Mikel Korta

Amnistía y movimiento

Una de las cosas que he aprendido o de la que tomé mayor conciencia durante mi estancia en prisión es la dificultad que encierran las cartas para transmitir fielmente, quizás no tanto las ideas, pero sí el ánimo o espíritu que las acompañan. Las emociones en definitiva. Y estas, como todos sabemos, son parte importantísima sobre todo cuando más allá del debate teórico se pretende convertir las ideas en práctica militante.

Por ello lo primero que quiero dejar claro es que con esta carta no pretendo abrir trincheras ni reforzar supuestas posiciones de parte. Al contrario, es una llamada a unir fuerzas.

El motivo reciente de que esté escribiendo estas líneas es la carta que hace ya un tiempo publicó en este periódico Sendoa Jurado con el título de “Sí a la Amnistía” y en el que entre otras cosas se hablaba de la necesidad de un debate sobre la solución a la realidad de presos y refugiados políticos y del surgimiento de un nuevo Movimiento pro-Amnistía.

En ese sentido lo primero que quiero señalar es que no creo que nadie de la izquierda abertzale o de aquello que definíamos como Movimiento de Liberación Nacional Vasco esté en contra del concepto político de Amnistía que nació al calor de aquellas recordadas semanas pro-Amnistía que precedieron y arrancaron el indulto para los entonces presos y refugiados políticos vascos.

Efectivamente, fue entonces cuando vimos meridianamente claro que la mera excarcelación de presos y la vuelta a casa de refugiados no iba a suponer la solución que exigíamos si no se superaban las causas que los habían generado. Fue entonces cuando la sociedad vasca movilizada hizo nacer el concepto político de la Amnistía que hoy sigue teniendo absoluta vigencia.

El debate, según mi opinión, no está pues en el concepto, sino en la forma o formas para materializarlo. En la dinámica política, social, institucional y de presión para hacerlo realidad. Algo que, como es obvio, no hemos conseguido en los últimos 50 años.

En los 70 conseguimos la excarcelación de presos y la vuelta de los refugiados que así lo decidieron. Imagino que estaremos de acuerdo en que ese paso es imprescindible en el camino de la Amnistía. ¿Qué falló entonces para que ese paso no fuese a la postre determinante en el camino hacia la Amnistía que ansiábamos? Pues simplemente que no fue acompañado de la ruptura democrática que reivindicábamos frente al franquismo reformado que se nos acabó por imponer. Si la ruptura, que muy resumidamente reivindicaba la Autodeterminación delos Pueblos y la exigencia de responsabilidades a los franquistas, hubiese triunfado aquello que seguimos llamando indulto hubiese sido la Amnistía que reivindicamos.

En definitiva, creo que la enseñanza a sacar de aquello es entender que el de la Amnistía va a ser también un proceso y que este va a ir absolutamente unido al proceso de liberación nacional y social en el que estamos inmersos. Y que los avances en uno y otro están totalmente unidos a la correlación de fuerzas favorable que logremos generar .

La pregunta es: ¿cómo avanzamos?

A riesgo de parecer nostálgico quiero volver a aquellas semanas pro-Amnistía para enlazar con otra de las ideas que aparece en el artículo de Sendoa, la idea de “Movimiento”.

Creo que estaremos de acuerdo en que aquellas semanas fueron el momento histórico-político en el que más cerca hemos estado de acercarnos al concepto de Amnistía que todavía hoy reivindicamos. Pero si somos honrados en el análisis deberíamos reconocer que no fue el concepto político de la Amnistía la única bandera en torno a la cual se articuló aquél Movimiento. Quienes trabajaban desde una perspectiva humanitaria y de ayuda material a los represaliados, un más o menos definido sentimiento anti-franquista y las ansias de cambio político, la solidaridad hacia los familiares de represaliados en todas sus vertientes… compartían afanes con quienes reclamaban la vuelta a casa de presos y refugiados desde la perspectiva integral que recogía el concepto político de la Amnistía. La recogida de ropa, comida y dinero “para ayudar”, compartía espacio con la huelga de hambre y el coctel molotov de quienes querían ir más allá. Y el gran acierto de aquellos días fue precisamente tener la capacidad de unir todas esas fuerzas en un planteamiento de “Movimiento” que generó las sinergias que arrancaron el indulto. Desde la caridad cristiana, pasando por la solidaridad humanitaria y económica, hasta la identificación política con presos y refugiados… compartían espacio dentro de aquél Movimiento.

Y sinceramente, creo que nos encontramos ante un reto similar.

Creo que el debate es, siempre y en toda circunstancia lo es, muy necesario. Son muchas las cosas que debemos definir en muchos campos, también en el del discurso o las actitudes,  y ahí no sobra nadie. Creo que el debate debe girar fundamentalmente en torno a cómo somos capaces de articular en ese esquema de Movimiento toda la marea de sentido común que tiene absolutamente claro que no es posible ningún cambio político, ningún avance hacia la democracia y la normalización de la convivencia en Euskal Herria manteniendo en la cárcel o el exilio a centenares de vascos. Cómo convertimos todo eso en un Movimiento que objetivamente acerque  la vuelta a casa de presos y refugiados primero y cómo desde ahí llegamos a esa “superación de las causas que los han provocado” que se sitúa en el reconocimiento y ejercicio del Derecho de Autodeterminación.

No son en mi opinión tiempos para enredarnos en peleas cuyo objetivo sólo alcanzaría, en el mejor de los casos, a medir y valorar la mayor o menor pureza discursiva de cada cual, a definir quién es el guardián del frasco de las esencias.  Son tiempos para unir fuerzas, para complementar y para encontrar las fórmulas que sean capaces de aunar en un Movimiento imparable esa voluntad mayoritaria que está ahí. Llena de matices, con perspectivas, sentimientos, compromisos, visiones y concepciones políticas diversas. Ingredientes todos ellos consustanciales a la idea de Movimiento.  Porque en eso se traduce cuando lo llevamos a la práctica. Porque Movimiento y diversidad son conceptos intrínsecamente unidos y si no entendemos eso podremos crear organizaciones, colectivos, células, plataformas… pero la idea de Movimiento quedará reducida a un mero adorno discursivo. Porque “Movimiento” es eso: pluralidad y movimiento.

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