José María Torres Jimenez

Carlos, primer príncipe de Viana

Hijo de Blanca I de Navarra y Juan II de Aragón.

Nació en Peñafiel, el 29 de mayo de 1421 fallece en Barcelona, el 23 de septiembre de 1461, a los 40 años de edad.

Fue el primer príncipe de Viana, título creado por su abuelo Carlos III. Para su nieto

Fue príncipe de Aragón y de Navarra, príncipe de Viana, de Gerona de 1458 a 1461, duque de Gandia de 1439 a 1461 y de Montblanc de 1458 a 1461 y rey titular de Navarra como Carlos IV de 1441 a 1461.

Los reyes eligen para esposa del príncipe Carlos a Inés, nacida en Alemania, hija de Adolfo I duque de Cleves y de su segunda esposa, hermana del duque de Borgoña Felipe III, por el elevado lugar que ocupa este territorio en Francia.

Inés llega a Bilbao escoltada por 200 caballeros el 30 de septiembre de 1439 en la Iglesia de Santa María de Olite se celebra la unión de Carlos e Inés en matrimonio.

El 6 de abril de 1448, con 6 años de matrimonio, enviuda sin descendencia.

Su intento de casarse con Isabel de Castilla, su padre Juan II influyó para que dicho matrimonio no se llevase a cabo porque así su hijo tendría un aliado poderoso que podía ayudar a arrebatarle el reino navarro

Por esto su padre trato de casarlo con Catalina de Portugal, esto no entraba en los planes del rey de Castilla que estaba casado con Juana de Portugal, hermana de Catalina.

El rey Juan II, debido a la influencia de su segunda esposa Juana Enríquez tiene pensado casar al hijo de ambos con Isabel de Castilla, cosa que consiguen que se lleve a cabo pasando a ser reyes de Castilla y Aragón con el distintivo de los reyes Católicos.

El príncipe Carlos tuvo hijos fuera del matrimonio, pero hizo testamento siguiendo los pasos marcados por su madre, nombrando a su hermana Blanca II, heredera como reina legítima del reino de Navarra.

Tuvo enfrentamientos dinásticos con su padre, se manifestó resuelto y valeroso en defensa de sus derechos en Navarra.

Generoso y desinteresado, se mostró en lo referente a Sicilia y Cataluña más sumiso y humilde.

Jose Maria Lacarra dice de él sin ser un santo era Carlos un hombre deseoso de paz, tímido y sentimental, con una fe absoluta en la justicia de su causa y en la razón que le asistían al defender sus derechos legítimos sobre el reino Navarro.

Con gran preocupación ética y un elevado concepto del deber, la defensa de estos derechos había que chocar en su conciencia con los deberes de respeto y obediencia que como hijo tenía para su padre.

Carlos fue educado en el palacio de Olite con las máximas atenciones de su abuelo Carlos III.

El 11 de junio de 1422 los tres estados del reino reunidos en Olite lo juraron como rey de Navarra, una vez muertos su abuelo Carlos III y su madre Blanca I sin ninguna mención a su padre don Juan.

Al año siguiente recibe el título de príncipe de Viana creado para él por su abuelo, recibe una educación muy completa, remo, caza, monta, más estudios literarios y la administración de los asuntos del reino.

Blanca I reina de Navarra cumpliendo con su deber nombro a su hijo Carlos en testamento su sucesor en el reino de Navarra.

Introduciendo que por honor a su Padre para acceder a dichos títulos pidiese el consentimiento y bendición de su padre.

En esto se apoyó Juan II para usurpar el reino de Navarra a su legítimo dueño y heredero del reino Navarro.

La bendición de padre se manifestó en persecución, encarcelamiento y sospechas de envenenamiento bonito amor de padre.

El testamento de Blanca.

Estipulaba, además, que si el príncipe Carlos moría sin descendencia, el reino pasaba a su hija Blanca y si esta también moría sin descendencia seria la otra hija Leonor la heredera del reino, no hizo en ningún párrafo heredero a su marido Juan II.

Fue el quien decidió en contra la voluntad de su esposa apropiarse del reino de Navarra sin ningún derecho y que al casarse con Juana Enriquez su proceder de apropiación era el menos adecuado para llevarlo a cabo.

En capitulaciones matrimoniales firmadas El 6 de noviembre de 1419 en Olite en ella se estipuló que los derechos a la corona de Navarra de doña Blanca pasará a su muerte al hijo vivo que tuvieran ambos.

Una vez que Carlos ya era mayor a la muerte de su madre y casarse de nuevo Juan II se debía haber aplicado el párrafo de capitulaciones matrimoniales que decía si muere Blanca sin descendencia Juan debió abandonar Navarra, pues, como extranjero no le corresponde la sucesión ni herencia del reino de Navarra.

Dado que el hijo es el heredero, al casarse de nuevo, Juan II mermaba más sus supuestos derechos que eran totalmente nulos y, por tanto, apropiarse del reino fue una usurpación

En algún medio he llegado a leer que ostenta el título de princesa de Viana Leonor de Borbón, creo recordar que dicho título fue retirado por el gobierno de Navarra.

El gobierno de Navarra en el año 2015 decidió que el premio príncipe de Viana no será entregado por los reyes de España.

Oponiéndose también al cambio de nombre por el de princesa de Viana.

El título de príncipe de Viana fue creado por el rey de Navarra Carlos III para su nieto Carlos y es como debe de ser ningún otro puede ostentar dicho título.

Con mucha lógica fue creado para el descendiente de un rey Navarro y Navarra ya no tiene reyes el reino está vacante desde el asesinato en París de Enrique III rey de Navarra y lV de Francia por eso no debería ostentar el título de príncipe de Viana nadie y menos los descendientes de los invasores del reino de Navarra.

En el libro de Pello Guerra titulado jaque mate al rey de Navarra pone de manifiesto que todo apunta como sospechosos del asesinato de Enrique III rey de Navarra era obra del papa los Jesuitas y el rey de España.

Que François Ravaillac solo fue la mano ejecutora que se sirvieron de su fanatismo religioso para qué llevase a cabo dicho asesinato.

Todos ellos se oponían a qué fuera rey de Navarra y Francia.

Hasta tubo que enfrentarse a las llamadas guerras religiosas en Francia y el papa llegó a decir que era mejor que no viviese.

Por ello nadie que descienda del reino de España es merecedor de ostentar el título de príncipe de Viana.


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