INFO

‘Nizugu’, una ópera infantil de categoría

NIZUGU. Música de Iñaki Carcavilla sobre libreto de Marta García. Lugar: Victoria Eugenia (Donostia), 26/08/2025. Int.: Ibai Murillo, Nora Osma, Adam Mazur, Missiel Calvo, Eider Urbistondo y Alain Sánchez. Easo Eskolania, Txiki y Sinfonietta. Dir. m.: L. Arzallus. Dir. esc.: D. Oliveira y G. Amaya.

Imagen de uno de los ensayos de la ópera en Sarobe, Urnieta. (Andoni CANELLADA | FOKU)

La colaboración regular que, desde 2018, se ha establecido entre los coros juveniles de Easo Abesbatzak y la Quincena Musical se ha ido concretando, en los últimos años, en propuestas para el público infantil y familiar cada vez más ambiciosas y perfeccionadas.

La ópera infantil que se presentó el martes en el Victoria Eugenia, ‘Nizugu’, es la mejor prueba de cómo el equipo del Easo va elevando cada año su concepción del teatro musical para niños.

Dividida en cuatro actos, el planteamiento de ‘Nizugu’ es muy inteligente. La idea central de cada acto resulta sencilla e identificable: una escena que trata sobre la construcción de la identidad de un niño o niña a determinada edad.

Pero el tratamiento que se hace dentro de cada acto es rico en matices y complejidad. Por ejemplo: el tercero, que trata sobre esa edad (aproximadamente 13 años) en la que los niños ya quieren sentirse adultos, aunque aún no lo son, se resuelve mediante un banquete familiar en el que los niños son obligados a sentarse en una mesa aparte y a comer pollo con patatas mientras que los adultos se atiborran a langosta y caviar.

En la guerra civil que desencadena esta injusticia, suenan tangos, habaneras, hay escenas de pelea, una recesión para que el abuelo cuente una batallita…

Esta variedad e imprevisibilidad en la acción escénica, que está en las antípodas de la extrema simplicidad por la que a menudo se apuesta para las producciones infantiles, hizo que todo el público del Victoria Eugenia, desde los padres hasta los hijos más pequeños, siguieran con atención y sin rechistar los 80 minutos que duró la ópera.

A esto ayudó también que los mimbres literario-musicales fueron muy buenos. El libreto de Marta García, que hace un uso premeditado de diferentes formas poéticas (zéjel, seguidillas, cuartetas, quintillas, coplas, tercetos encadenados, romances, sonetos…), es muy certero en la formulación de las ideas, pero no tiene miedo a expresarlas mediante un vocabulario muy rico que le otorga una esencia poética.

Y lo mismo con la música de Iñaki Carcavilla, que, aunque se basase en melodías y ritmos sencillos (a veces preexistentes, como marchas o zortzikos), mediante el quiebro constante del material y las orquestaciones poco convencionales, se terminaba alejando del sonido tradicional de lo que esperamos de una canción infantil o de un baile folclórico. Nuevamente, ideas sencillas pero realizadas de forma compleja, para llegar e interesar a todo tipo de públicos.

Los cuatro niños y niñas que encarnan las diferentes etapas vitales del personaje protagonista, así como roles adultos como el de la profesora o el antropólogo, estuvieron interpretados de forma muy convincente y simpática por todos los actores y cantantes implicados.

Y lo mismo puede decirse de los jovencitos de Easo Eskolania y Easo Txiki, que tienen un arrojo y soltura sobre el escenario que año tras año nos sigue admirando.