Jon Nikolas Lz. Ituiño
Miembro de Euskaria

Año 778, entonces aparecen los nabarros (I)

El pueblo del euskara, Euskal Herria, sabemos que somos vascones desde la conquista romana. Un nombre gentilicio que los conquistadores latinos aplicaron a las gentes que ocupaban la cubeta del Iberus Flv., «Herribehera», al que su geografía de ocupación colonial denominó como «Ager Vasconum». Por encima, hasta las montañas, situaban el Saltus Vasconum, un territorio que comprendía los valles altos de Auñamendi, Bortueta, su Pyrenæus latino.

En un tiempo de confusión inducida por el constructo latino resulta que vascos parece que solo somos las gentes de un territorio periférico occidental y los originarios vascones han pasado a ser NAVARROS, con V bien marcada. En el siglo pasado se acuñó un nuevo gentilicio propenso a seguir confundiendo la realidad antropológica con la doctrina del «divide y vencerás». Así fue como mi abuelo paterno, nacido en Biana, era vasconavarro y, yo mismo, tengo que reconocerme bien como vasco, o bien optar elevando el listón para afirmar con coraje (junto a Mikel Sorauren y otros nabarros) que Nabarra es el estado de los vascos. Pero, ¿desde cuándo entran en la historia de Euskal Herria los navarros como gentilicio? Y, ¿por qué se escribe con /V/ si en origen los cronistas del siglo VIII escribieron nabarri, con /B/?

La fecha del año 778 está señalada en la historia por la expedición de Carlomagno, al frente de un poderoso ejército, dirigiéndose a Cæsaraugusta. En la primavera del año 778, después de superar las cumbres de Auñamendi, Bortueta, Pyrenæus, Carlomagno se apoderó de Iruña, Panpelvn. El itinerario descendente desde IRUÑA hacia Medina Saraqusta, (Zaragoza), debía seguir por Olite, Herriberri, paso obligado de los carolingios, atravesando el territorio de los Banu Qasi.

Las crónicas de este tiempo son muchas. En los Annales Regii (año 778) se dice: Carlomagno entra en Hispania por dos caminos diferentes; él mismo llega a Zaragoza pasando por Pamplona, mientras otro ejército, con soldados de Burgundia, Austrasia, Baviera, Provenza, Septimania y Lombardía, se le unen en Zaragoza. Carlomagno recibe rehenes de Ibinalarabi, Abutauro y otros sarracenos (Ibinalarabi et de Abutauro et de multis Sarracenis), destruye Pamplona (Pampilona distructa), somete a los hispanos, wascones, y también a los nabarros, y se vuelve a Franconia (Hispani, Wascones sugiugatos et etiam Nabarrii, reversus in partibus Franconiæ). Los textos reconocen un itinerario inequívoco de Carlomagno con el grueso de su ejército, mientras el segundo cuerpo de su armada hacía la tenaza entrando en la Península por los Pirineos-Orientales.

La crónica cita a Hispani, Wascones y Nabarri, tres gentilicios que definen por su lugar de origen a un conjunto de personas que forman colectividades diferenciadas para el historiador franco. Son gentilicios bien definidos. Primero sitúa a los Hispani, en el territorio más oriental de la Girona mediterránea por donde avanzaron las tropas de refuerzo; luego lleva su referencia al camino principal recorrido por Carlomagno a través del país de Wascones y Nabarri, por donde en sentido inverso regresará a Franconia. Para el cronista franco estaba claro que los vascones estaban localizados en la región septentrional de Auñamendi, Bortueta, Pyrenæus. La Vasconia que los nietos de Carlos Martel habían reducido, desde el LOIRA hasta la cuenca del río Dordoña en el año 769, era sabido que tenía su continuidad en la Península. En el pensamiento germano del cronista carolingio los Hispani eran otras gentes, pueblos situados en territorios más orientales limítrofes con el mar Mediterráneo.

El itinerario descendente de Carlomagno en su dirección hacia Zaragoza forzosamente tuvo que atravesar el territorio de los muladíes Banu Qasi. Era «el territorio de la gran llanura próxima a los montes», Naba Herri, Nabarri, como corresponde al pensamiento original de las gentes de Euskal Herria. Sin otra referencia que la expresión propia del euskara, los cronistas francos difícilmente podrían haber recogido el gentilicio que identificaba a sus habitantes como nabarri. Sin duda, una identidad facilitada por los rehenes musulmanes, población autóctona islamizada. Gentes que hablaban la lengua funcional, el euskara de la población indígena de Herribehera, propio del legado histórico de un idioma normalizado entre las comunidades de la gran cubeta del Ibaibehera. Sin duda, con expresiones de la lengua espacial, manteniendo la continuidad léxica de las descripciones toponomásticas, pensamiento vivo que se expresaba en euskara con la lengua funcional de los muladíes islamizados.

En el territorio de Herribehera propio de los nabarri, Carlomagno no encontró resistencia a pesar de que los Banu Qasi, maulas de los Omeyas, mantenían su fidelidad al emir Abd al-Rahman de Córdoba. Ni en la historiografía de las fuentes carolingias, como tampoco en las crónicas musulmanas, existe reseña alguna que contemple algún choque en territorio de los muladíes. Sin embargo, es con la relación espacio-temporal del contacto de los francos con los muladíes donde se da, por primera vez, la aparición en las crónicas francas del apelativo nabarri. Se refiere a las gentes del siglo VIII, habitantes del Ager Vasconum, aspecto importante y significativo por lo que representa para la extensión del euskara como lengua funcional en Herribehera. Esta denominación fue recogida de manera directa por alguien que tuvo contacto presencial con personas de la región mientras Carlomagno se dirigía hacia Medina Sarakusta.

El mismo trayecto tuvo que seguir a su vuelta de Medina Saraqusta (Zaragoza), para dirigirse a Iruña/Panpelvn. El itinerario obligado después de su fracasada expedición cuando, Carlomagno, recorrió con un cuerpo de ejército más numeroso al recoger las mesnadas que habían penetrado por Girona. Regreso donde perdió los rehenes recibidos en su viaje de ida, al atravesar Naba Herri: en aglutinación Nabarri, la «depresión de terreno entre dos vertientes». Con seguridad aquellos rehenes recibidos de Abutauro, cuando bajó de Iruña en la primavera, que fueron quienes ilustraron al cronista franco confirmándole su condición de Nabarri, habitantes de la gran cubeta del Ibaibehera.

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