e injusto, tenía un único objetivo: permitirle dejar el cargo, proyectando la imagen de un hombre incomprendido».
Así, Echaniz anunció que votará en contra, al igual que el resto de los cargos electos del PS.
Cabe recordar que el pasado 15 de marzo, su compañera de filas Colette Capdevielle, con escaño en la Cámara gala, instó al jefe de Gobierno a dimitir, acusándolo de «procrastinar, mentir y faltar al respeto» a la comisión que investiga los abusos físicos y sexuales denunciados en la escuela católica de Notre Dame de Betharram, a la que acudían menores de Ipar Euskal Herria.
Dicha comisión censuró la «falta de acción» del primer ministro, que ocupó la cartera de Educación entre 1993 y 1997. Su esposa Elisabeth Bayrou era profesora en esa época en el centro y, según otros antiguos docentes, que ya denunciaban los abusos desde 1994, ella estaba al tanto de la cultura de violenta disciplina que imperaba en el mismo. Su propia hija, Hélène Parlant, relató abusos y palizas brutales.
Peio Dufau, diputado de EH Bai, también avanzó su «no» a François Bayrou. La gestión presupuestaria y la «forma de actuar» del primer ministro muestran claramente, según él político soberanista, el camino a seguir: la moción de censura.

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