Asun Lasaosa Zazu

A cuenta de «Chupinazo y barbarie»

Hablas de chicos que violan en San Fermín, que abusan, que agreden, que manosean y que humillan. Y pienso en la suerte que tenéis en Madrid, donde ni se viola, ni se abusa, ni se agrede, ni se manosea, ni se humilla.

Leo con varios días de retraso el artículo de Lidia Falcón titulado "Chupinazo y barbarie", publicado en el diario "Público" el día 5 de este mes, justo antes del comienzo de las fiestas, y pienso que, seguro que Lidia Falcón sabe mucho de feminismo, pero desde luego no sabe nada de San Fermín.

Dice que a San Fermín no hay que ir. Como si todas las mujeres que hay ahora mismo aquí fueran de fuera y como si, por algún extraño fenómeno de la naturaleza, no hubiera mujeres nacidas en Pamplona y que viviéramos todo el año aquí.

Pero como sí, las pamplonesas existimos, la primera pregunta es obvia: si no hay que estar en San Fermín, ¿qué hacemos? ¿Nos alquilamos un apartamento en Zarautz para los nueve días que dura la fiesta? ¿O nos encerramos en casa sin salir? Porque, voy a decirte una cosa, querida Lidia, cuando estás en Pamplona, no se puede no ir a San Fermín, porque la fiesta lo invade todo y te rodea en cuanto pones un pie fuera del portal. No es como en Madrid, que hay que ir a la pradera del Santo, no es como en Sevilla que tienes que ir al recinto ferial. San Fermín es Pamplona entera y te rodea, quieras o no. Y me rodea a mí, y rodea a mi madre de 90 años, que fíjate si será bárbara la pobre, que a ella le gusta ponerse su pañuelo rojo y salir a tomar un Martini por la mañana e ir por la tarde a la tómbola y disfrutar con todos y cada uno de los regalos que le tocan. Siento que mi madre no esté a la altura de tus expectativas feministas; es tan bárbara que está en Pamplona y sale. Pero como en la metrópoli siempre habéis sabido bien qué nos conviene en provincias, si tienes alguna recomendación para ella te lo agradeceré.

Hablas de chicos que violan en San Fermín, que abusan, que agreden, que manosean y que humillan. Y pienso en la suerte que tenéis en Madrid, donde ni se viola, ni se abusa, ni se agrede, ni se manosea, ni se humilla. En España se denuncian tres violaciones al día, una cada ocho horas. Pero ninguna toca en Madrid. ¿O sí? ¿Manejas algún tipo de estadística que demuestre que en Pamplona haya más violaciones que en Sevilla, Gran Canaria o Barcelona? ¿O es que de La Manada sabéis mucho más porque la policía fue supereficaz en las detenciones y porque nos echamos todas, todas, todas a la calle a denunciar? ¿Aquí hay más agresiones, o es que las visibilizamos más?  

Lo que no se entiende, desde el punto de vista del feminismo, es que digas que son las fiestas propicias para que los machos se atrevan. O sea, que la culpa es nuestra, que vamos provocando. Qué guay. Como cuando nos ponemos minifalda o escotes pronunciados. La culpa de las agresiones sexistas es nuestra. Y que en las manifestaciones gritemos que las calles y las noches también son nuestras, o que solas y borrachas queremos volver a casa, son cosas que funcionan como eslogan pero luego debemos contenernos para no despertar el fantasma del machismo. Genial. 

Comentas también el salvajismo de las corridas de toros y otra vez soy un mar de dudas. Primero, porque pareces ignorar que aquí, también, hay personas «sensibles y buenas» (sic) que promueven movimientos antitaurinos y reivindican unos sanfermines sin toros. Y segundo, porque estoy segura de que se matan muchos más toros en San Isidro, en Fallas, en la fiesta de Abril o en la Aste Nagusia de Bilbao. Todos muy mal, Lidia, todos muy mal. Pero peor en San Isidro que en San Fermín, aunque sólo sea por la cantidad, no tengas la menor duda.

En cuanto a las mujeres que quieren imitar a los hombres y correr en el encierro, puede que haberlas haylas, pero desde luego no conozco a ninguna pamplonesa a la que le haya dado por hacer semejante cosa. Es verdad que no suelo ver el encierro, y quizá haya alguna chica corriendo, pero si ocurre no pasa de ser algo anecdótico y, por supuesto, no forma parte de las reivindicaciones del feminismo de aquí. No, no queremos imitar «a los hombres en todos los órdenes de la vida, incluso los más detestables». Por eso sorprende que tú nos hayas visto corriendo el encierro en la calle Estafeta, empujándonos sudorosas y «felices de ser una más en la tarea de torturar al animal». Qué cosas. Y diciendo además que en eso consiste la igualdad, «torturadoras y verdugas». No sé, quizá será normal. Pero entre hijas y sobrinas tengo de todas las edades y, francamente, nunca he conocido a ninguna pamplonesa que corra los toros de forma habitual. Nunca. Puede que alguna haya querido probar alguna vez, quizá, pero no, Lidia, no, las mujeres no tenemos ningún interés en correr.

Por eso, como ni somos más de ir a los toros que en cualquier otro sitio, ni corremos en el cierro aunque a ti te parezca que sí, te invito, a que antes de insultarnos, te informes un poquito sobre lo que son nuestras fiestas. Y te invito también a poner orden en tu casa, tanto en el asunto de las agresiones masculinas, como el de los festejos taurinos, antes de venir a decirnos qué hacer aquí. En ambos casos hay mucho más que hacer en Madrid.   

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