Lo que los indultos esconden
ERC juega al escondite, mostrando su rostro aparentemente independentista (amnistía, referéndum de autodeterminación y visitas a Puigdemont). Esta táctica dilatoria de camuflaje viene forzada por la necesidad de mantener un tiempo el gobierno de coalición para desactivar la presión popular e ir transformándola en apoyos a este proyecto.
El PSOE, tras la victoria de ERC en el campo independentista, abandona la lógica del 155 y entra en escena con la propuesta de indultos a los líderes encarcelados del 1 de Octubre.
Esta decisión ha provocado una fractura en la sociedad española, dando lugar a múltiples reacciones: unos (PP, Vox, Ciudadanos), en un primer momento, incapaces de ver la operación política que estos indultos esconden, se ponen visceralmente en contra; otros (Empresariado, Iglesia, Sindicatos), con una visión pragmática de España, los apoyan sin fisuras.
Los primeros, al ver el posicionamiento de los segundos, estamos seguros que han comprendido la trascendencia de esta maniobra de la España pragmática; pero, no obstante, siguen manteniéndose en sus trece, porque, en caso de fructificar este pacto oculto, saben que habrá PSOE para rato.
Hay una ley de la política que todo gestor de lo público debería conocer: «cuando lo nuevo surge (lucha por la independencia de Catalunya), en su seno, siempre aparece la división». Una parte es fiel al objetivo del movimiento y otra, cuando el Estado se presenta y reprime, entra en la lógica del opresor, en vez de replegarse, confesando su debilidad.
Veamos lo que hay bajo esta operación: estamos convencidos de que existe un pacto minuciosamente diseñado entre PSOE y ERC como alternativa a la exigencia popular de independencia. Esto se traduciría en un Estatuto para Catalunya, sometido a referéndum, que, al menos, contenga lo nuevo que portaba el viejo «cepillado».
Analicemos la puesta en escena de la obra ya escrita en otra parte.
El antiguo discurso de ERC, que ahora, al estar en el gobierno, oculta, decía: Somos independentistas; pero, en este momento, la independencia no es posible solamente con el 50% de los votos. Tenemos que trabajar para que los dos tercios de catalanes estén a favor de ella. Mientras tanto, apostamos por lo posible: nuevo estatuto con referéndum.
En la nueva situación, es el PSOE el encargado de hacer aflorar el pacto, mediante una serie de síntomas. Iceta habla de un estatuto refrendado. Zapatero y Almunia comparten la misma idea. Sin embargo, ERC juega al escondite, mostrando su rostro aparentemente independentista (amnistía, referéndum de autodeterminación y visitas a Puigdemont). Esta táctica dilatoria de camuflaje viene forzada por la necesidad de mantener un tiempo el gobierno de coalición para desactivar la presión popular e ir transformándola en apoyos a este proyecto. ERC confía en que la cerrazón del Gobierno español en la mesa de negociación vaya convenciendo a la gente de que, de momento, no se puede ir más allá de un nuevo Estatuto.
Por encima de lo que el pacto esconde (lo político como artesanía de lo posible), tenemos que decir que, si la política es el arte de lo imposible, confiamos en la lucha de Catalunya por la autodeterminación y la independencia y no en pactos a espaldas del pueblo.