Joxemari Olarra Agiriano
Militante de la izquierda abertzale

Catalunya ¡sempre amb vosoltras! Zuekin batera, zuekin aurrera!

Y es que, además, el Estado español no tiene siquiera una propuesta-espejismo que poner encima de la mesa. El Estado, este sí, con mayusculas, sabe que si juega a democracia pierde. Y tiene muy clara su baza. Es la de jugar a la ruleta represiva

Estas reflexiones han sido escritas antes de conocer la durísima sentencia que el Estado imperialista español ha dictado contra el independentismo catalán y sus líderes más carismáticos. Y llegan tarde, evidentemente, para intentar impulsar la respuesta, necesariamente amplia y contundente, que desde Euskal Herria debemos poner en marcha. Pero la represión no solo es el castigo y la violencia visibles. También son esos plazos de espera, esos tiempos muertos impuestos, esa carga impuesta, física y psicológica, que no te deja mirar más adelante. Por tanto la respuesta también va más allá, debe ir mucho más allá de la activación inmediata y debe abrir, precisamente abrir cauces y perspectivas de dinámica creativa a largo plazo. Creo que lo escrito vale, o puede valer precisamente para eso. Sempre amb vosoltras. Siempre con Catalunya.

Hasta que salga la sentencia del Tribunal Supremo español poniendo encima de la mesa cuál era la clave de todo, muchos han protagonizado un teatro de máscaras y marionetas dedicado a ocultar, premeditadamente, cuáles han sido los motivos del no-acuerdo para poder configurar una alternativa viable de gobierno en torno a la socialdemocracia española realmente existente marca PSOE. El motivo fundamental, el motivo con mayúsculas, ha sido, es y será, Catalunya.

No se trata solamente de esa estética necesidad de «no depender de los partidos independentistas para la gobernabilidad del Estado». Lo fundamental está en el cómo afrontar el desafío independentista catalán y en la profundidad y violencia coercitiva/represiva que la recentralización del poder imperialista español debe afrontar en todas sus vertientes. Porque viene una involución de índole estructural y a largo plazo. Que va más allá, muchísimo más allá, de una simple disyuntiva PSOE+Podemos vs Tri(Bi)fachito ad hoc.

Está claro que viene una de «ofensiva final». Han decidido «reventar» el proceso democrático catalán y para ello la sentencia del Supremo español, que será sin duda dura y ejemplarizante, necesitará de la violencia represiva directa en Catalunya y de la articulación de un «Gobierno de Estado» marca PSOE-PP o cualquier otra variante. Y podría ser válida una variante de «izquierdas» donde el PSOE pueda arrastrar a Más País y Podemos junto al PNV y demás comparsa. Siempre, claro está, poniendo a los independentistas-soberanistas en su sitio, en el rincón del cuadrilátero junto al saco de la ostias.

Y les da totalmente igual que los independentistas catalanes tengan la mayoría social y parlamentaria. Spain is diferent. Su proyecto se ha configurado desde los terratenientes, la gran banca y el poder militar. Lo suyo es el control puro y duro del territorio manu militari.

No se trata de si el 51/49% es suficiente, de si el referendum del 1 del octubre es homologable, de si sería necesaria una mayoría cualificada  para que un proceso de desconexión pactada fuera más viable… No se trata de razón ni de razones. Aquello de que «sin violencia todo es posible», mil y una veces repetida, es mercancía propagandística al más puro estilo goebblesiano. Es decir, simple y pura mentira.

Y es que, además, el Estado español no tiene siquiera una propuesta-espejismo que poner encima de la mesa. El Estado, este sí, con mayusculas, sabe que si juega a democracia pierde. Y tiene muy clara su baza. Es la de jugar a la ruleta represiva. Frente a rojos separatistas, otra vez, bastos y negros. El estado tiene buenas cartas porque impone su propia baraja. Quiere llevar a Catalunya al colapso que supone una lucha antirrepresiva no sostenible. El independentismo vasco sabe de qué hablamos. Activas toda tu energía, hasta apurar tus reservas estratégicas, pero solo estas corriendo en el círculo impuesto. Energía independentista en clave NO-sostenible. Y sin mecanismos propios de renovación y ampliación. ¿Nos suena, verdad? Y no suena nada bien para nuestra Itaca mediterránea.

Ensanchar la bases de acumulación independentista, desactivar prejuicios y premuras, falsas urgencias y alternativas simplistas, y empezar sin grandes discursos pero con paso firme a estructurar una desobediencia civil de banda ancha, no solo anti- sino sobre todo pro-, que sea capaz de vehiculizar un proceso aún más amplio y polifónico de desbordamiento democrático frente a la imposición violenta y legal de las fuerzas del orden (en toda su extensión económica, mediática e ideológica o internacional). Esta es la única hoja de ruta viable.

Hoja de ruta suya y nuestra, catalana y vasca. Compartida y con partida que jugar a ganar. Ahí se inserta, y es un detalle sin más pero detalle importante también, votar en elecciones españolas en base a un acuerdo estratégico con ERC que deberá crecer y ensancharse. Es hoja de ruta y es, sobre todo, listado/resumen de tareas a desarrollar sin esperar a nada ni a nadie. Ni siquiera a nuestras siglas.

Es vital, urgente, cuestión de supervivencia como Pueblo y de perdurabilidad de esa posibilidad de un cambio social cualitativo que supondrán las repúblicas catalana y vasca, sacar a la calle nuestro propio proceso, hacer realidad la sincronización real y desde abajo. Visualizar y activar esa determinación que nos llevó en su día a plantarnos de pie y de frente a toda su violencia policial y estructural y, desde ahí plantar un retoño de proyecto independentista socialista para la inmensa mayoría de nuestro país. Retoño que necesita revitalización, hacerse visible en nuestro horizonte vital y empezar a dar nuevos frutos.

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