Cristian Gracia Palomo
Politólogo

A Sagardui no le gusta nada

A Gotzone Sagardui no le gusta que el Ministerio de Sanidad «imponga» el uso de mascarillas en los centros sanitarios. Tampoco le ha gustado que proponga las autobajas como respuesta a la saturación que sufren los sistemas de salud autonómicos, incluida Osakidetza. Ambas medidas, como reconocen desde el propio Ministerio, son excepciones que vienen a paliar un mayor problema de partida: que el sistema sanitario público está sufriendo uno de sus peores momentos.

Y eso lo dicen los propios profesionales. Los conflictos en Osakidetza se vienen sucediendo con fuerza desde hace tiempo, con diferentes huelgas entre el personal sanitario, de ambulancias o de limpieza, entre un largo etcétera. Los problemas son conocidos ampliamente por todas: las plantillas están sin cubrir, las agendas se llenan demasiado rápido, las listas de espera escalan y las urgencias se colapsan.

De esta situación, no lo olvidemos, la principal responsable es Gotzone Sagardui y un Gobierno Vasco, liderado por el PNV y el PSE, que ha decidido que Osakidetza no es una prioridad y que, si acaso, molesta.

Molesta porque quieren hacer negocio con ella, pero ni usuarias ni profesionales están dispuestos a permitirlo. Molesta porque, si por ellos fuera, la gestión privada se habría impuesto hace tiempo, siguiendo un modelo similar al de Madrid o Valencia.

Mientras tanto, Sagardui sigue cargando contra cualquiera que se atreva a denunciar esta situación o, lo que es peor, proponer alternativas. Ya ha cargado contra el Ministerio, a pesar de que las medidas propuestas son eficaces y de bajo coste (dos ideales que persigue toda buena política pública). Carga cada día de la semana contra el personal sanitario. Carga contra las usuarias de Osakidetza. Carga contra la oposición que se atreve a denunciarlo.

Pero sus sobreactuaciones y sus intentos de desviar la atención no pueden ocultar lo que, cada día, sufren en sus carnes usuarias y profesionales: en el pico más alto de la gripe, no se ha hecho nada para anticipar estos problemas. Unos problemas que no pueden ser una sorpresa para nadie. Hay pocas certezas en la vida, pero que la gripe acude puntual a su cita es una de ellas.

Los improperios de Sagardui contra el Ministerio tampoco pueden ocultar que, sin ser obligatoria, la mascarilla ya se ha vuelto otra vez tendencia en los centros de salud. Sagardui no lo puede saber porque, en realidad, tampoco le gusta la Atención Primaria y prefiere pisarla lo menos posible. Pero usuarias y profesionales saben, desde hace tiempo, que la mascarilla es útil para proteger a las personas más vulnerables en un momento en el que su salud, y la del resto, está más expuesta.

Euskadi se merece un sistema público de salud diferente, que priorice a las personas y a sus profesionales. Y ahí la Atención Primaria, el centro de salud que tenemos cada uno en nuestro barrio o en nuestro pueblo, es y debe ser la piedra angular del sistema. Eso requiere hacer de esos puestos de trabajo lugares mucho más atractivos para el personal y, sobre todo, estabilizar las plantillas. Ya basta de encadenar contratos temporales de meses o días, de que las bajas queden sin cubrir o de sobrecargar a una plantilla extenuada tras la pandemia de la covid-19 y que solo ha recibido más palos desde entonces.

A Sagardui no le gusta el Ministerio de Sanidad ni que este haga su trabajo. No le gusta la atención primaria. No le gusta la sanidad pública. A Sagardui, por no gustar, pareciera que no le gusta ni Osakidetza. Mal asunto para quien debería haberse convertido en su principal valedora. Pero, sin duda alguna, un peor asunto para el resto de la población.

Este abril (parece que las elecciones vascas serán por esa época) hay que votar recordando las listas de espera en sanidad. La situación de nuestros centros de salud. Las Urgencias colapsadas. Los PAC sin médico. Este abril hay que votar pensando en la sanidad que queremos. Hay que votar porque a Osakidetza (y a nosotras) nos va la vida en ello.

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