José Luis García
Doctor en Psicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política”

Amor, sexo y afecto en tiempos del coronavirus (XXIII)

Es completamente normal sentirse preocupados, tristes y agobiados. No pasa nada por llorar. Hay que comprender y aceptar todas las emociones que surgen a borbotones. Van y vienen. Valorar estar vivos y lo bueno que tenemos.

En los tres primeros días de confinamiento, y en previsión de lo que se nos venía encima, me permití compartir en redes sociales algunos tweets o posts sobre estos temas que me gustan e inquietan y de los que suelo hablar en estas páginas desde hace tiempo. La labor de divulgación me parece que es necesaria siempre y, más ahora, donde los conocimientos pueden ayudarnos a sobrellevar mejor esta cuarentena imprescindible e incuestionable. De hecho, he puesto a disposición de los internautas diferentes enlaces para leer artículos de esta índole.

Twitter (@JosLuis70921676) a no dudar, es la que más juego da en esta temática. Por el contrario, en Instagram tengo la impresión que predominan las poses corporales con una evidente instrumentalización erótica, de mujeres y hombres, supongo que en la búsqueda ansiosa de likes y corazoncitos rojos. Algún día hablaremos de ello y su efecto en las conductas de nuestros jóvenes. LinkedIn y Facebook son otro rollo.

En general son temas que interesan a la gente y, salvo algún maleducado o quienes vomitan a diario su amargura contra lo que sea insultándote porque sí, agradecen las modestas sugerencias que suelo compartir.

Me preocupan los costes emociónales que, en este aislamiento, pueden generarse en las relaciones de pareja. Estos días van a ser una prueba de fuego para aquellas que tuvieran previamente algún conflicto en su relación y, es probable, que también lo sea para otras muchas, que no los tuvieran. Emergerán cual corcho introducido en un barreño de agua. Cuanto más dure es probable que las tiranteces, algunas inevitables, se incrementen y la manera de gestionar esas tensiones sea la clave para la armonía o desarmonía. Me temo que las agresiones y maltratos de hombres a mujeres no descenderán.

Es muy posible que en determinados momentos haya tensión, más de lo habitual, porque la situación es excepcional. De ahí que sugerimos la máxima tranquilidad y un diálogo sereno cuando surjan esos momentos. Incluso derivarlos a horarios en los que podamos estar más lúcidos y relajados. Cada cual debiera tener su tiempo y, a no dudar, comprometerse activa e igualitariamente en las tareas domésticas.

No pocas parejas se quejan del escaso dialogo, en particular de los hombres. En tono humorístico y desenfadado escribíamos en Twitter un comentario que me habían hecho llegar: «Con esto del aislamiento en casa, por lo del coronavirus, he estado hablando un rato con mi mujer y me ha parecido muy simpática». Está bien una sonrisa. El humor es bueno para hacer frente a estas situaciones haciendo un buen uso de él. Hacer un poco de ejercicio físico es obligado.

Es completamente normal sentirse preocupados, tristes y agobiados. No pasa nada por llorar. Hay que comprender y aceptar todas las emociones que surgen a borbotones. Van y vienen. Valorar estar vivos y lo bueno que tenemos. Desde un punto de vista racional, tratemos de evitar el miedo pensando en que vamos a salir de esta y que es algo temporal y transitorio. Es positivo hablar de otras cosas que no sean el virus y su curva de ascenso, viendo otros programas de TV que no sean los informativos, monográficos con lo que está pasando. No hacer caso a las fake news o en todo caso contrastarlas.

Es una buena oportunidad para hacer lo que tenías pendiente (estar más tiempo con los hijos, jugar, ordenar fotos, leer, recuperar el hobby, revisar, hacer bricolaje...) con los que habría que disponer de toneladas de paciencia y ser especialmente generosos y empáticos. ¿Cómo me gustaría a mí que me trataran en una situación similar? es una pregunta pertinente. Por tanto, jugar con ellos y recrear el aprendizaje escolar que ahora más que nunca valoramos el trabajo del profesorado.

Sugería, así mismo, llamar a alguien que pienses que está solo o pasándolo mal. A los familiares que están lejos. Tal vez, algún momento para reflexionar sobre la propia vida no estaría demás. Si alguien a tu lado siente eso, coge su mano y abrázale.

Y, como estamos más tiempo con la pareja, también hay oportunidades de mayor intimidad sexual, que es muy saludable. A este respecto compartía algunas sugerencias:

1. Excepto en épocas de enamoramiento, el deseo sexual, casi siempre, hay que provocarlo. Hay que echar leña al fuego, porque si no, se apaga. En particular en aquellas parejas que llevan más años juntos.

2. Busca un tiempo (ahora sí hay) para caricias, juegos besos y abrazos.

3. A veces un masajito con aceite oloroso es un buen comienzo. O no. Simplemente el masaje.

4. Una musiquilla de fondo tampoco está mal. Hay a quienes eso les facilita el encuentro.

5. Leer un relato erótico o ver una peli especial, allana las cosas. Se puede leer en alto. A algunas personas el lenguaje les estimula.

6. Las fantasías sexuales, son el músculo del deseo. Hay que ejercitarlo para que no se atrofie. Son gratuitas, ilimitadas y fáciles de elaborar. No tiene que ver con la infidelidad.

7. Se puede y se debe hablar. Para indicar, sugerir, seguir... o para excitar que hay palabras que tienen un poder erótico extraordinario. Prueba. Si son fuertes, pide permiso antes.

8. Hay juguetes tambien. Pero primero, sugiero usar los recursos personales que son muchos.

9. No todo es el coito vaginal, ni lo más importante, ni lo último.

10. Independientemente de la edad, piensa que tienes un cuerpo estupendo y que a tu pareja le encanta, tocarlo, olerlo o degustarlo.

11. Una de las claves es dejarse llevar, abandonarse, que pasé lo que tenga que pasar. Sin obligaciones y sin expectativas previas.

Finalmente hablábamos de algunos de los efectos y consecuencias afectivas colaterales del virus ya que esta pandemia tiene no pocas consecuencias devastadoras en la fragilidad de los seres humanos. Esperamos y anhelamos que sea para bien. Otro día hablaremos de los costes económicos y sociales reales que están por venir y que deben hacernos reflexionar sobre el modelo socioeconómico desbocado en el que estamos inmersos.

Pues bien, uno de estos afectos es el siguiente: Cuando escribo esto hay cerca de 1.500 familias españolas que han perdido a un ser querido. Hijos, abuelas, hermanas, sobrinos... no les han podido abrazar, coger su mano, mirarle a los ojos y decirle. «Te quiero. Gracias», mientras les dejaban ir. Despedirse y estar a su lado en esos últimos momentos, paso inevitable e imprescindible para hacer un duelo reparador del vacío emocional que deja su marcha. Ni siquiera acompañarle en su entierro o incineración. Este es uno de los efectos psicológicos más destructivos de esta situación, que va a requerir una legión de psicólogos para ayudarles a superar este trágico acontecimiento, cuando todo esto pase. Es verdad que se puede hacer un ritual de despedida en casa. A quienes se quedan, también hay que estar a su lado, mirarlos a los ojos y cogerles la mano o llamarles por teléfono o video conferencia que los avances digitales nos lo permiten.

En fin, os deseo un sosegado y amoroso confinamiento, sin olvidar que, después de la noche por mucha negrura que le acompañe, a todos nos espera un luminoso amanecer. Siempre ha sido así y también lo será dentro de unos pocos días. Y que, entre todos, si respetamos escrupulosamente las normas, vamos a ganarle al coronavirus este. No tengo ninguna duda.

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