Mitxel Lakuntza
Secretario general de ELA

Confebask, un lastre antidemocrático

Hace unos días la presidenta de Confebask, Tamara Yagüe, preguntaba retóricamente cuál es la aportación del sindicato mayoritario ELA a la sociedad vasca. Resulta paradójico que Confebask, cuya representatividad entre las empresas no puede acreditar, que debe su posición a ser una sucursal de la CEOE y que está financiada casi por completo con dinero público, se crea con autoridad moral para cuestionar la legitimidad del sindicato mayoritario del país.

Confebask es la misma patronal que en 2014 trasladó al Gobierno de Rajoy alegaciones que abrían la puerta a la ilegalización de ELA y LAB, bajo el pretexto de que ambos sindicatos excedíamos nuestras competencias por opinar sobre el TAV o la fiscalidad. Cuando calificamos a Confebask como una de las patronales más autoritarias de Europa no incurrimos en ninguna exageración.

El autoritarismo de Confebask se manifiesta en los continuos rechazos a abordar cualquier tipo de negociación real. Durante los últimos años ELA, junto a LAB, ha propuesto acuerdos en ámbitos como centros especiales de empleo, empleadas del hogar, convenio de Químicas o propuestas para la euskaldunización el trabajo que siempre han sido rechazadas. Confebask nunca llama para renovar un convenio. 

Tal y como incluso Confebask reconoce, los convenios vascos son los más altos del Estado y eso es debido en gran parte a la estrategia del sindicato mayoritario ELA. Los datos del CRL demuestran que ELA es el sindicato que más y mejores convenios logra (una media de 250 anuales en la CAPV) y también el que más huelgas convoca (el 80% de los días convocados por todos los sindicatos). Existe, por tanto, una relación directa entre huelga y mejora de las condiciones laborales.

Hay dos cosas de ELA que molestan particularmente a Confebask: su estrategia de confrontación y el amplio respaldo de la clase trabajadora. Muchas de las victorias, tras meses de huelga en algunos casos, se logran en ámbitos precarizados: sectores feminizados o con personas migrantes, donde ELA ha conseguido los mayores incrementos salariales.

Por tanto, si Confebask conoce de primera mano la aportación de ELA, ¿por qué lanza esa pregunta ahora? Evidentemente, pretende eludir su responsabilidad en la negociación de un SMI vasco. Hasta en tres ocasiones se ha negado a negociar, lo que evidencia que Confebask defiende el SMI estatal: 1.184 euros; defiende la «unidad de mercado español» para seguir explotando a la clase trabajadora de este país. 

¿Esa es la aportación de Confebask? ELA y LAB planteamos un SMI de 1.500 euros (2026) que no ha sido ni considerada por Confebask. Se trata de una posición autoritaria y retrógrada de difícil explicación. Confebask, al igual que los gobiernos de Pradales y Chivite, se equivoca si piensa que va a poder pasar página. Porque el SMI es una cuestión política que no puede bloquearse por el veto de la patronal: en un hipotético nuevo estatus, la capacidad de fijar un SMI vasco debe ser una condición irrenunciable para cualquier partido que defienda el autogobierno. 

Aunque Confebask pretenda eludir su responsabilidad, la reivindicación del SMI vasco ha venido para quedarse. ELA no va a renunciar y va a presionar hasta lograr eso que Confebask más teme: repartir la riqueza, reducir la desigualdad y terminar con la precariedad.

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