Natxo Matxin
Redactor, con experiencia en información deportiva

Landare impulsa EkoAranzadi, un proyecto productivo y formativo de carácter ecológico

De ser una asociación de consumidores de artículos ecológicos con amplia experiencia –creada en 1992– y éxito –3.500 socios, la más grande del Estado español–, Landare va a dar el salto al ámbito productivo y formativo con el proyecto EkoAranzadi, obligada por la falta de suministro.

Hortelanos y responsables de Landare posan junto al terreno e invernadero que se van a cultivar en Aranzadi.
Hortelanos y responsables de Landare posan junto al terreno e invernadero que se van a cultivar en Aranzadi. (Iñigo URIZ | FOKU)

«Los productores de cercanía se están jubilando y, a este ritmo, no hay relevo. En poco tiempo, nos vamos a quedar sin proveedores, de ahí la necesidad de pasar a ser también productores», argumenta Fernando Ustarroz, presidente de Landare, asociación que está impulsando, junto al Ayuntamiento de Iruñea, INTIA y CPAEN, el proyecto EkoAranzadi.

Fue a comienzos de 2024 cuando comenzó a gestarse la idea. Tres socios de Landare le echaron el ojo a una parcela agrícola de propiedad municipal ubicada en dicha zona limítrofe al río Arga que llevaba en desuso unos seis años. Posteriormente, trasladaron al Consistorio iruindarra sus inquietudes respecto a la falta de suministro y el problema de relevo generacional en un formato de proyecto que a los responsables institucionales les resultó «muy atractivo», explica Óscar Ibáñez, uno de los dos hortelanos que, junto a Álex Martínez, ya han empezado a trabajar sobre el terreno.

En concreto, se trata de un área de casi hectárea y media –unos 14.000 metros cuadrados–, dividida entre dos zonas al aire libre y un invernadero, espacios que el Ayuntamiento cede durante un periodo de 25 años y en los que el órgano municipal ha llevado a cabo una serie de actuaciones para su acondicionamiento previo antes de proceder al cultivo propiamente dicho de la tierra.

Las labores agrícolas se iniciaron a principios de septiembre con un aporte de estiércol de oveja aplicando la metodología Herody, bajo el asesoramiento del ingeniero técnico agrícola José Uranga, experto en fertilización natural de terrenos. «Dicho estiércol se ha batido dos veces durante un mes para que se integrase hasta el último gramo en la tierra», describe Ibáñez.

Seguidamente, se superpuso la técnica del abono verde, utilizada en agricultura ecológica y consistente en la siembra de centeno, alholva y mostaza, «no con una finalidad productiva, sino como un aporte de fertilización de cara al arranque de primavera de la huerta», especifica.

A finales de febrero, primera cosecha importante

Aunque ya se ha plantado algo de verdura, además de que en las próximas semanas se sembrarán guisantes –una variedad propia de la zona de Sakana– y habas, se espera que la primera cosecha importante se produzca a finales de febrero, habida cuenta de que también en el plazo de un mes se pondrán cultivos en los que se aprovecha su hoja, caso de lechugas, borrajas o acelgas.

Óscar Ibáñez y Álex Martínez, hortelanos que se van a encargar de la producción. (Iñigo URIZ | FOKU)

«Se trata de respetar los ciclos de la naturaleza al máximo, empleando variedades autóctonas gracias a la Red de Semillas de Navarra, y aplicando la agricultura ecológica clásica, introduciendo distintas técnicas de la agricultura regenerativa y biodinámica para acercarnos al concepto de la permacultura», precisa Ibáñez.

Goiatz Goñi, responsable de producto fresco de Landare, ahonda en la cuestión. «Si uno se fija un poco, en los lineales de verdura de los grandes supermercados solo hay sota, caballo y rey. Quienes producen a gran escala lo hacen en función de parámetros como el menor uso posible de mano de obra y eso genera un empobrecimiento exagerado de la alimentación, estamos perdiendo nuestra identidad», advierte.

