El tríptico pirenaico culmina con un guiño al ciclismo de los ochenta
Los candidatos al Tour tienen su primera gran oportunidad de asestar un golpe con las tres etapas que discurren desde este jueves por los Pirineos. Tras la llegada a Hautacam y la crono de Peyragudes, se calcará la etapa de 1986 que supuso un cambio de era.
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El Tour llega a los Pirineos y, en una edición plagada de homenajes, se pone melancólico. Como lo harán el sábado todos los que vivieron aquel ciclismo de los ochenta.
La etapa, que llegará a Superbagnères tras encadenar en los cien últimos kilómetros las ascensiones a Tourmalet, Aspin y Peyresourde, calcará la de 1986. 182 kilómetros que marcaron un cambio de era. Bernard Hinaut salió de allí vestido de amarillo, pero su sexto Tour ya era una quimera. Greg Lemond, ganador en Superbagnères, le arrebató el liderato cuatro días después para acabar ganando su primer Tour. Y para dar inicio a un lustro inolvidable en el que Stephen Roche y Perico Delgado le sucedieron en el palmarés, antes de que el norteamericano ganara en otras dos ocasiones, superando a Laurent Fignon por ocho segundos en 1989 y con los Chiapucchi, Bugno y un tal Indurain asomando ya en 1990.
Lemond había debutado en el Tour dos años antes, con solo 23, el maillot arcoíris y acompañando a Fignon a lograr su segundo triunfo consecutivo, pese a lo que acabó en el podio y con el maillot de mejor joven. Bernard Tapie se lo llevó el año siguiente a La Vie Claire, esta vez para escoltar a Bernard Hinault. El bretón conquistó su quinto Tour y Lemond ganó su primera etapa y acabó segundo. Doce meses después, era más fuerte, más experimentado y más ambicioso. Y recordaba a Hinault prometiéndole ayuda para ganar por los servicios prestados el año anterior. «Dije que le ayudaría pero que Lemond tendría que demostrar su valía», matizaría después el 'Tejón'.
En la 12ª etapa, una jornada demoledora entre Baiona y Pau, Hinault saltó en el inédito Burdinkurutzeta. Durante más de cien kilómetos fue comiéndose a los fugados y reventando a los que venían por detrás. Solo Perico Delgado le aguantó. El segoviano se llevó la etapa y el bretón se vistió de amarillo. Lemond fue tercero, pero su compañero le aventajaba en cinco minutos y medio.
Hinault era insaciable y al día siguiente, y ebrio quizá por su exhibición, entre la ambición y la prudencia eligió la primera. Aguantó con el pelotón hasta el Tourmalet, pero en el descenso a Sainte Marie de Campan saltó. Su ventaja en Arreau, al pie del Peyresourde, era de casi tres minutos. Pero esta vez se le acabó la gasolina. En el alto apenas aventajaba en 25 segundos a un quinteto con Lemond, que le atrapó en el descenso. Hinault reventó aunque mantuvo el amarillo por solo 40 segundos sobre Lemond, ganador de la etapa. Solo le duró tres días más.
«Una etapa inolvidable»
Aquel de 1986 fue uno de los 18 Tours que Tito Irazusta cubrió en directo, como bien recordarán los lectores de 'Egin'. Y aunque hay que sumarles los que siguió a distancia, 25 Vueltas y un sinfín de carreras, dice sin dudarlo que aquel día entre Pau y Superbagneres «fue inolvidable. Fue una etapa maravillosa. Posiblemente la más bonita que recuerdo. Y mira que las ha habido, como la etapa en Val Louron en la que se puso líder Indurain, que mira, también atacó descendiendo. Pero la del 86, por cómo fue y sobre todo por el desenlace...».
Y es que Hinault se portó como un novato, pero estaba tan seguro de su victoria como quienes le seguían desde los coches o por televisión. «Cuando saltó y empezó a tirar, me dicen que no va a ganar y no me lo creo. Había dado una exhibición maravillosa la víspera, estaba pletórico de amarillo, y cuando volvió a salir pensamos 'buah, aquí les deja tumbados otra vez'. Y les dejó. Pero incluso cuando le pillaron pensábamos que igual se estaba dando un pequeño respiro para atacar otra vez en Superbagnères. Pero que va, ya no pudo».
Fue una «etapa épica», de las que escasean. «Hoy en día no te acuerdas de etapas concretas. ¿Te acuerdas de alguna de este Giro, que acabó hace mes y medio?». Y es que aquel «era otro ciclismo. Otra manera de correr, de atacar... Ahora está todo mucho más medido, más controlado. Están los pinganillos, que... Marino nos decía que él siempre iba en la cola del pelotón, mucho más cómodo y sin riesgo de caídas. ¿Y cómo te enteras de lo que pasa adelante? Intuición, yo me pongo delante cuando sé que va a haber algo. Pues esa intuición ha desaparecido porque existe un pinganillo con un director diciéndote lo que tienes que hacer cada metro. Es otro ciclismo».
A todos los niveles. «Como pasa con todos, cada vez es más negocio y menos deporte». Otro motivo por el que se arriesga menos. Aunque también se invierte más «en los materiales, la preparación...».
Aunque sea distinto, a Irazusta se le siguen yendo los ojos. Y este sábado lo harán, además de con pasión, con curiosidad. «Lemond hizo seis horas y seis minutos. A ver cuánto tardan esta vez porque el recorrido es idéntico. Aunque seguro que las carreteras son mejores y sobre todo en los descensos eso se nota, pero tengo mucha curiosidad por ver en cuánto lo hacen».
12ª etapa
Este jueves se recorren los 180,6 kilómetros entre Auch y Hautacam, donde hace 25 años se impuso Javier Otxoa. Antes de la meta (HC), el pelotón ascenderá los altos de Soulor (1ª) y Borderes (2ª).
13ª etapa
El Tour le ha cogido gusto al altipuerto de Peyragudes. Este viernes desde Loudenvielle arranca la cronoescalada de 10,9 kilómetros que acaba allí. Lo peor llega al final, con rampas de hasta el 16%.
14ª etapa
La etapa reina de Pirineos, calcada a la de 1986, se disputará el sábado. Son 182,6 kilómetros entre Pau y Superbagnères y las ascensiones a Tourmalet –por Barèges–, Aspin, Peyresourde y Superbagnèrès se encadenan en los 100 últimos kilómetros.