Oier Zuñiga
Vecino del Casco Antiguo

¿Amabilización igual a desertización? Un error

Sorprendido y en parte penado por la campaña de ciertos comercios del casco antiguo de Pamplona, escribo esta carta con gran decepción. Esta iniciativa parte de una lectura errónea desde mi punto de vista y explico a continuación por qué.

En primer lugar, pretender mostrar ante la ciudadanía que el casco antiguo está desierto es una metedura de pata que contradice la realidad visible. Cualquiera que se acerque al centro podrá comprobar que siempre hay gente. Es más, esta afirmación choca con otros discursos que aseguran que el centro está saturado. Ahora bien, habría que analizar a qué acude la gente al centro, quitando el fin de semana, que evidentemente es por el ocio.

Esta campaña es mala, muy mala, porque de forma implícita está dejando de lado a varios grupos de clientes habituales o potenciales. En primer lugar, los propios vecinos y vecinas. Que en la mayoría somos fieles a ciertos comercios, cada uno con nuestras exigencias y peculiaridades, cierto. Pero consumimos en el barrio. ¿Cuánta gente vemos en el centro metiendo bolsas de compra en el maletero de su coche? ¿Cuántos escaparates se ven desde la ventanilla de un coche? Y cuánta gente sin embargo, andando con bolsas de la compra en la mano por las calles del centro.

En segundo lugar, el coche. Según datos de la MCP, 42% del total de los desplazamientos diarios en la comarca se realizan en este medio. Y de ese 42%, nada más ni nada menos el 65% lo hace por motivos de trabajo. Es decir, más de la mitad de la gente que utiliza el coche lo hace para ir a trabajar y el resto por motivos varios: estudios, gestiones, motivos personales y también por compras, por supuesto. Nadie sabe, de ese porcentaje de ciudadanos que acude a comprar en coche, cuántos lo hacen al centro. Yo solo observo que los parkings del centro siempre tienen plazas libres, exceptuando los fines de semana; Y que los centros comerciales siempre están llenos de coches también entre semana.

Me pregunto, ¿Dónde queda el 58% de personas que nos movemos a diario andando o en transporte público y bicicleta? ¿No somos, a caso, clientes potenciales del comercio local?

Además en una sociedad con una estructura patriarcal que impregna la sociedad, todavía hoy, en muchos hogares son las mujeres quienes se ocupan de las compras diarias. Y sabemos que solo son 4 de cada 10 las conductoras en nuestras calles. Y que en la mayor parte las mujeres se mueven en otro tipo de medios como el transporte público. Por tanto, excluidas estas también.

Afirmar que en Pamplona te «cuesta llegar» al centro, es ciertamente desconocer la ciudad o como mínimo una tomadura de pelo. Iruñea es un entorno urbano compacto en el que las distancias son cortas y es a todas luces evidente que no es una odisea acceder al centro. Con esta campaña, lejos de mostrar accesible el centro, blindan la idea de que no se pude llegar, y eso a la larga, no hará aumentar la clientela.

Con esta campaña el comercio se equivoca. Nos excluye a la gran parte de sus clientes, prefiriendo a los que acuden en coche, que a todas luces no es un porcentaje alto. No digo, pues no lo sé, que no haya disminuido el número de clientes que acudía al centro en coche, pero no es justo hacer alusión solo a ese tipo de clientes. El comercio del centro debería implicarse con el resto de clientes potenciales y mimar los que somos fieles. Esa ha sido una de las virtudes del pequeño comercio y es un fallo enorme descuidar a toda esa clientela con esta campaña. Genera crispación y cierta incomodidad en los clientes habituales, a lo que nos exigen tomar partido en una batalla a favor del coche, que no hemos elegido.

Entiendo la situación de los comerciantes y no seré yo quien diga que su situación es fácil o cómoda. Luchan por sus negocios y formas de vida. Ahora bien, creo que se dejan llevar por una errónea lectura de la situación. Buscan un acontecimiento, un cambio nuevo, que genera cierta incertidumbre por ser desconocido, para encontrar la explicación de la complicada situación del comercio local.

Cuando El Corte Inglés, que dispuso de un solar público a cuatro pesetas, un parking propio, y se cambió y peatonalizó todo su entorno para que fuese cómodo acceder a él, pone en el escaparate el mismo cartel que un pequeño comercio, uno de los dos está equivocado.

Invito al pequeño comercio a realizar una crítica de esta metedura de pata y junto a la vecindad poner en marcha una dinámica que de valor al centro y a sus gentes, incluidos los comerciantes.

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