
Las presidencias de la COP29 de Azerbaiyán y la COP30 de Brasil han anunciado una hoja de ruta para alcanzar 1,3 billones de dólares anuales de financiación climática para los países en desarrollo hasta 2035, que incluye gravar la moda de lujo, la tecnología y los productos militares.
Azerbaiyán y Brasil, organizadores de las dos últimas conferencias de la ONU sobre el cambio climático, han presentado un plan estratégico para lograr esa cifra de recursos, que provendría de «fuentes tradicionales» y de «mecanismos financieros nuevos e innovadores».
La ‘Hoja de Ruta de Bakú a Belém’ tiene cinco frentes de acción: subsidios y fuentes de crédito a bajo costo; renegociación de la deuda pública; redirigir la financiación privada; reestructurar la coordinación de las acciones climáticas a gran escala; y reformular los sistemas y estructuras para flujos de capital equitativos.
«Para acelerar la implementación del Acuerdo de París, la acción climática necesita reformas económicas y financieras concretas», ha afirmado el presidente de la COP30, el brasileño André Corrêa do Lago, en un comunicado.
Ambos países han traducido esos principios en medidas concretas para, sobre todo, generar nuevos ingresos.
Precio al carbono y tasa al transporte aéreo o marítimo
En primer lugar, proponen alcanzar y destinar el 0,7% de la Asistencia Oficial para el Desarrollo a la financiación climática, lo que podría generar 197.000 millones de dólares adicionales.
También plantean fijar un precio al carbono y una tasa sobre el transporte aéreo o marítimo. Esta última medida, según el documento, podría generar entre 4.000 y 223.000 millones de dólares, dependiendo del porcentaje aplicado y de si se extiende a billetes, consumo de combustible u otros conceptos.
Asimismo, defienden un impuesto sobre las ventas de determinados bienes específicos, como moda de lujo, tecnología y productos militares, con una recaudación estimada de entre 34.000 y 112.000 millones de dólares.
Y otros sobre las transacciones financieras, con un potencial de entre 105.000 y 327.000 millones de dólares; sobre la riqueza, además de impulsar una serie de impuestos mínimos corporativos.
La COP29 finalizó con un compromiso de financiación climática de unos 300.000 millones de dólares anuales, cifra que muchos de los países más vulnerables consideraron por debajo de lo necesario, elevando el montante hasta los 1,3 billones de dólares.
La elaboración de una hoja de ruta era uno de los mandatos que tenían pendientes Azerbaiyán y Brasil, país que a partir del próximo día 10 acogerá la conferencia climática en la ciudad de Belém, puerta de entrada de la Amazonía, el mayor bosque tropical del planeta.
No obstante, la cumbre de líderes, en la que se darán cita cerca de 60 jefes de Estado y de Gobierno, según fuentes oficiales brasileñas, se adelantó y tendrá lugar entre este jueves y viernes.
Llamamiento de las comunidades indígenas
Por su parte, las comunidades indígenas de Brasil han exigido, en nombre de todos los pueblos originarios del planeta, respeto, reconocimiento territorial y participación real en las decisiones de la COP30 para dar una solución a la crisis climática.
El llamamiento ha sido realizado desde el Rainbow Warrior, el icónico navío de Greenpeace, que ha atracado en Belém en la víspera de la cumbre de jefes de Estado, convirtiéndose en un escenario de demandas urgentes por la justicia climática.
«Lo único que vamos a pedir es respetar a los indígenas, respetar sus tierras y regularizar las que faltan. Respetar el derecho ancestral a la tierra que ocupamos antes de la llegada del europeo», ha declarado el cacique Megaron Txucarramãe, quien será el sucesor del legendario Cacique Raoni, en una rueda de Prensa.
La petición ha sido reafirmada por Angela Kaxuyana, de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB), quien ha señalado que la expectativa de los pueblos originarios «es tener un espacio de escucha real».
Ha recordado que los indígenas llevan décadas advirtiendo sobre la crisis climática y ha alertado sobre la proximidad de que la Amazonía llegue a un punto de no retorno.
«No se puede hablar de soluciones sin partir del respeto a la diversidad indígena y al reconocimiento de nuestros territorios, sobre todo donde hay pueblos aislado», ha subrayado.
Estudios de Mapbiomas, una red brasileña de instituciones de investigación y de ONG, han demostrado que el porcentaje de vegetación nativa destruida en territorios indígenas brasileños es inferior (1,2%) al registrado en áreas privadas (19,9%).
Pese a los esfuerzos, los pueblos originarios enfrentan la amenaza constante de mineros ilegales, madereros y narcotraficantes que avanzan sobre sus territorios, muchas veces sin que el Estado logre frenarlos.
A ello se suman las disputas por tierras con grandes hacendados, debido a la falta de regularización de un buen porcentaje de tierras indígenas.
«La COP30 de las calles»
Con más de 2.500 indígenas del mundo llegando a Belém, la COP30 va a convertirse en un escenario de exigencia colectiva.
Los líderes indígenas han anunciado la «COP30 de las calles» y han advertido de que esa será la verdadera cumbre climática de Belém.
«Vamos a gritar para que la comunidad internacional escuche nuestras demandas. ¡Regularización ya! ¡La respuesta somos nosotros!, ha afirmado Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).

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