Juan Carlos Pérez Álvarez

BEI Transiberiano: de Vitoria a Santander

Cuando Vitoria puso recogida neumática en la ciudad, los santanderinos pensaron que era buena idea, pero la dejaron para que la probasen los de la entrada del barrio

Cuando los carabelas cantaban aquella tonadilla recorriendo la geografía de Cantabria seguramente no pudieron imaginar la de veces que se iban a acordar en la realidad sus paisanos de los trenes o sucedáneos, una vez superada la etapa de los años 70 y 80 donde parecía un revival de los años 50 y 60 donde lo ferroviario era un estorbo para el progreso, y se sustituye por camiones o autobuses. Es curioso que desde comienzos del siglo XXI y con verde esperanza, como el Bilbao del Señor Azkuna, el tranvía desplegaba sus alas por la capital alavesa. En la enamorada del mar, capital de Cantabria, no sucedía tanto. Digamos que ha habido un vínculo sobrevenido entre Vitoria y Santander, en tiempos modernos, en cierta medida desconectada de la leyenda mítica de la hermandad de las marismas. Cuando se oculta parte de la historia… se acaba pensando en alianzas por el color político de la ciudad. Cuando Vitoria puso recogida neumática en la ciudad, los santanderinos pensaron que era buena idea, pero la dejaron para que la probasen los de la entrada del barrio que se llama como las dos rebanadas de pan que lo constriñen. No salió demasiado bien, un poco de olores por aquí, un poco de ruido por allá, hicieron, y hacen, las delicias del barrio en un experimento que no cuajó para el resto de la urbe. Pero con los autobuses si que se hicieron experimentos.

Es curioso recordar que en la ciudad donde la selección española de fútbol paró en concentración en el mundial de Brasil 2014 (tan «próxima» al campo como Las Rozas en Madrid para jugar en la cartuja de Sevilla) había un sistema que funcionaba de estos autobuses eléctricos articulados, es decir, el BEI famoso. Pero se quedaron con poco. En Santander en los días de vino y rosas, donde cualquier urbe tenía el derecho legítimo de asumir un tranvía, un metro, monorail o lo que fuera, que la pusiera en el mapa al nivel de Ogdenville o New Havensbrook, como Parla, Jaén o Moratalaz, pusieron en marcha el plan sectorial de transporte de 2007 a 2013. No sabían lo que venía para la burbuja inmobiliaria y los dineros, así que en una ciudad con marismas pusieron varias líneas de metro y tranvía. Hay un vídeo en Youtube. Como eso no pudo salir, por motivos obvios, pues se fue transformando. Primero en un carril con un tranvía ligero, luego un bus especial, y luego un BEI. Con su carril propio, lanzando una conexión rápida entre Valdecilla y San Martín, cruzando el Paseo Pereda y el Frente Marítimo. Pero más allá de unos pintaos en el suelo y que el carril especial servía hasta para los monopatines, poco o nada quedó de aquella elucubración universitaria asequible de ser concebida en la mente de Blutarsky, o puede que de Nick Rivers.

Resulta enternecedor escuchar de boca de un tipo como el señor Oyarzabal, alavés, presunto mal estudiante, aunque nunca se inventó un master ni robó cremas en un Eroski, eso es verdad, de llevárselo crudo a los gestores peneuveros del BEI. Gran y maravillosa idea en un sistema de equilibrios de pluralismo institucional (Diputación, GV, Ayuntamiento), pluralismo político (nadie tiene mayoría absoluta por sí mismo), y que además, con el sistema de Concierto y Cupo, y la Ley de Aportaciones, el dinero está más que ajustado, y si hay un gran agujero, la ciudadanía lo notará al instante. Ellos que hicieron cosas un poco menos confesables con los dineros de la Fundación Miguel Ángel Blanco o con la seguridad de sus concejales, usando esos dineros para otras cosas, no son los mejores indicados para hablar de pulcritud. Pero bueno, si el chaval, el tal Oyarzabal, habla de llevárselo crudo con el BEI en Vitoria, donde hay fehaciente evidencia del gasto, supongo que se puede tomar por perifrástica e insinuar que en Santander, donde no hay recuerdo ni evidencia física, salvo el de los gastos generados sobre el papel, sí que se lo llevaron crudo. Lo cual es poco deportivo para unos compañeros de partido. Señor exalcalde y exministro que nacer nació en Bilbao, pero se sentía Santanderino de Toda la Vida, o sea, un STS (luego largaron el latiguillo contra otros, desde la supuesta pureza) y la actual doña Gema Igual no debieran sino sentirse interpelados por el hecho de que a fin de cuentas ellos intentaron hacer la versión de hacendado del BEI de Vitoria. Gastando dinero, pero luego teniendo que recular, y, como todo aquel que acuda a la capital de Cantabria, sin resultado alguno. Bueno, solo uno. Retirar banderas. La del ayuntamiento de la UE, porque no obtuvieron el premio de la capitalidad 2016. Y la de España del mástil de Puerto Chico. Porque cuesta un dineral y la pusieron en un cruce de vientos múltiples. Tranquilidad, que en los balcones persiste la bandera de España. Incluso un cartel de «Gobierno dimisión». Ahora sólo queda pensar en a cual se refiere. Oiga, que a mi me da Igual, pero solo por comentarlo…

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