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Centuriones en Osakidetza

Urkullu y Sagardui, en una comparecencia durante la gestión de la pandemia. (Jaizki Fontaneda | Foku)

La azarosa trayectoria de los tres últimos titulares del Departamento de Salud – Jon Darpón, dimitido por el escándalo de las OPE de Osakidetza; Nekane Murga, cuya errática, por decir algo, gestión de la pandemia provocó que la apartaran tras las elecciones de 2020; y Gotzone Sagardui, que amenaza con hacer buenos a los anteriores– no se debe tanto a la innegable dificultad de liderar una consejería tan importante como a la visión que de ella tiene el partido que la gestiona.

Sabedor del gran peso político de este Departamento, el PNV siempre ha elegido para pilotarlo a personas que más allá de su perfil profesional –en algunos casos bastante solvente, en otros ciertamente dudoso– ofrezcan total garantía a Sabin Etxea, y que sobre todo se muestren capaces de comandar el nutrido grupo de cargos de confianza que mantienen prietas las filas en el Servicio Vasco de Salud. Porque en Osakidetza miles de estupendos profesionales conviven con un puñado de comisarios cuya función principal no es hacer honor al juramento hipocrático sino garantizar el correcto funcionamiento de una estructura vertical y muy jerarquizada donde no estar «alineado» se paga, como estamos viendo en Donostia.

Centuriones que se dedican a sofocar protestas, disciplinar a discrepantes y a mantener a raya a los bárbaros pacientes, mientras la institución que hace unos años era exhibida con orgullo va perdiendo calidad y credibilidad al ritmo que encadena conflictos y crisis.