Dalia: no matéis las flores
La maquinaria «desbrozadora» continua sin descanso haciendo su trabajo día y noche en Urdaibai. Y lo sigue realizando como desde el principio, con nocturnidad y alevosía. Tratando de ocultar que se descubra el verdadero objetivo de tanto afán destructivo.
Ahora le ha tocado el turno a una fábrica ya abandonada de Gernika, la «antigua cucharera», que llegó a ser en los años 70 del pasado siglo la mayor fabricante de cubiertos de Europa. No ha servido de nada que el edificio fuera calificado por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) como un «extraordinario conjunto arquitectónico obra del arquitecto bilbaíno Luis María de Gana, construido en 1957 con ampliaciones posteriores en 1966 y 1973». Así que una flor menos en el cada vez más exiguo jardín del patrimonio industrial de la Comunidad Autónoma Vasca.
El «desbroce» (excelente término acuñado el 10 de setiembre del 2023 por Juan Ignacio Vidarte, director general del Museo Guggenheim Bilbao) viene de atrás y tiene muchas expresiones y dimensiones diferentes, tanto en ámbitos políticos, como institucionales, administrativos, normativos, registrales, judiciales, económicos, medioambientales, etc.
Sería muy largo de detallar todas y cada una de las actuaciones que el actual partido gobernante en Euskadi, el PNV, viene llevando a cabo para tratar de «allanar» y «facilitar» el camino a lo que no deja de ser sino, simple y llanamente, una imposición: la construcción de un nuevo Museo Guggenheim (con dos sedes, una en Gernika y otra en Murueta) ambas dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.
El frente de actuaciones secretas, encubiertas, furtivas, subrepticias, con o sin apariencia de legalidad...es tan amplio que excede con mucho del espacio del que disponemos en este artículo de opinión. Sin embargo, merece la pena recordar algunos de los hitos principales que jalonan toda esta cadena de «desbrozamientos» al por mayor: 1) Reducción de la franja de protección costera de 100 a 20 metros para encajar el edificio del Museo en el espacio público de Astilleros de Murueta. 2) Modificación del Plan Territorial Parcial (PTP) del área de Gernika-Markina (actualmente Busturialdea-Artibai) para definir la ubicación de un ámbito cultural singular en Urdaibai. 3) Modificación del Plan General de Ordenación Urbana de Murueta para recalificar la parcela en la que iría el Museo, pasándola de industrial a equipacional. 4) Acuerdo supramunicipal «impuesto» por la Diputación Foral de Bizkaia a los municipios de Gernika, Murueta y Forua, para facilitar más «desbroces» en relación con la senda que se quiere montar por el corazón de la Reserva. 5) Cambio de cromos entre el PNV y el PSE-PSOE por el que mientras el primero apoya al Gobierno central del segundo, consigue una partida de 40 millones de euros por parte del Ministerio de Transición Ecológica para la limpieza de los terrenos contaminados de Astilleros de Murueta, que debieran ser a cargo de esta empresa y no del erario público. 6) Licencia de derribo de la empresa Dalia autorizada por el Ayuntamiento de Gernika a petición de la empresa pública Azpiegiturak SA.
Que sepas ciudadano y ciudadana de la CAV que en estos mismos momentos decenas de funcionarios en todos los niveles de la Administración siguen trabajando al servicio de toda esta «maquinaria bélica» destinada a llevar a cabo con tus impuestos una simple pero dañina «ocurrencia» de forma que a la Fundación Solomon R. Guggenheim le salga «totalmente gratis» la ampliación discontinua de su Museo con dos sedes en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.
No hay «moratoria» alguna para estudiar la viabilidad en la implementación de este proyecto, tal y como quiso aparentar la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe, el pasado día 22 de enero del presente año, por cuanto ella misma, en una posterior comparecencia un mes después en las Juntas Generales de este territorio aseguró que la institución que ella dirige «no va a estar quieta» en los dos próximos años para «hacer viable» la materialización de la ampliación discontinua del museo bilbaíno.
No hay, por tanto, ningún cambio de estrategia por parte de las instituciones concernidas, sino adecuación de formas para tratar de hacer más «digerible» un proyecto que ha encontrado un rechazo frontal en buena parte de la ciudadanía, sobre todo de Busturialdea, tal y como quedó demostrado en la manifestación masiva que aconteció el pasado 28 de octubre en Gernika.
Este atentado contra el «patrimonio industrial» de nuestro pueblo que supone el derribo de Dalia, saltándose las opiniones de organizaciones como la AVPIOP así como de cualificados expertos en la materia, viene a sumarse a una persistente política de «tierra quemada» para esta comarca, tras haberla condenado a ser «zona de sacrificio económico».
No hay que olvidar que ha sido el propio PNV (ahora impulsor y promotor de esta aberrante idea de meter un Museo de matriz extranjera en lo que ya es un Museo de la Naturaleza, como es la Reserva de la Biosfera de Urdaibai) el partido gobernante en las últimas cuatro décadas tanto en la Diputación de Bizkaia como en el Gobierno Vasco, el único responsable de los desaguisados cometidos en esta comarca.
Cuarenta años en los que este partido no solo no ha implementado ningún plan de reactivación económica de Busturialdea, sino que ha dejado que edificios como el de Dalia y otros muchos se deterioren sin ningún tipo de actuación sobre ellos. Pero más allá de esta flagrante falta de responsabilidad sobre la conservación del patrimonio arquitectónico de esta parte de nuestro país, hay otra cuestión aún más relevante. Han tenido que pasar casi cuatro décadas para que se retire ahora el amianto que este edificio alberga (se cerró en 1987) y se ha hecho no porque revista un peligro para la salubridad de la ciudadanía (algo que también ocurre con el acuífero contaminado que está en su subsuelo) sino por el exclusivo interés de llevar a cabo el proyecto del Guggenheim en Urdaibai. Es decir, el PNV piensa mucho más en favorecer a una empresa extranjera que a los propios habitantes de la comarca.
Urdaibai tiene, a partir de ahora, una planta menos en su catálogo, la dalia, la flor más deseada del verano. Una flor que ama la luz y no la oscuridad de los despachos. Esos lugares enmoquetados donde ahora, en estos mismos momentos, alguien arranca flores a golpe de cambios de normativas, envío de excavadoras y destrucción de nuestro pasado.
Como dicen los prestigiosos arquitectos Anne Lacaton y Philippe Vassal, ganadores del Premio Pritzker 2021: «Nunca demoler, nunca quitar o remplazar, siempre agregar, transformar y reutilizar». No parece que al PNV le guste mucho la biodiversidad ni la Botánica.