Isidoro Berdié Bueno
Profesor de Ciencias de la Educación, doctor en Historia y Filología Inglesa

Testigos del siglo XX

Algunos continuamos sintiéndonos del siglo XX, del que mamamos y nos nutrimos de las ubres de su cultura, y estamos en el siglo XXI de manera accidental, por ello ya vemos los hechos con el prisma de la historia.

Testigos del siglo XX

La verdad no es visible a nuestros ojos, y lo que ves es producido por algo que no ves, así que la verdad no se puede comprobar con aquello que se decía: «si no lo veo no lo creo» (Sto. Tomás) ver para creer, y la respuesta de Jesús es «creer para ver». Este es el fundamento de la fe cristiana, y así se definió ya en el Catecismo del Padre Astete, que fue biblia de nuestras queridas beatas y beatos durante siglos. Ambas verdad y fe pertenecen al «cosmos noetós» (Platón), no son de este mundo, están más allá de él. Lo mismo sucede con la Historia, que necesita una luz en el camino que la oriente. Las catedrales no existían antes que las levantara la fe, por eso ésta mueve montañas. Y esto es irrefutable, a ver quien lo refuta.

La fe que nuestros mayores la recibieron del catecismo y no de la Escuela de Teología de Lovaina fue el fundamento de la moral de nuestro pueblo, en la que el valor del sacrificio por los semejantes, la solidaridad y la compasión eran moneda corriente entre las familias y vecinos. Ahora tenemos aquí otra prueba semejante a la que tuvimos hace 100 años con la gripe española (que en realidad se inició en Francia) y que fue el castigo por la Primera Guerra Mundial, ya que sin ésta no se hubiera producido aquélla, y que fue exportada por las tropas a sus países de origen, por eso fue mundial.

Esto sucedió hace un siglo y ahora tenemos el coronavirus, que también es el castigo por el derroche exagerado que hemos hecho, agotando los recursos de la naturaleza, por un consumismo voraz. Esperemos sacar consecuencias de ello, para al salir de esta situación, que la superaremos, no estemos inconscientemente preparando la venida de otra catástrofe mayor, superior a la actual. Eso solo puede evitarse si somos capaces de hallar el camino de la verdad, junto con la concordia humana, lejos de la lucha de clases que predican los totalitarios de izquierda, y podamos celebrar la llegada de la próxima primavera, con la alegría que nos muestra la música de Vivaldi: "Las Cuatro Estaciones". La naturaleza emociona y se comunica contigo en el centenario ocurrido hace un siglo.

Fotos de los periódicos de aquella época muestran salas abarrotadas de enfermos agonizantes y muertos hacinados en hospitales improvisados y de campaña, igual que ahora. Pero lo más triste es que de la pandemia de hace un siglo hemos llegado a la actual sin aprender nada, sirva de aviso a navegantes, todavía mientras estemos vivos es tiempo de rectificar y evaluar correctamente nuestra conducta social. Tratemos a la naturaleza con el respeto que merece un milagro y hagamos uso de la filosofía, para que nos ayude a modelar nuestra conducta, pues al mejorar a ella nos mejoramos nosotros mismos. Esta es la intención ética de estas líneas.

Algunos continuamos sintiéndonos del siglo XX, del que mamamos y nos nutrimos de las ubres de su cultura, y estamos en el siglo XXI de manera accidental, por ello ya vemos los hechos con el prisma de la historia.

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