El planteamiento no es solo recuperar «nuestra agricultura de siempre y nuestras raíces», sino que la programación de los cultivos esté ajustada a las ventas y consumos de la asociación. «De este modo, evitamos lo máximo posible el uso de cámaras frigoríficas y que el producto sea ofrecido en fresco y de alta calidad, con unas características organolépticas ideales y beneficiosas para nuestra salud», esgrime Goñi.

Futura escuela de hortelanía

EkoAranzadi no solo abarca un objetivo productivo, sino también formativo. Este último apartado se centrará en crear una escuela de hortelanía y fomentar la horticultura ecológica entre la ciudadanía y mediante visitas de centros escolares. Para ello, el Consistorio iruindarra ya ha aprobado las obras de rehabilitación de un edificio colindante conocido como Etxezuria, que incluso tiene el objetivo de acoger estudiantes.

Su planta baja se destinará a zonas polivalentes, recepción y aseos, estancias gestionadas por Landare, a lo que se añadirá un volumen prefabricado al servicio de las huertas (vestuario y aseos) en el espacio en el que antes estaba el gallinero, con acceso independiente de la casa.

En la primera planta se acondicionarán cuatro dormitorios, así como baño completo adaptado y otro adicional, mientras que en la segunda habrá zonas comunes, caso de cocina, comedor, salón de estar o de estudio y un baño adaptado, con el fin de que sea una residencia para estudiantes de disciplinas vinculadas a la agricultura ecológica. La intervención tendrá un coste de 643.783 euros y se espera que pueda estar en uso para el próximo otoño.

Los impulsores del proyecto, junto a Etxezuria, edificio que acogerá una futura escuela de hortelanía. (Iñigo URIZ | FOKU)

La idea es atraer a alumnado de centros como la UPNA, la Escuela Agroforestal o Lantxotegi que se sienta interesado por la hortelanía. «Vamos a disponer en el corazón de Iruñea de un escenario apropiado para poner en marcha la tarea de transmitir conocimientos y mantener así su raíz agrícola. No solo se trata de producir alimentos, también de gestar una nueva generación de hortelanas y hortelanos. Esa va a ser nuestra misión», especifica Ibáñez.

Una tarea que, para él, tiene un añadido emocional. «La primera vez que vine a este meandro fue en 1989, contaba con 20 años y estudiaba en la Escuela Agroforestal. En Aranzadi había un hervidero de hortelanos ecológicos que no tenían nada que envidiar, por ejemplo, al nivel que había en Alemania. Tuve el placer de conocer a Javierito Aldaya, Agustín Beroiz o Juan Mari Soto, gran parte de mi formación se la debo a ellos y ahora quiero transferirla a otras personas», subraya.

3.500 socios

Landare es la asociación del Estado español con mayor número de socios y la segunda más antigua, solo por detrás de otra sita en Reus. Su cifra actual se eleva a los 3.500, pero el hecho de que cada uno de ellos tenga la opción de activar la posibilidad de compra a otras cuatro personas permite que la cantidad se incremente hasta los 5.000 clientes que visitan sus dos tiendas ubicadas en Errotxapea y Atarrabia.

Ese crecimiento les está obligando a mejorar sus infraestructuras –están a la búsqueda de un almacén más amplio– y también a embarcarse en el proyecto de EkoAranzadi, en el que tienen previsto un nivel inicial de inversión de 161.143,16 euros, de los cuales 140.248,56 son financiados a través del Plan de Desarrollo Rural (PDR). «Tampoco queremos abarcar mucho más, no se trata de crecer de manera desmesurada, sino que lo realmente prioritario sería que hubiese réplicas a nuestra asociación», desea Ustarroz.

La iniciativa servirá para estrechar lazos y tejer sinergias con otras asociaciones que también están embarcadas en otros planes que tienen necesidades comunes y con las que se pueden aprovechar recursos, como por ejemplo Elkarkide y Gure Sustraiak. De hecho, ya se han mantenido algunos primeros contactos para compartir insumos y compras en común, de cara a abaratar costes.

Todo sea para que el meandro de Aranzadi recupere la estampa de antaño, que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo en beneficio del hormigón y en detrimento de la actividad hortícola. Y es una obviedad que al cemento no se le puede hincar el diente.