«Al leer el libro vi que era una verdadera historia sobre la clase obrera»
Jean-Gabril Pèriot presenta en Zabaltegi un ensayo político que ahonda en la historia de la clase obrera francesa y su lucha. Es la adaptación libre del libro ‘Retour à Reims’, de Didier Eribon.
La cinta llega a Donostia tras participar en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. Supone la cuarta participación a concurso del cineasta en la sección Zabaltegi-Tabakalera.
Narrada a través de la voz en off de la actriz Adèle Haenel, es una adaptación libre de la novela homónima del filósofo y historiador francés Didier Eribon. Cuenta, a través de material de archivo, la historia íntima y política de la clase trabajadora francesa desde principios de la década de 1950 hasta la actualidad.
¿Cuándo conoció el libro de Didier Eribon y por qué decidió adaptarla para la gran pantalla?
Leí el libro poco después de que se publicara, hace 15-20 años, pero estaba con otros proyectos. Hace unos años una productora me propuso adaptar el libro para el cine, pero le dije que no. La respuesta me surgió de manera espontánea, es lo que me suele ocurrir cuando recibo propuestas, me gusta que los proyectos surjan de mí. Y luego llegó el momento de llevar a cabo la adaptación del libro. Me pareció diferente, hice una lectura distanta del libro, que resonaba más con las preguntas que me hacía, tanto personales como de ámbito político. Al leer el libro vi que era una verdadera historia sobre la clase obrera y sobre la historia de lucha de clases.
¿Cuáles eran esas preguntas?
En el colegio siempre nos decían que ya no existía la lucha de clases. Nos hicieron creer esa especie de ilusión, de que tú puedes cambiar la situación en la que estás. Nos hicieron creer en la meritocracia, en la posibilidad de subir escalafones en la sociedad según tus méritos. Según fui creciendo tuve más intereses, y quise saber cómo fue la evolución política.
La otra cuestión que me planteaba era cómo cambiar la sociedad a partir de un mundo en el que ya no existe la clase obrera, a partir de dónde inicias la lucha, a qué te agarras para empezar a lucha para cambiar el sistema. Y para eso no tengo respuestas.
Había realizado dos películas, una con cantantes de ópera de los suburbios de París y otra presentada aquí en Donostia, ‘Nos défaites’, con chavales de colegios también de barrios marginales de París. Y me di cuenta de que tanto los críticos como los espectadores, al ser director de cine, me veían como una persona de clase burguesa haciendo filmes de personas pobres, cuando en realidad yo provengo de un entorno pobre. Y hacía estas películas de igual a igual, de tú a tú. Yo hago un cine de clases, pero desde mi posición.
¿La labor de búsqueda en archivo ha sido complicada?
No, esta vez ha sido más fácil que en otros proyectos porque todo el material estaba escrito en francés. Además, en Francia, los archivos audiovisuales están muy bien organizados, mejor que en otros países.
Eso sí, ocurre que hay temas que no han quedado reflejadas en imágenes, como la clase obrera y las cuestiones de mujeres y cuesta mucho reflejarlas desde el punto de vista visual.
En la primera parte del filme se refleja la gran solidaridad obrera existente, algo que se va deslavazando en la segunda.
En el texto de Eribon se ve que existe una clase obrera sólida y existía entonces. Una clase obrera que lucha y es solidaria. Fuera, las desigualdades son muy grandes. Se ve el libro que dentro de la clase obrera, incluso, hay una situación de dominación del hombre sobre la mujer y también de hombre blanco sobre el negro. Y ocurre lo mismo con cualquier tipo de minoría, los homosexuales, entre ellos. Las luchas políticas incluían a todas las personas. Pero cuando empieza a desaparecer la clase obrera, de la manera en que se conocía antes, resurge con mucha más fuerza el racismo y el nacionalismo, al menos en Francia.
En la cinta tiene un especial protagonismo la mujer, quien sufre una doble violencia, la violencia de clase y la que se ejerce sobre ella por el hecho de ser mujer.
Sí, efectivamente. Y es algo muy importante para mí. Cuando hice la lectura suplementaria para la adaptación del libro me di cuenta de que lo que quería Didier era dar su importancia al papel de la mujer y por eso tomé como hilo conductor a la madre, porque precisamente sufre esa doble discriminación. Y de hecho, al final de la película he querido mostrar que vota al Frente Nacional a pesar de que ellos están en contra del aborto y ella ha abortado en varias ocasiones. En un sinsentido pero muestra esa doble discriminación que mencionas.
El cine le sigue resultando una herramienta útil para echar la mirada atrás, hacer una relectura del pasado y cuestionar el presente.
Es una herramienta muy fuerte para pasar por toda la historia y llegar a cuestionar el presente en el que nos encontramos. Las imágenes de archivo tienen un punto muy importante, podemos oír hablar a las personas según su propia experiencia pero no cabe cuestionarse si es algo subjetivo. Es real, es lo que ellos piensan. Por ejemplo, al ver sus retratos es imposible no sentir empatía aunque no lo hayamos vivido y sea su vida, no la nuestra. Nos ayudan a comprender muy bien por lo que han pasado. Las imágenes de archivo, además, tienen algo muy bueno, es que son contadas en presente del indicativo. Hablaban de su presente, y aunque las imágenes son en blanco y negro, lo que tú estás oyendo es en presente, en ese momento. Y yo vivo en el presente, además, cuando hago la película. Las elijo aquí y ahora. Si para mí resuenan las imágenes imagino que le ocurrirá lo mismo al público, porque vive el mismo presente que yo. Es el puente entre el pasado y el presente.