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Interview
JORGE PARDO
MÚSICO DE FLAMENCO-JAZZ

«Voy siempre por el mundo con el flamenco 
y el jazz en el filo de una navaja doble»

Es el saxofonista-flautista por antonomasia del jazz aflamencado y acumula cuatro décadas de desarrollos musicales personales y en todo tipo de colaboraciones. Debutó en el Jazzaldia casi de chaval, ha regresado al festival en al menos siete ocasiones y vuelve este año por todo lo alto con doble actuación y proclamado premio 2020 del evento donostiarra.

Jorge Pardo recibe uno de los tres premios Jazzaldia 2020. (CHICHO)

Debería estar de gira usamericana con el notable pianista Chick Corea. Pero el covid-19 marca los planes y quien gana en esta ocasión es el 55 Jazzaldia donostiarra que le ha otorgado el Premio del festival, en comandita con los pianistas Chano Domínguez e Iñaki Salvador. El veterano Jorge Pardo (Madrid, 1 de diciembre de 1956) regresa a un evento, cuyo historial data su debut en 1977 con el grupo Dolores, aunque él aclara que fue en 1969, y en el que ha participado al menos en seis ocasiones. Esta vez ha sido programado en versión doble. Hoy viernes, en la segunda parte de la sesión de la Plaza de la Trinidad, en trío con Carles Benavent y Tino di Geraldo. Mañana sábado (12.30h) en el Teatro Victoria Eugenia en dúo con Iñaki Salvador, arropados por la sección rítmica de Borja Barrueta (batería) y Gonzalo Tejada (contrabajo).


Enhorabuena por el Premio Jazzaldia 2020.
Hay que agradecer que es el único de los grandes festivales de este tipo que se va a celebrar y que ha apostado por no cerrar y hacer una buena edición con bandas de aquí y como este año no hay grandes figuras americanas en juego premiar a gente de aquí. Esto último podría ser polémico y criticable, pero hay que evaluar las cosas en su conjunto y San Sebastián está haciendo algo por la música, nosotros, el público…

Tiene un análisis crítico con los festivales.
En esa ocasión convendría dejar de lado muchas cosas que se pueden decir del modelo de los festivales. Pero ahí está toda la hipocresía que hay en el comercio del jazz con respecto del uso del dinero público y su relación con los artistas americanos que son los que acaparan los carteles y los presupuestos de tantos festivales europeos cuando hay muchísimos grandes músicos en el resto del mundo. Cada festival tiene su esquema y su forma de llegar al público y lo entiendo. Pero creo que ahí hay una buena reflexión que hacer.

Comparte la nominación con dos pianistas: Chano Domínguez e Iñaki Salvador.

Podrían haber premiado a un centenar de músicos más porque los hay. Por supuesto que entre esos cien están Chano e Iñaki. Es un gustazo compartir el premio con ellos, los conozco a los dos desde jovencitos y con Salvador tenemos un disco grabado en Altxerri, un club de ahí que celebraba algún aniversario.

Según los anales de Jazzaldia, debutó en el festival en 1977 con el grupo Dolores.
No, no, toqué mucho antes. Me reclutó el grupo de aficionados Play Hot Jazz que provenían mayormente de Salamanca y actuamos en la Plaza de la Trinidad, que era entonces el único escenario del festival. Debió ser en el 70, con 14 años. [El archivo de Jazzaldia incluye a ese grupo en el Concurso de aficionados de 1969]. En los años siguientes fui con otras bandas. Así que soy todo un veterano y quizás récord de edad…


«Mi nombre es Jorge Pardo, ni canto, ni toco la guitarra, ni bailo. Soy payo y de Madrid. Aun así hago flamenco y presumo de haber tocado con los más grandes del género». Todo eso antes de que naciera la generación nini.
Es un poco un rompe tópicos con algunos tabúes que se dan en muchas músicas como en el flamenco, del que parece que si no eres de tal sitio o si no eres tal o cual quedas excluido. Es como decir que alguien que ha no ha nacido en Salzburgo no puede tocar a Mozart.

Antes de decidirse por los instrumentos de soplo y ser flautista y saxofonista empezó a tocar con ‘una guitarra de feria’. ‘El piano de los españoles’ la suele llamar.

Es que ha sido el instrumento de cualquier españolito de a pie. El primero al que podías acceder. Pero vi pronto que no era lo mío.

¿En el Real Conservatorio de Madrid?
No, siempre fui muy autodidacta. El Conservatorio fue como una anécdota de un año y medio que me sirvió para enterarme de cómo se leía y escribía aquello de la música, porque entonces no existían más escuelas de música. Hasta que me di cuenta de que aprendía mucho más en la calle.

¿De dónde le vino a aquel chaval la afición por el flamenco y el jazz?
Mis padres eran muy buenos aficionados a lo musical y en casa había discos de 78 revoluciones y luego vino el microsurco. Así que con 7-8 años en aquel tocadiscos podía escuchar a Mozart, Beethoven, la banda de Woody Herman, Pepe Marchena, zarzuelas… todo lo que se podía escuchar en aquella época. Está claro que eso me marcó, siempre me ha gustado de todo. El flamenco y el jazz eran mucho menos conocidos que hoy, pero fueron motivados por aquellos discos de mis padres. Luego, cuando tuve edad, podía ir al Corte Inglés a robar discos y cayó alguno de jazz o de Paco de Lucía con Camarón. Pero también de Led Zeppelin o Jimi Hendrix. Todo un revoltijo al que se añadieron la música caribeña, sudamericana, oriental…

Sí, pero ¿cómo debuta discográficamente un niño payo con Las Grecas?
Fueron casualidades. Tenía 15-16 años y tocaba en un garito de jazz en Madrid. Me oyó el productor, el portugués Johnny Galvao, que había tenido mucho éxito con Los Bravos, los Pop Tops… y me fichó para que fuera a grabar. Y ahí me ves, tocando con Las Grecas, que en realidad eran bastante pop y no muy plato de mi devoción. Aunque con el tiempo aquellas músicas se convirtieron como en objeto de culto. Lo que marcó, no mucho después, mi entrada en el flamenco, fue mi encuentro con Paco De Lucía.

