34 aniversario de la desaparición de Joxe Miel
El asalto de la Guardia Civil al «Bosque de los Gudaris», lugar simbólico de recuerdo de los militantes muertos, y la detención de varias personas acusadas de «enaltecimiento del terrorismo» nos muestra con crudeza las dificultades que tiene y va a tener nuestro pueblo para el reconocimiento de la verdad, el ejercicio de la justicia y la reparación de los daños causados como consecuencia del conflicto político.
Si con ese acto el Gobierno español señala su intención de intentar extraer del corazón de los vascos la memoria de sus militantes y sustraer al propio Estado de su responsabilidad en el mencionado conflicto ¿cómo se va a abrir la vía de la verdad y la justicia en casos tan flagrantes como las desapariciones de personas como Joxe Miel Etxeberria, Naparra? Tenemos que volver a recordar que delitos aberrantes como las desapariciones, torturas, asesinatos extrajudiciales, crímenes supuestamente encubiertos en motivos como el «suicidio» o muerte accidental y otros de la misma naturaleza son delitos que no pueden prescribir porque dañan y afectan a principios y valores humanos profundos. Ningún pueblo sano puede verdaderamente hablar de paz si todas estas experiencias traumáticas no son debidamente investigadas y sus responsables directos e indirectos sancionados.
Al contrario que en el Estado español, estamos observando en numerosos países, principalmente latinoamericanos, la creación de «Comisiones de la Verdad», la condena de responsables políticos y militares de crímenes de estado, la derogación de leyes de amnistía que cubrían a mandatarios y subordinados estatales, la creación de leyes impidiendo la prescripción de delitos, el reconocimiento e indemnización a numerosas víctimas de la violencia de los estados, etc. Recientemente hemos conocido los puntos del acuerdo entre los representantes de las FARC y el Gobierno de Colombia. En sus puntos de acuerdo se incluyen el reconocimiento de todas las víctimas del conflicto, no solo en su condición de tales «sino también y principalmente, en su condición de ciudadanos con derechos». En el acuerdo se incluye el esclarecimiento de la verdad, «incluyendo sus múltiples causas, orígenes y sus efectos».
Todos estos cambios se han venido produciendo por el impulso de movimientos populares que con grandes sacrificios han ido alterando la conciencia colectiva y obligando a las autoridades de esos países y a su administración judicial a recoger sus reclamaciones. Pero quizás la principal conquista de la presión popular haya sido la de cambiar la percepción que la sociedad tenia anteriormente sobre antiguos guerrilleros y militantes. Se ha ido introduciendo en el interior de las ideologías circulantes la constatación que en actuar de los militantes había un impulso revolucionario justo y generoso. Que se trataba de personas comprometidas que lo ofrecieron todo en solidaridad con sus semejantes mas marginados y oprimidos. Y en este cambio ideológico ha contribuido también la renovación de lideres políticos y la perdida de peso de las oligarquías tradicionales ante las crisis económicas y políticas. No hay que extrañarse, por lo tanto, de la presencia como mandatarios en estas naciones de antiguos guerrilleros, dirigentes de movimientos populares o victimas de la dictadura.
Somos plenamente conscientes que en Euskal Herria y el Estado español los principios de Verdad, Justicia y Memoria en relación con los afectados por la violencia del Estado solo vendrán a partir de un cambio en las élites políticas actuales y en el modelo económico y político imperante. Por ello, las luchas por una república vasca independiente y una república española popular y democrática se convierten hoy en día en ejes importantes en la defensa de aquellos principios.