Aster Navas
Director de Burdinibarra BHI

Circulen

No, no tendría que darle tantas vueltas a las palabras y empezar de una puñetera vez a andar como lo hacen obedientemente millones de personas todos los días.

Debería hacérmelo mirar y no sacarle punta a la frase. Porque a fin de cuentas el médico simplemente me ha dicho “debería usted andar”. Me vio en la última analítica un pelín alto el colesterol y el ácido úrico y me hizo esa sabia y comprensible recomendación: «Debería usted andar».

Lo que me preocupa es que el doctor no me crea capaz de ir más allá de «andar»; que dé por supuesto que no estoy en edad o en condiciones de correr o al menos de nadar. Y luego está ese «usted» que le añade sal a la herida, que me suma años y kilos. Por no hablar de ese envenenado «debería»: resulta evidente, por mi estado de forma que soy un tipo sedentario y que me estoy abandonando.

No, no tendría que darle tantas vueltas a las palabras y empezar de una puñetera vez a andar como lo hacen obedientemente millones de personas todos los días.

De hecho, eso es lo que debería estar haciendo esta tarde de marzo en lugar de ver por quinta vez ese vídeo del HuffPost en que un ciudadano ruso, es detenido por pararse en la calle (dejar de andar, en definitiva) y mostrar un folio en blanco. Ocurría en Nizhny Novgorod, al este de Moscú.

Llama poderosamente la atención la afabilidad con que sujeta esa hoja, su amable determinación y su falta de resistencia, la docilidad que demuestra cuando es arrastrado a comisaría. Lo más inquietante es, sin embargo, la arbitrariedad con que actúa el policía, que no consigue disimular su desconcierto ante ese tipo que de repente se ha parado; su miedo ante ese capullo que ha dejado de moverse y que le va a estropear el día. Porque ese mamón subversivo no tiene ninguna pinta de guardarse el papel y circular. Sólo le pide eso; que circule, se mueva de una santa vez, que ande de acá para allá como todo hijo de vecino. Nada da mayor sensación de normalidad, de fluidez, que la gente paseando.

Porque detenerse significa reflexionar, reconocer que está ocurriendo algo fuera de lo habitual y que hay que parar máquinas. No, no se puede tolerar. Porque, además, es una actitud sumamente contagiosa: de hecho ya hay más de diez personas que se han detenido junto a él, que han dejado de andar para ver qué ocurre e incluso para grabarlo con sus teléfonos móviles. Se arremolinan, comentan, opinan… Es una situación de riesgo, de alto riesgo.

Y pase que se haya detenido pero a qué viene lo del puto folio en blanco. Hubiera sido preferible que contuviera algunas palabras, una frase, algo concreto por lo que se le pueda empapelar, entrullar sin más miramientos. Pero en blanco…; todos conocemos (y especialmente los que se dedican a juntar palabras) el miedo, el pánico que produce un folio en blanco, la urgencia y la impotencia que suscita. Un folio en blanco es impredecible. En él puede caber cualquier cosa, cualquier sueño y esa reclamación sí que resulta del todo inadmisible. -Faltaría más…- parece pensar el agente mientras le vuelve a requerir la documentación y le recita a ese delincuente un par de decretos indescifrables del gobernador de Novosibirsk para que tome conciencia del flagrante delito que está cometiendo, para que desista. Un folio es una afilada arma blanca; mucha gente se corta involuntariamente con un folio -parece pensar el miembro de las fuerzas de orden público–. Y es, por otro lado, un objeto al alcance de cualquiera. Se debería expedir un permiso de posesión de folios; los carga el diablo. No se deberían dejar esos trastos, esas afiladas cuchillas en manos de cualquiera.

El día menos pensado la gente sale a la calle con libros y ¿a ver qué hacemos? Estaríamos hablando ya de objetos arrojadizos; algunos de tapa dura, voluminosos. A saber lo que llevan dentro…

«Debería usted andar» me ha dejado caer el médico. Hubiera preferido otro tratamiento; algo que se pueda tomar cada ocho horas porque andar por andar, a diario, sin rumbo, sin objetivo, me parece un castigo, una penitencia, una tarea de Sísifo; tienes que regresar a casa desolado, desorientado, deprimido. Quizá deba descargarme alguna aplicación: me han dicho que esas apps te cuentan los pasos o los kilómetros; que te calculan las calorías que has consumido y te felicitan. Podómetro lo llaman. Que busque en Google Play.

No sé: servidor es más de pararse de cuando en cuando; de emborronar folios.

En fin

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