¿Esa apertura de mente le ayudó a conocer lo jondo y lo jazzy?

Vas aprendiendo de lo de fuera y poco a poco se va metiendo hacia dentro. La música y el arte es trance, jondura. Vas descubriendo cuestiones esenciales, profundizando. Es un regalo dedicarte a lo que te gusta, te da energía para hacerlo, para tocar, inventar, grabar...


La llamada época de ‘Los jóvenes flamencos’, en torno al sello discográfico Nuevos Medios, fue un buen revolcón para el género. Usted ayudó a que la flauta y el saxo se vincularan al mundo del flamenco.
Fue una gran época, sí. Era gente un poco después de mi generación, de Pedro Iturralde, Pedro Ruy Blas… Iturralde fue el primero que probó el saxofón con el flamenco, aunque de forma tangencial. Venía más del academicismo, con otra manera de relacionarse con un mundo tan poco académico. Esa gente nueva de la que me hablas venía marcada por el sonido de la banda de Paco de Lucía, nacían al abrigo de nuestras músicas. Como para mí habían sido referencias Pepe Habichuela, Morente… Pero no he pensado nunca que estuviera inventando nada. Era más bien lo que me salía. Con lo que disfrutaba. Sin prejuicios. El flamenco es como una gran madre que te acoge aunque vengas de lejos.

Ha dicho que grabar el influyente disco ‘La leyenda del tiempo’ fue como «una catarsis colectiva de vómito artístico, acercándose a las producciones inglesas de rock underground». ¿Cuánto hay de mito y realidad en Camarón?
Hay mucho de mito en el aspecto de la liturgia que hay alrededor. Pero se ha hablado poco del gran músico que tenía dentro. Porque no tenía ninguna educación convencional y aún me sorprende recordar su gran intuición, su oído hacia todo tipo de músicas. Valores que quizás no se toman tanto en cuenta en las grandes escuelas, pero que son fundamentales para un artista.


Su dualidad musical le llevó después a codearse con grandes creadores del jazz.
Mi experiencia en el jazz es un orgullo: he tocado con grandes apellidos, pero también con un montón de gente diferente en los clubs de Nueva York y otros lugares como los festivales de Europa. Sería interminable dar nombres. Con quien salí primero de gira fue con Astrud Gilberto, que no era exactamente jazz. Esa fue la puerta para estar con Gil Goldstein, quien me abrió un mundo de posibilidades en el campo del jazz. Pero un músico no es tocar con famosos, ganar dinero, la competitividad… Hay que buscar el disfrute con los amigos y con uno mismo. Y con la justa humildad.

Dice ser un músico de controversias estilísticas.

Porque no quiero que se centren en mi supuesta dualidad, que para mí no es así, pero sí para los programadores. En mi caso el jazz no es ortodoxia, no me declaro abiertamente jazzista. Mi mundo más próximo es el flamenco, mirando el jazz de modo distinto, con acento personalizado. El flamenco-jazz, o jazz español con su acento especial. Una apuesta personal bajando al barro.

Veterano, pero coleando, en este nuevo siglo ha grabado experiencias nuevas como ‘Historias de Radha y Krishna’ o ‘Djinn’ con inclusión de electrónica.
Es que ya en los años 70, con el grupo Dolores, con el que fuimos al Jazzaldia, metíamos electrónica. He tenido de cerca a mi hermano que ha sido siempre un pionero en ese campo: ordenadores, sintetizadores… Ese disco que comentas tenía algo que ver con lo hindú: bases de ritmos repetidas, como las que se utilizan para entrar en trance en muchas culturas. Lo más novedoso en que he estado metido es que una productora francesa me ha seguido en los conciertos y ha hecho una película que está a punto de salir, seguramente en otoño. Hay filmaciones por Europa, África, América, India…, con muchos otros músicos. Es un documental, pero con mirada más amplia, no un simple relato biográfico. Voy siempre por el amplio mundo con el flamenco y el jazz en el filo de una navaja doble.


Ha dicho que crear sonidos con el aliento es algo mágico, pero con el covid-19 o el ‘I Can’t Breath’ del racismo ha resultado que respirar es un problema.
Curiosa reflexión, sí, que tiene que ver mucho con todas las cosas que nos están pasando. Supongo que lo vivo como todo el mundo. Es una experiencia individual que nos ha metido dentro de nuestras cuevas, cada uno con sus ángeles y fantasmas pertinentes, pero también colectiva: todos la hemos tenido que pasar. Me gusta la soledad querida, no la impuesta por lo que estaba pasando. Hay muchas cosas que no me han gustado. Me he sentido envenenado por las malas informaciones de los medios creando miedo, bien regado por todos los estamentos de poder, además del miedo que ya creaba el bicho en sí. Pero suelo positivar todo y he sacado mis ratos para estar conmigo, estudiando, componiendo… En ese aspecto ha sido un regalo parando un calendario que suele ser exhaustivo. Aunque con menos trabajo, menos dinero… me ha jodido muchas actuaciones como la bonita gira que teníamos ahora mismo con Chick Corea por América.