Xabier Strubell Pastor

Carta abierta a Carles Puigdemont

Miro al otro lado de la barricada y siento miedo. ¿Quién no lo siente, en estas horas? Miedo de que resucite el dictador. Y miedo de que lo más que podamos hacer sea convertirnos en muleta del PSOE; ya sea para prestarles nuestro voto en las elecciones, ya sea para darle el gobierno una vez más, a cambio de nada.

Estimado compañero de viaje infinito. Te escribo estas líneas desesperado. Desesperado de que la FAES tenga un plan y nosotros no. Desesperado de ver cómo las derechas bailan al unísono, con sus tambores de guerra bien amplificados por todos los altavoces del capitalismo mediático español. Desesperado de que no podamos unirnos.

Porque veo y siento que desde Podemos hasta los independentismos, compartimos algo. Esa sensación difícil de expresar en palabras. Una sensación asociada a la juventud, a la primavera, al nacimiento de lo nuevo. Una esperanza íntima de que nazca lo nuevo.

Pero Podemos, para empezar, se va a pegar el leñazo del siglo. Andan desnortados, comunican mal, y van a la deriva. Todo parece una operación del régimen para resucitar al PSOE de la cal viva y la OTAN.

ERC, por su lado, sigue en su particular cruzada por traer a su molino todas las aguas de este barrizal catalán.

La Crida, por su parte, ya ha nacido, pero le queda cierto camino para definirse y asentar su discurso ante el pueblo.

EH Bildu, serpenteando, no logra desbancar a un PNV cada vez más sionista –para los negocios internacionales– y más autonomista –para todo lo demás–.

Y veo, más allá, millones de huérfanos políticos. Nietos y nietas de republicanos, exiliados, represaliados; con sus muertos invisibles, muertos que todavía habitan –como almas en pena– las cunetas y fosas comunes de España.

Y miro al otro lado de la barricada y siento miedo. ¿Quién no lo siente, en estas horas? Miedo de que resucite el dictador. Y miedo de que lo más que podamos hacer sea convertirnos en muleta del PSOE; ya sea para prestarles nuestro voto en las elecciones, ya sea para darle el gobierno una vez más, a cambio de nada.

Soy vasco y soy catalán. Me he pateado las geografías, he conocido a sus gentes. España necesita un tercer espacio, un nuevo viento, una verdadera alternativa. Y no entiendo cómo puede ser tan difícil entender que nosotros somos esa alternativa.

Históricamente, el progreso siempre llegó por Euskadi y Cataluña. Las ideas, las actividades, las nuevas formas de organización de la ciudadanía, las nuevas formas de la cultura, la política, la espiritualidad, la economía. Europa siempre soplaba desde nuestras pequeñas naciones, hacia el sur. Siempre hemos sido el faro de dicho progreso.

Señor Puigdemont: le pido que se declare en huelga de hambre, hasta que nos unamos. Que como líder de este movimiento político transversal, plurinacional, asuma su cargo. Que lidere a los pueblos hacia la libertad. Y que sea una huelga de hambre, como las de Gandhi, la herramienta de este despertar.

Sí se puede. Votar todos juntos. En las 50 provincias españolas. Por el nuevo amanecer. Sí, puede ser usted ese catalizador que traerá el cambio. Sí, es la hora, señor Puigdemont.

Y no: que no quede nadie fuera. Que haya un programa de mínimos, pero que sean listas unitarias, en todas las 50 provincias. En todas.

Necesitamos 80 diputados que digan «No pasarán». Y el amor está en el aire; entre nosotros, se huele, se siente. Pero hace falta despertar.

Mi padre, Toni Strubell, me explicó porque Gandhi triunfó. Porque puso su vida y salud en peligro, tantas veces como hizo falta. Porque tenía la visión, y a veces, le faltaba saber explicarse. Porque cada huelga de hambre que hizo hacía despertar a sus conciudadanos. Porque, a fin de cuentas, la psicología de masas nos dice que para que una idea tenga toda la fuerza, alguien se debe sacrificar por ella.

Nos jugamos todo, pero alguien tiene que expresarlo, con todo el poder de los símbolos políticos.

No le pediría esto si no hubiera vivido la guerra vasca; la violencia, el dolor y el miedo. Tenemos que salir de esta situación, como sea. La libertad nos espera al otro lado del egoísmo, de los ropajes partidistas, de las viejas cosas de viejos.

Señor Puigdemont: despiértenos a todos. Pongamos nuestra salud y vida sobre la mesa. Hagamos despertar a ERC, a EH Bildu, a Podemos. Vayamos todos juntos, sin peros, al Programa de Mínimos que todo republicano, de cualquier color y Nación, podría votar.

Mucha gente me ha criticado por intentar entender a Podemos. A fin de cuentas, serán los mejores vecinos posibles de la República catalana. Claro está, si no quedan barridos por el tsunami felipista: el que integra por igual a las izquierdillas de Sanchez y a las derechochonas de Aznar.

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