Alfredo Ozaeta

¿Crisis de la izquierda?

Corren tiempos que inducen a pensar en se ha podido fallar o hacer mal desde los movimientos progresistas o de pensamiento de izquierda como para que nos estemos encontrando con el tsunami neoliberal y fascista global que desde diversos ámbitos nos está invadiendo

Es innegable que los cambios son cada vez más rápidos, pero a la vez más estables, cuesta más revertirlos o desactivarlos. La falta de pensamiento crítico o capacidad de análisis, la mediocridad provocada por los medios, políticos y nuevas tecnologías con su pretendido mensaje subliminal de que cada vez todo es más fácil y no es necesario ni pensar, que ya lo harán otros por nosotros, ha calado en amplias capas de la sociedad

Siendo conscientes, y esto hay que remarcarlo sin complejos, que la referencia de la honradez, solidaridad, igualdad, progreso, democracia y el resto de los valores que nos hacen más libres a las personas y más justas, a la vez que concienciadas con los cuidados y limitados recursos del planeta y medio ambiente, forman parte del ADN de la progresía e izquierdas populares, habría que preguntarse porque los enemigos de estos valores obtienen notoriedad y visibilidad

Tampoco descubrimos nada si afirmamos que la aportación de los movimientos neoliberales o fascistas se basa en la imposición, vía represión, de ideologías supremacistas, misóginas, xenófobas y homófobas, con el egoísmo individual y desprecio al diferente como señas de identidad. Los medios para conseguir sus objetivos los basan en la fuerza y el miedo en asociación en ocasiones con teorías de connotaciones religiosas de culto al líder o «mesías»

Parte del declive de los movimientos progresistas hay que buscarlos en gran medida en sus propios errores y falta de perspectiva en la actualización de idearios y respuestas. El desigual desarrollo tecnológico-industrial de los países colonizadores y colonizados ha lastrado a estos últimos a seguir dependiendo en gran medida de las nefastas e injustas herencias recibidas, subordinando su evolución hacia políticas más neoliberales y olvidando las que les hicieron libres

Sin olvidar la erosión que las luchas cainitas, en muchos casos fratricidas internas, provocan en estas organizaciones renovadoras. Y cuyas consecuencias además de originar desmovilización y des concienciación generan hastío y apatía en la necesaria conciencia de intentar acumular voluntades para mejorar la vida de todas sin distinción. Desgraciadamente estos ciclos se vienen reproduciendo permanentemente por causas varias, desde protagonismos personales, impaciencias, acusaciones de revisionismo por los que se pretenden más «puros», hasta la sempiterna e inútil obsesión de mirarse el dedo en vez de a la luna.

En este orden de las cosas tampoco sería justo achacar únicamente a un problema organizativo, estratégico, o ideológico de la deriva de las tendencias en favor de la igualdad, justicia y libertad. En mi opinión más que de crisis de la izquierda procede hablar de crisis de valores en la sociedad. El individualismo, egoísmo y falta de empatía hacia los demás se ha impregnado en el tejido social.

Algo así como si se hubiera asentado alguna forma de sinistrismo, «sinistrisme». Neologismo acuñado por el politólogo francés Albert Thibaudet, para explicar la confusión ideológica e incapacidad para discernir lo que significa la izquierda y la derecha. Una especie de deslizamiento o desplazamiento de postulados o tendencias de la izquierda hacia la derecha, tanto en la adaptación de ideologías a los nuevos escenarios, como en la evolución o recombinación embrionaria para la formación de nuevos movimientos políticos o sociales.

También es cierto que desde la propia izquierda se desgastan y cuestionan permanente objetivos o principios, como la coherencia ideológica y los métodos para obtener y mejorar los derechos y vida de los ciudadanos, olvidándose incluso de defender lo conseguido. Hasta el punto, que muchas veces uno se pregunta si se corresponde a crítica constructiva o se trata de quintacolumnistas que torpemente o de forma intencionada fustigan o cuestionan cualquier planteamiento progresista que suponga logros positivos reales, bien porque no se producen en los tiempos o a la velocidad deseada o porque siempre todo es insuficiente. Cuantas veces el cortoplacismo y la falta de análisis pragmático o perspectiva de futuro arruina proyectos de gran valor para avanzar en igualdad y democracia

No me atrevería a decir que se trata de algo consustancial con la izquierda, ¿exceso de bondad, búsqueda de la pureza absoluta? pero sí que esta crítica hacia dentro con nivel de exigencia infinitamente mayor de lo que se les pide a los adversarios se acaba convirtiendo en un caballo de troya dentro de estos movimientos.

El neoliberalismo lo sabe, conoce mejor que nadie las miserias humanas e ideológicas al llevarlas en sus propis genes, y lo utiliza. No hace falta memoria retrospectiva para ver lo sucedido recientemente en Europa, estado español e incluso lo de forma incansable están pretendiendo en nuestra Euskal Herria, Catalunya, etc.


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