Cuando el «Dibu» solo era Emiliano y estuvo a punto de jugar en Osasuna

No hay portero en el mundo que dé tanto que hablar estos días como «Dibu» Martínez, el «arquero» de la selección argentina que ha sido determinante para llevarse la gloria en el Mundial. Es una mezcla de admiración y controversia. Admiración por las paradas salvadoras en los minutos finales de los encuentros ante Australia (octavos) y Francia (final) y por haber lucido su especialidad, parapenaltis, ante Holanda (cuartos) y en el encuentro decisivo. Y controversia por el modo muy viral en que ha celebrado la victoria final.

Fue una de las imágenes del domingo pasado en el Lusail Stadium. Nada más recibir el Guante de Oro que lo acreditaba oficialmente como mejor cancerbero del Mundial, Emiliano Martínez se lo colocó en la entrepierna en un gesto inequívocamente fálico.

Luego se justificó ante las cámaras en unas declaraciones en las que apuntaba que proviene de una familia humilde y salió de casa muy joven.

Pero poco propósito de enmienda han advertido sus rivales cuando en la ruta de celebración el martes por Buenos Aires se mofó de Kylian Mbappé portando un muñeco con su careta. La Federación Francesa de Fútbol ha emitido una nota de protesta.

Dos días después, el «Dibu» ha sido recibido por unas 100.000 personas en su ciudad, Mar del Plata, donde también ha lucido su estilo provocador: «Cuando atajo el primer penal [ante Francia], sé que el otro chico [Tchouameni] iba a estar nervioso. La tiró fuera. Se cagó todo».

La ministra francesa de Deportes ha respondido así: «Es simplemente vulgar e inapropiado. Son ganadores poco elegantes. Y Emiliano Martínez es bastante patético». «Es la mayor mierda del fútbol», ha apostillado el excentral de la selección gala Adil Rami.

Incluso su entrenador en el Aston Villa, el hondarribiarra Unai Emery, ha dicho que hablará con él a la vuelta sobre estos comportamientos.

Cerca ser rojillo

Pero no solo Emery y Deschamps unen al «Dibu» con Euskal Herria. Este hombre de dos caras muy acentuadas estuvo muy cerca de jugar en Osasuna.

En el mercado de invierno de la temporada 2016-17, el club rojillo reclamó su cesión al Arsenal, cuando era tercer portero del equipo londinense y Arsène Wenger no le había dado ni un minuto. Tenía entonces 24 años; ahora, 30.

Aquel fue el segundo intento de reforzar la portería en la temporada de retorno a Primera con Enrique Martín Monreal en el banquillo, donde Osasuna penaba en los puestos de cola y Nauzet ni Mario estaban dado rendimiento acorde a la categoría. Se contactó con Londres tras haberse solicitado primero al Valencia la cesión de Matthew Ryan, que años más tarde pasaría por la Real Sociedad.

El Arsenal también vio con buenos ojos la operación inicialmente, pero finalmente mantuvo la apuesta que le había llevado a contratar a Emiliano del Independiente de Avellaneda por 500.000 euros cuando solo tenía 16 años. Osasuna cambió a un parapenaltis (para entonces Martínez ya había acreditado esa condición, aunque no tanto su excentricidad) por otro: el italiano Salvatore Sirigu.

La explosión futbolística

No mentía Martínez cuando afirmaba el domingo en Lusail, llorando a moco tendido, que su carrera no ha sido fácil y que siempre ha añorado Argentina. Desde 2011 a 2019 encadenó cesiones en seis equipos distintos, incluido alguno de tercera división inglesa, sin terminar de despuntar: Oxford, Sheffield, Rotherham, Wolverhampton, Getafe (apenas cinco partidos) y Reading.

No fue hasta llegar al Aston Villa en 2020 cuando el «Dibu» se empezó a revelar como lo que es hoy: un portero «top» mundial que suena ya para equipos como el Bayern de Munich o el Manchester United. Entonces ni él hubiera soñado siquiera en llegar a Qatar, porque no debutó con la albiceleste hasta junio de 2021. Un mes después era campeón de América y se coronaba como mejor portero de la Copa, y ahora lo es del Mundial.